La unidad sindical no es solo deseable, sino imprescindible

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Desde una perspectiva revolucionaria, la unidad sindical es hoy más necesaria que nunca. Esta afirmación se fundamenta en el análisis materialista de la realidad histórica y social actual, marcada por una intensificación de la explotación capitalista, la precarización del trabajo, la fragmentación de la clase obrera y el debilitamiento de las organizaciones sindicales de clase.

El capitalismo ha puesto toda sus capacidades técnicas e ideológicas y ha impulsado políticas que dividen a las masas  trabajadoras  y ha conseguido  la fragmentación de proletariado y masa trabajadoras , Esta fragmentación no es casual: es una estrategia del capital para debilitar la capacidad de lucha colectiva.

Estas se expresan en:

  • Multiplicación de formas contractuales (temporales, autónomos falsos, subcontrataciones, plataformas digitales).
  • Polarización salarial y geográfica (deslocalizaciones, externalización a países del Sur Global).
  • Debilitamiento legal y político de los sindicatos mediante leyes anti-obreras y represión institucional.

Como señaló Marx en El Capital, la división del trabajo no solo ocurre en la producción, sino también en la clase obrera y masas trabajadoras, como mecanismo de control.

Se debe comprender que, el sindicato no es un fin en sí mismo, sino una herramienta de lucha de clases. Pero su eficacia depende de su capacidad para:

  • Superar divisiones sectoriales, gremiales, nacionales o identitarias impuestas por el sistema.
  • Articular demandas inmediatas (salarios, condiciones laborales, sistemas públicos) con una perspectiva estratégica de transformación social.
  • Vincular lo económico con lo político, evitando el reformismo sindical que solo busca «negociar dentro del sistema».

Hoy el revisionismo ha reducido el sindicalismo a meras reivindicaciones salariales sin cuestionar las bases del orden capitalista. Hoy, esto se reproduce en los llamados «sindicalismos de pacto social» que, anclados en un modelo sindical basado en meras cuestiones económicas,  defienden intereses abstractos  de sectores privilegiados, ignorando a las/os más precarizados. La  Unidad sindical frente a la ofensiva global del capital es urgente.

La globalización económica y las cadenas de valor transnacionales exigen una respuesta internacionalista y unitaria. La lucha en una fábrica de Bangladesh, un almacén de Amazon en Alemania o un campo agrícola en Andalucía está interconectada. Solo una unidad sindical amplia, que integre migrantes, mujeres, jóvenes precarizados, trabajadores en fraude contractual, puede contrarrestar el poder del capital globalizado. Esto hay que trasladarlo a nuestra acción sindical en el estado propio. No es casual que en el estado español haya cientos de sindicatos que auto-denominados de clase ni siquiera hagan actividad alguna juntos. Ante el ataque del capital a los intereses de clase de las masas trabajadoras, esta multitud de sindicatos se mantiene situada en un espacio egocéntrico. Se dan por satisfechos. Y atención especial a los sindicatos pertenecientes a la FSM, quienes tienen mas próximas las condiciones para la necesaria unidad de acción y orgánica.

Debemos iniciar el camino que nos lleve hacia un sindicalismo clasista y revolucionario.

La unidad sindical, no implica uniformidad burocrática, la formalidad orgánica impuesta desde sectores revisionistas, sino convergencia estratégica en torno a los intereses de clase. Esto requiere:

  • Democratización interna de los sindicatos, la asamblea obrera decide.
  • Distanciamiento e Independencia de los partidos burgueses y del Estado benefactor que compra la conciencia y práctica individual y en ocasiones colectiva
  • Desde una perspectiva anticapitalista. Aglutinar en su seno elementos sociales (ecologistas, feministas, antirracistas, antiimperialismo) sindicalismo socio-político.

En un momento histórico donde el capital se reorganiza para intensificar la extracción de plusvalía y debilitar la resistencia obrera, la unidad sindical no es solo deseable, sino imprescindible. No como mero instrumento de negociación, sino como poder colectivo organizado de la clase obrera y masas trabajadoras, para defender sus derechos inmediatos y, en última instancia, superar el modo de producción capitalista.

Como escribió Rosa Luxemburgo:

«La lucha de clases no es una fórmula abstracta, sino la expresión viva de la necesidad histórica de la emancipación del proletariado.»

Y esa lucha exige conciencia, unidad y organización.

Obreras y obreros deben exigir a sus organización sindicales la necesaria unidad.

Varlin

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