Juan Luis Corbacho (Unidad y Lucha).— Por definición, los cuidadores y cuidadoras, son las personas que se dedican al cuidado de personas dependientes en el marco de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (más conocida como «Ley de Dependencia») y básicamente, hay dos grandes grupos:
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Cuidadores profesionales (o formales)
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Cuidadores no profesionales (o informales)
La ley plantea una serie de Derechos y Obligaciones de los Cuidadores (especialmente los no profesionales), derecho a recibir una remuneración, cotizar a la Seguridad Social con sus derechos aparejados (jubilación, bajas, etc.), descansos (para esto la ley prevé que se ofrezcan unas «plazas de respiro» (estancias temporales en centros para la persona dependiente) para que el cuidador pueda tomar vacaciones o atender sus propias necesidades.
Si a estas alturas no han empezado a reír o a llorar es porque no están en el caso.
La realidad dista mucho de esos mundos de yupi que los socialdemócratas pintan en toda su legislación. El desgaste físico y emocional, la precariedad, la demora administrativa (solo hay que ver cuántas personas han muerto en Andalucía esperando que se reconozca su dependencia) y una inestabilidad absoluta.
Desglosemos cómo este sistema viciado afecta a los trabajadores:
1. La Lógica Perversa de las Licitaciones y Conciertos
El mecanismo principal por el que la administración contrata los servicios es la licitación pública. Aquí es donde empieza el problema. La «ley» del precio más bajo: Las adjudicaciones se suelen dar, sobre todo, a la empresa que ofrece el servicio al coste más bajo. Para las empresas, la forma de ganar estos concursos es recortando costes al máximo.
El mayor gasto de una residencia o servicio de ayuda a domicilio es la mano de obra. Por tanto, el recorte se aplica directamente sobre los salarios, las ratios de personal y las condiciones de los trabajadores.
Esto crea una competencia entre licitadores para ver quién ofrece el precio más irrisorio, sabiendo que luego tendrán que ajustarse a él a costa de sus plantillas.
2. La Externalización en Cascada
Muchas de estas grandes empresas no gestionan directamente todos los servicios. Para ahorrar más, subcontratan: Servicios de limpieza. Servicios de lavandería. Servicios de comida. Incluso, en algunos casos, paquetes de horas de cuidado.
Esto crea una pirámide de precariedad donde los trabajadores de las empresas subcontratadas están aún peor pagados y tienen aún menos derechos que los de la empresa principal, que ya de por sí tienen condiciones pobres.
3. La Realidad Cotidiana del Cuidador Precario
Esta lógica se materializa en el día a día de los trabajadores:
Trabajo a Destajo (Ayuda a Domicilio): Visitas de 30, 45 o 60 minutos por usuario. Entre usuario y usuario, el tiempo de desplazamiento no suele estar pagado. Una trabajadora puede tener que cruzar la ciudad en transporte público con su propio dinero y su propio tiempo para llegar a la siguiente visita.
Ratios Insuficientes (Residencias): Demasiados residentes por cuidador. Esto imposibilita dar un trato digno y humano. Las tareas se reducen a lo más básico (aseo, alimentación), sin tiempo para el acompañamiento, la conversación o el afecto, que son parte fundamental del cuidado.
Jornadas Interminables y Fragmentadas: Turnos rotativos, horas extras no pagadas, y una disponibilidad total que invade la vida personal.
Falta de Medios y Formación Continua: No se invierte en la formación especializada del personal ni se les dota de los medios materiales suficientes para hacer su trabajo de forma segura y eficiente (ej.: grúas de transferencia en mal estado, falta de EPI …).
4. El Coste Humano: El «Síndrome del Cuidador Quemado» Institucionalizado
El sistema no solo no evita el desgaste de los profesionales, sino que lo provoca y lo alimenta
¿Quién va a ayudar a estas trabajadoras y trabajadores? Difícilmente serán los sindicatos, puesto que la mayor parte de las veces estas trabajadoras y trabajadores ni siquiera “existen”. Solo un cambio de sistema podrá aportar luz a este sector, un sector que debe ser un servicio público de calidad y que lo ha de prestar el Estado directamente y no gastando en bombitas para Ucrania.
Solo un estado socialista es la solución. Solo la revolución puede ayudar a la clase obrera.