Laura Mercedes Giráldez (Granma).— Los comicios presidenciales de este domingo en Honduras estuvieron marcados por tres sucesos fundamentales que empañan la trasparencia del proceso y ponen en entredicho los resultados preliminares, cuya transmisión se vio interrupta al llegar al 57 % del conteo, por un empate técnico de los candidatos derechistas, Nasry Asfura (39,91 %), del Partido Nacional y Salvador Nasralla (39,89 %), del Partido Liberal, separados por solo 515 votos.
En primer lugar, jornadas previas al sufragio, la presidenta Xiomara Castro y la candidata del Partido Libertad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, habían denunciado una «guerra psicológica» y un «plan de sabotaje», que se centraba en un supuesto hackeo del Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP).
Por otra parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidió a los hondureños que concedieran su voto a Asfura, chantajeó con y acusó de comunistas a Nasralla y Moncada, en medio del llamado silencio electoral.
Además, anunció un indulto al expresidente de ese país, Juan Orlando Hernández, quien, por delitos relacionados con el narcotráfico, cumple en EE. UU. una condena de 45 años de prisión. Tales acciones, con un marcado carácter injerencista, solo agravaron la tensión del proceso.
A ello se suma las declaraciones de las Fuerzas Armadas de Honduras, que, ante las acusaciones de la Consejera del Centro Nacional Electoral, Cosette López, acerca de presuntas verificaciones de credenciales informáticas por parte de efectivos militares, aseguraron que su función nada tiene que ver con su misión en las elecciones.
En ese sentido, de acuerdo con Telesur, anteriormente habían sido difundidas grabaciones que implicaban a López en la coordinación de un complot electoral que pretendía desconocer, en caso de ocurrir, una victoria de la candidata de Libre, Rixi Moncada, tercera en el orden de votos, según los resultados preliminares.
Sobre la jornada, para la cual fueron dispuestos 566 Centros de Votación, y que se extendió una hora más, de conformidad con la Ley Electoral, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras, Ana Paola Hall, aseguró que, a pesar de que ocurrieron algunos pequeños incidentes, transcurrió «como una fiesta democrática».
Asimismo, en cuanto al empate técnico, la consejera-presidenta llamó, a través de la red social X, a «guardar calma, tener paciencia y esperar que como CNE terminemos de contabilizar actas por contingencia 1 y 2. Y que, posteriormente, se realice el proceso de escrutinio especial, para así finalizar el escrutinio general».
La lentitud en el proceso de escrutinio también pone en tela de juicio los resultados, aun cuando la legislación en ese país establece un plazo de hasta 30 días posteriores a la votación para presentarlos en su totalidad.
Lo cierto es que, estas presidenciales –que no contemplan en su Ley Electoral el balotaje- han estado permeadas por la falta de credibilidad y desconfianza en la institucionalidad electoral y, por consiguiente, en los resultados preliminares. Además, de una evidente injerencia extranjera que, lejos de inclinarse por hacer valer la voluntad popular, pretende asirse con otro aliado en la región.
