Israel Clemente López.— Pienso que mientras las burguesías imperialistas de Francia y Alemania sigan teniendo expectativas de lograr la subyugación de la Federación Rusa y su caída en la dependencia del Occidente imperialista, con lo que esperan conseguir una parte sustancial en el reparto bandidesco del botín ruso, sus contradicciones con el eje anglosajón comandado por los EEUU permanecerán soterradas, seguirán latentes en un segundo plano, y no adquirirán pleno desarrollo. Ya que lo que prima, por el momento, es mantener cohesionada su alianza militar en su agresión permanente contra los Estados que se oponen al imperialismo y contra el grupo de países independientes agrupados en torno a los BRICS.
Tras tres años y medio sosteniendo una guerra por delegación contra Rusia a través del régimen de Kiev (una guerra moderna industrial de alta intensidad), es mucho lo que han invertido en este empeño bélico: ingentes recursos económicos, mecanismos financieros, grandes suministros de pertrechos militares, intervención de sus Estados Mayores en la planificación operativa, etc. Este esfuerzo bélico incluye también la amplia participación a distinto nivel en las operaciones militares ucranianas de numerosos técnicos especialistas en sistemas de armas, asesores militares, mercenarios y todo tipo de “voluntarios” participantes en la cruzada otanista emprendida contra Rusia.
Todo ello explica el que en la actualidad, y pese a todas las crecientes contradicciones y dificultades encontradas, los sectores dirigentes de las élites gobernantes en Francia y Alemania se opongan virulentamente a todo cambio de rumbo en dicha política abiertamente hostil contra Rusia y aboguen por prolongar el conflicto insistiendo en su objetivo inicial de lograr un cambio de régimen en la Federación Rusa que les abra la puerta al saqueo de los inmensos recursos energéticos de ese gran país y a su mercado, colocándolo en una situación de absoluta dependencia respecto al capital financiero occidental. Confían aún en que el “padrino” de Washington les garantice, al final, una parte sustancial en el soñado despojo de Rusia. Sus objetivos son puramente bandidescos, los propios de toda guerra imperialista de rapiña.
Esta es la verdadera razón que explica buena parte de la aparente “ceguera” de la burguesía dirigente de Francia y Alemania, presa de sus comportamientos económicamente “irracionales” en la esfera comercial, en el contexto de su insistencia en prolongar una confrontación económica con la Federación Rusa que se viene mostrando como extraordinariamente nociva, sino suicida, para sus propias economías, muy destacadamente en el caso de Alemania y de su gran industria.
El telón de fondo en el que se inscriben todas estas tendencias lo constituye el largo proceso de declive de la hegemonía estadounidense a nivel global. Se trata de un proceso dilatado, que no se desarrolla de forma lineal, sino que avanza a sacudidas. A medida que su desarrollo se acelere y ascienda a fases más agudas del mismo, las contradicciones interimperialistas se reforzarán y estallarán con mayor virulencia.
En el caso de cosechar una acumulación de importantes reveses militares en sus agresiones contra el grupo de los países independientes encabezados por China y Rusia, el imperialismo occidental verá debilitarse la posición dominante de los EEUU dentro del mismo. En este proceso las antiguas potencias europeas continentales como Francia y Alemania pueden acabar encontrándose, paulatinamente, en una mejor posición para desafiarles.
En Washington son muy conscientes de ello, por lo que harán todo lo posible por que en ese creciente enfrentamiento con el emergente mundo multipolar sus posibles rivales imperialistas de la Europa continental se vean abocados a sufrir cuantiosas pérdidas, a fin de que experimenten un grado de debilitamiento tal que les incapacite para cuestionarles su hegemonía cuando llegue el amargo momento de compartir el peso de las derrotas de acuerdo con la fuerza económica y militar de cada uno.
En vista del comportamiento actual de la oligarquía germana y del de la gala cabe preguntarse si ambas son plenamente conscientes de su situación, o si aún continúan deslumbradas por el brillante reflejo del botín oriental que les vienen prometiendo los imperialistas estadounidenses.
Mansilla de Las Mulas, 19 septiembre de 2025.


