
«La pertenencia de Ucrania a la Alianza Atlántica, así como el despliegue de contingentes militares de la OTAN y armas de ataque en su territorio es absolutamente inaceptable para nosotros. En reiteradas ocasiones lo hemos dicho y explicado nuestra postura al respecto, es bien conocida», declaró Grushkó este viernes a la agencia de prensa Sputnik.
Las perspectivas euroatlánticas de Ucrania es una de las cuestiones más polémicas que negociadores de Kiev, Bruselas y Washington están intentando consensuar estos días para ultimar un plan de paz que sea aceptable para Moscú.
El 14 de diciembre, se celebraron en Berlín conversaciones en las que participaron el presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, y el empresario Jared Kushner, yerno del presidente de EEUU, Donald Trump, con el objetivo de alcanzar un acuerdo sobre el conflicto en Ucrania.
Durante cinco horas se debatió un plan de 20 puntos y, posteriormente, Witkoff informó que se lograron ciertos avances. Al término de estas consultas, los líderes de la Unión Europea propusieron enviar una fuerza multinacional a Ucrania y garantizar que sus Fuerzas Armadas mantengan un mínimo de 800 mil efectivos.
Rusia desarrolla desde el 24 de febrero de 2022 una operación militar especial en Ucrania, cuyos objetivos, según el presidente Vladímir Putin, son proteger a la población de «un genocidio por parte del régimen de Kiev» y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la OTAN hacia el este.
Las tropas ucranianas son apoyadas militarmente por esta alianza de 32 países.

