Para construir una Polonia socialista; Bolesław Bierut, 1948

«El Pleno del Comité Central define caminos concretos de la lucha de la clase obrera y los campesinos pobres y medios con el fin de restringir la explotación por parte de los elementos capitalistas de los estratos que trabajan en el campo, para ayudar a la gran mayoría de la población rural a privar a los kulaks de sus posiciones privilegiadas.

El Pleno del Comité Central define las formas y medios concretos de la realización de estos objetivos en todos los ámbitos de la vida rural; en materia de mantenimiento de un premio suficientemente rentable por el grano; una política fiscal correcta; una política de clase correcta en relación a los créditos agrícolas; la ampliación y reorganización de la red de depósitos de maquinaria, lo que les permitirá servir en primer lugar con dichas ayudas a las mayores necesidades que sufren las familias campesinas, ya que algunas carecen de instrumentos agrícolas adecuados; desarrollo a gran escala y aplicar una democratización para lograr un trabajo más eficiente de las cooperativas campesinas de asistencia mutua: y por último, la depuración y actualización de todo el aparato económico y administrativo en el campo.

No puede haber ninguna duda de que la ejecución de estas decisiones del Pleno del Comité Central dará lugar a un gran aumento en la actividad de las masas de campesinos, les permitirá mejorar su posición y contrarrestar a los elementos ricos del campo en la lucha para limitar la explotación capitalista en el campo, y por supuesto estas medidas va a elevar el nivel material y cultural de los campesinos.

En la elaboración de las decisiones y conclusiones del Pleno del Comité Central de julio de 1948, se aclaró la posición del partido en relación con las cooperativas de productores del campo, y le dio respuestas concretas a una serie de dudas expresadas por los campesinos en esta materia.

Al tiempo subrayaba firmemente que el proceso de conmutación del individuo a la agricultura colectiva requeriría mucho tiempo, el partido es de la opinión de que esta es la única manera de asegurar una rápida mejora en el bienestar rural, el único sendero para abolir la pobreza y la explotación capitalista. Al mismo tiempo, el Pleno del Comité Central advirtió contra toda prisa nociva en el asunto, ya que dicha celeridad en este sentido sería equivalente al aventurerismo. El Pleno del Comité Central estableció como principio el carácter absolutamente voluntario de la admisión de los miembros en las cooperativas de productores y declaró que se aplicarían medidas extremas contra de cualquier intento de violar este principio. No puede haber ninguna duda de que la decisión del Pleno del Comité Central aclarará el asunto del desarrollo de las cooperativas de productores de las zonas rurales y en gran medida bajará de raíz cualquier intento del enemigo de clase para causar confusión en este asunto.

Un lugar importante en las decisiones del Pleno del Comité Central tuvieron que ver con las grandes explotaciones en manos del Estado; en dicho Pleno del Comité Central se desarrollaron medidas para el rápido desarrollo de la agricultura por el socialismo y entre ellas se decidió aumentar la ayuda a las familias campesinas de las granjas de propiedad estatal.

Durante los cuatro días en que estaba en sesión, el Pleno del Comité Central revisó concienzudamente el camino por el que el partido está llevando a las masas trabajadoras de Polonia sobre la base de la unidad de acción en todo el Blok Demokratyczny –Bloque Democrático– [4]. Nuestra idea que guía este camino es la idea de la Polonia Popular, el desarrollo en la dirección de un nuevo sistema social. Y este nuevo sistema es el socialismo.» (Bolesław Bierut; Para lograr la completa eliminación de las desviaciones derechistas y nacionalistas, 1948)

¿A favor o en contra, Pablo?

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La gens griega; Friedrich Engels, 1884

«En los tiempos prehistóricos, los griegos, como los pelasgos y otros pueblos congéneres, estaban ya constituidos con arreglo a la misma serie orgánica que los americanos: gens, fratria, tribu, confederación de tribus. Podía faltar la fratria, como en los dorios; no en todas partes se formaba la confederación de tribus; pero en todos los casos, la gens era la unidad orgánica. En la época en que aparecen en la historia, los griegos se hallan en los umbrales de la civilización; entre ellos y las tribus americanas de que hemos hablado antes median casi dos grandes períodos de desarrollo, que los griegos de la época heroica llevan de ventaja a los iroqueses. Por eso la gens de los griegos ya no es de ningún modo la gens arcaica de los iroqueses; el sello del matrimonio por grupos comienza a borrarse notablemente. El derecho materno ha cedido el puesto al derecho paterno; por eso mismo la riqueza privada, en proceso de surgimiento, ha abierto la primera brecha en la constitución gentilicia. Otra brecha es consecuencia natural de la primera: al introducirse el derecho paterno, la fortuna de una rica heredera pasa, cuando contrae matrimonio, a su marido, es decir, a otra gens, con lo que se destruye todo el fundamento del derecho gentil; por tanto, no sólo se tiene por lícito, sino que hasta es obligatorio en este caso, que la joven núbil se case dentro de su propia gens para que los bienes no salgan de ésta.

Según la historia de Grecia debida a Grote, la gens ateniense, es particular, estaba cohesionada por:

1) Las solemnidades religiosas comunes y el derecho de sacerdocio en honor a un dios determinado, el pretendido fundador de la gens, designado en ese concepto con un sobrenombre especial.

2) Los lugares comunes de inhumación: Véase «Contra Eubúlides», de Demóstenes.

3) El derecho hereditario recíproco.

4) La obligación recíproca de prestarse ayuda, socorro y apoyo contra la violencia.

5) El derecho y el deber recíprocos de casarse en ciertos casos dentro de la gens, sobre todo tratándose de huérfanas o herederas.

6) La posesión, en ciertos casos por lo menos, de una propiedad común, con un arconte y un tesorero propios.

La fratria agrupaba varias gens, pero menos estrechamente; sin embargo, también aquí hallamos derechos y deberes recíprocos de una especie análoga, sobre todo la comunidad de ciertos ritos religiosos y el derecho a perseguir al homicida en el caso de asesinato de un frater. El conjunto de las fratrias de una tribu tenía a su vez ceremonias sagradas periódicas, bajo la presidencia de un «filobasileus» –jefe de tribu– elegido entre los nobles –eupátridas–.

Ahí se detiene Grote. Y Marx añade: «Pero detrás de la gens griega se reconoce al salvaje –por ejemplo al iroqués–». Y no hay manera de no reconocerlo, a poco que prosigamos nuestras investigaciones.

En efecto, la gens griega tiene también los siguientes rasgos:

7) La descendencia según el derecho paterno.

8) La prohibición del matrimonio dentro de la gens, excepción hecha del matrimonio con las herederas. Esta excepción, erigida en precepto, indica el rigor de la antigua regla. Esta, a su vez, resulta del principio generalmente adoptado de que la mujer, por su matrimonio, renunciaba a los ritos religiosos de su gens y pasaba a los de su marido, en la fratria del cual era inscrita. Según eso, y con arreglo a un conocido pasaje de Dicearca, el matrimonio fuera de la gens era la regla. Becker, en su «Charicles», afirma que nadie tenía derecho a casarse en el seno de su propia gens.

9) El derecho de adopción en la gens, ejercido mediante la adopción en la familia, pero con formalidades públicas y sólo en casos excepcionales.

10) El derecho de elegir y deponer a los jefes. Sabemos que cada gens tenía su arconte; pero no se dice en ninguna parte que este cargo fuese hereditario en determinadas familias. Hasta el fin de la barbarie, las probabilidades están en contra de la herencia de los cargos, que es de todo punto incompatible con un estado de las cosas donde ricos y pobres tenían en el seno de la gens derechos absolutamente iguales.

No sólo Grote, sino también Niebuhr, Mommsen y todos los demás historiadores que se han ocupado hasta aquí de la antigüedad clásica, se han estrellado contra la gens. Por más atinadamente que describan muchos de sus rasgos distintivos, lo cierto es que siempre han visto en ella un «grupo de familias» y no han podido por ello comprender su naturaleza y su origen. Bajo la constitución de la gens, la familia nunca pudo ser ni fue una célula orgánica, porque el marido y la mujer pertenecían por necesidad a dos gens diferentes. La gens entraba entera en la fratria y ésta, en la tribu; la familia entraba a medias en la gens del marido, a medias en la de la mujer. Tampoco el Estado reconoce la familia en el Derecho público; hasta aquí sólo existe el Derecho civil. Y, sin embargo, todos los trabajos históricos escritos hasta el presente parte de la absurda suposición, que ha llegado a ser inviolable, sobre todo en el siglo XVIII, de que la familia monogámica, apenas más antigua que la civilización, es el núcleo alrededor del cual fueron cristalizando poco a poco la sociedad y el Estado.

«Hagamos notar al señor Grote –dice Marx– que aun cuando los griegos hacen derivar sus gens de la mitología, no por eso dejan de ser esas gens más antiguas que la mitología, con sus dioses y semidioses, creada por ellas mismas».

Morgan cita de referencia a Grote, porque es un testigo prominente y nada sospechoso. Más adelante Grote refiere que cada gens ateniense tenía un nombre derivado de su fundador presunto; que, antes de Solón siempre, y después de él en caso de muerte intestada, los miembros de la gens –gennêtes– del difunto heredaban su fortuna; y que en caso de muerte violenta el derecho y el deber de perseguir al matador ante los tribunales correspondía primero a los parientes más cercanos, después al resto de los gentiles y, por último, a los fratores de la víctima. «Todo lo que sabemos acerca de las antiguas leyes atenienses está fundado en la división en gens y fratrias».

La descendencia de las gens de antepasados comunes ha producido muchos quebraderos de cabeza a los «sabios filisteos» de quienes habla Marx. Como proclaman puro mito a dichos antepasados y no pueden explicarse de ningún modo que las gens se hayan formado de familias distintas, sin ninguna consanguinidad original, para salir de este atolladero y explicar la existencia de la gens recurren a un diluvio de palabras que giran en un círculo vicioso y no van más allá de esta proposición: la genealogía es puro mito, pero la gens es una realidad. Y, finalmente, Grote dice –las glosas entre paréntesis son de Marx–; «Rara vez oímos hablar de este árbol genealógico, porque sólo se exhibe en casos particularmente solemnes. Pero las gens de menor importancia tenían prácticas religiosas comunes propias de ellas (¡qué extraño, señor Grote!) y un antepasado sobrenatural, así como un árbol genealógico común, igual que las más célebres (¡pero qué extraño es todo esto, señor Grote, en gens de menor importancia!); el plan fundamental y la base ideal (¡no ideal, caballero, sino carnal, o dicho en sencillo alemán fleischlich!) eran iguales para todas ellas».

Marx resume como sigue la respuesta de Morgan a esa argumentación: «El sistema de consanguinidad que corresponde a la gens en su forma primitiva –y los griegos la han tenido como los demás mortales– aseguraba el conocimiento de los grados de parentesco de todos los miembros de la gens entre sí. Aprendían esto, que tenía para ellos suma importancia, por práctica, desde la infancia más temprana. Con la familia monogámica, cayó en el olvido. El nombre de la gens creó una genealogía junto a la cual parecía insignificante la de la familia monogámica. Ahora este nombre debía confirmar el hecho de su descendencia común a quienes lo llevaban; pero la genealogía de la gens se remontaba a tiempos tan lejanos, que sus miembros ya no podían demostrar su parentesco recíproco real, excepto en un pequeño número de casos en que los descendientes comunes eran más recientes. El nombre mismo era una prueba irrecusable de la procedencia común, salvo en los casos de adopción. En cambio, negar de hecho toda consanguinidad entre los gentiles, como lo hacen Grote y Niebuhr, que han transformado la gens en una creación puramente imaginaria y poética, es digno de exégetas «ideales», es decir, de tragalibros encerrados entre cuatro paredes. Porque el encadenamiento de las generaciones, sobre todo desde la aparición de la monogamia, se pierde en la lejanía de los tiempos y porque la realidad pasada aparece reflejada en las imágenes fantásticas de la mitología, ¡los buenazos de los viejos filisteos han deducido y deducen aún que una genealogía imaginaria creó gens reales!».

La fratria, como entre los americanos, era una gens madre escindida en varias gens hijas, a las cuales servía de lazo de unión y que a menudo las hacía también a todas descender de un antepasado común. Así, según Grote, «todos los coetáneos de la fratria de Hecateo tenían un solo y mismo dios por abuelo en decimosexto grado». Por lo tanto, todas las gens de aquella fratria eran, al pie de la letra, gens hermanas. La fratria aparece ya como unidad militar en Homero, en el célebre pasaje donde Néstor da este consejo a Agamenón: «Coloca a los hombres por tribus y por fratrias, para que la fratria preste auxilio a la fratria y la tribu a la tribu». La fratria tenía también el derecho y el deber de castigar el homicidio perpetrado en la persona de un frater, lo que indica que en tiempos anteriores había tenido el deber de la venganza de sangre. Además, tenía fiestas y santuarios comunes; en general, el desarrollo de la mitología griega a partir del culto a la naturaleza, tradicional en los arios, se debió esencialmente a las gens y las fratrias y se produjo en el seno de éstas.

Tenía también la fratria un jefe –«fratriarcos»–, y, asimismo, según De Coulanges, asambleas cuyas decisiones eran obligatorias, un tribuna y una administración. Posteriormente, el Estado mismo, que pasaba por alto la existencia de las gens, dejó a la fratria ciertas funciones públicas, de carácter administrativo.

La reunión de varias fratrias emparentadas forma la tribu. En el Ática había cuatro tribus, cada una de tres fratrias que constaban a su vez de treinta gens cada una. Una determinación tan precisa de los grupos supone una intervención consciente y metódica en el orden espontáneamente nacido. Cómo, cuándo y por qué sucedió esto, no lo dice ha historia griega, y los griegos mismos conservan el recuerdo de ello hasta la época heroica nada más.

Las diferencias de dialecto estaban menos desarrolladas entre los griegos, aglomerados en un territorio relativamente pequeño, que en los vastos bosques americanos; sin embargo, también aquí sólo tribus de la misma lengua madre aparecen reunidas formando grandes agrupaciones; y hasta la pequeña Ática tiene su propio dialecto, que más tarde pasó a ser la lengua predominante en toda la prosa griega.

En los poemas de Homero hallamos ya a la mayor parte de las tribus griegas reunidas formando pequeños pueblos, en el seno de las cuales, sin embargo, conservaban aún completa independencia las gens, las fratrias y las tribus. Estos pueblos vivían ya en ciudades amuralladas; la población aumentaba a medida que aumentaban los ganados, se desarrollaba la agricultura e iban naciendo los oficios manuales; al mismo tiempo crecían las diferencias de fortuna y, con éstas, el elemento aristocrático en el seno de la antigua democracia primitiva, nacida naturalmente. Los distintos pueblos sostenían incesantes guerras por la posesión de los mejores territorios y también, claro está, con la mira puesta en el botín, pues la esclavitud de los prisioneros de guerra era una institución reconocida ya.

La constitución de estas tribus y de estos pequeños pueblos era en aquel momento la siguiente:

1) La autoridad permanente era el consejo –«bulê»–, primitivamente formado quizás por los jefes de las gens y más tarde, cuando el número de éstas llegó a ser demasiado grande, por un grupo de individuos electos, lo que dio ocasión para desarrollar y reforzar el elemento aristocrático. Dionisio dice que el consejo de la época heroica estaba constituido por aristócratas –«kratistoi»–. El consejo decidía los asuntos importantes. En Esquilo, el consejo de Tebas toma el acuerdo, decisivo en aquella situación, de enterrar a Etéocles con grandes honores y de arrojar el cadáver de Polinices para que sirva de pasto a los perros. Con la institución del Estado, este consejo se convirtió en Senado.

2) La asamblea del pueblo –«ágora»–. Entre los iroqueses hemos visto que el pueblo, hombres y mujeres, rodea a la asamblea del consejo, toma allí la palabra de una manera ordenada e influye de esta suerte en sus determinaciones. Entre los griegos homéricos, estos «circunstantes», para emplear una expresión jurídica del alemán antiguo, «Umstand», se han convertido ya en una verdadera asamblea general del pueblo, lo mismo que aconteció entre los germanos de los tiempos primitivos. Esta asamblea era convocada por el consejo para decidir los asuntos importantes; cada hombre podía hacer uso de la palabra. El acuerdo se tomaba levantando las manos –Esquilo, en «Las Suplicantes»–, o por aclamación. La asamblea era soberana en última instancia, porque, como dice Schömann –«Antigüedades griegas»– [1], «cuando se trata de una cosa que para ejecutarse exige la cooperación del pueblo, Homero no nos indica ningún medio por el cual pueda ser constreñido éste a obrar contra su voluntad». En aquella época, en que todo miembro masculino adulto de la tribu era guerrero, no había aún una fuerza pública separada del pueblo y que pudiera oponérsele. La democracia primitiva se hallaba todavía en plena florescencia, y esto debe servir de punto de partida para juzgar el poder y la situación del consejo y del «basileus».

3) El jefe militar –«basileus»–. A propósito de esto, Marx observa: «Los sabios europeos, en su mayoría lacayos natos de los príncipes, hacen del «basileus» un monarca en el sentido moderno de la palabra. El republicano yanqui Morgan protesta contra esa idea. Del untuoso Gladstone, y de su obra «Juventus Mundi»» [2] dice con tanta ironía como verdad: «Mister Gladstone nos presenta a los jefes griegos de los tiempos heroicos como reyes y príncipes que, por añadidura, son unos cumplidos gentlemen; pero él mismo se ve obligado a reconocer que, en general, nos parece encontrar suficiente, pero no rigurosamente establecida la costumbre o la ley del derecho de primogenitura». Es de suponer que un derecho de primogenitura con tales reservas debe parecerle al propio señor Gladstone suficientemente, aunque no con todo rigor, privado de la más mínima importancia.

Ya hemos visto cuál era el estado de cosas respecto a la herencia de las funciones superiores entre los iroqueses y los demás indios. Todos los cargos eran electivos, la mayor parte en el seno mismo de la gens, y hereditarios en ésta. Gradualmente se llegó a dar preferencia en caso de vacante al pariente gentil más próximo –al hermano o al hijo de la hermana–, siempre que no hubiese motivos para excluirlo. Por tanto, si entre los griegos, bajo el imperio del derecho paterno, el cargo de «basileus» solía pasar al hijo o a uno de los hijos, esto demuestra simplemente que los hijos tenían allí a favor suyo la probabilidad de elección legal por elección popular, pero no prueba de ningún modo la herencia de derecho sin elección del pueblo. Aquí vemos, entre los iroqueses y entre los griegos, el primer germen de familias nobles, con una situación especial dentro de las gens, y entre los griegos también el primer germen de la futura jefatura militar hereditaria o de la monarquía. Por consiguiente, es probable que entre los griegos el «basileus» debiera ser o electo por el pueblo o confirmado por los órganos reconocidos de éste, el consejo o el «ágora», como se practica respecto al «rey» –«rex»– romano.

En la «Ilíada», el jefe de los hombres, Agamenón, aparece no como el rey supremo de los griegos, sino como el general en jefe de un ejército confederado ante una ciudad sitiada. Y Ulises, cuando estallan disensiones entre los griegos, apela a esta calidad, en el famoso pasaje: «No es bueno que muchos manden a la vez, uno solo debe dar órdenes», etc… –El tan conocido verso en que se trata del cetro es un postizo intercalado posteriormente–. «Ulises no da aquí una conferencia acerca de la forma de gobierno, sino que pide que se obedezca al general en jefe en campaña. Entre los griegos, que no aparecen ante Troya más que como ejército, el orden imperante en el «ágora» es bastante democrático. Cuando Aquiles habla de presentes, es decir, del reparto del botín, no encarga de ese reparto no a Agamenón ni a ningún otro «basileus», sino a «los hijos de los Aqueos», es decir, al pueblo. Los atributos «engendrado por Zeus», «criado por Júpiter», nada prueban, desde el momento en que cada gens desciende de un dios y la gens del jefe de la tribu de uno «más alto», en el caso presente, de Zeus. Hasta los individuos no manumitidos, como el porquero Eumeo y otros, son «divinos» («dioi» y «theioi»), y eso en la Odisea, es decir, en una época muy posterior a la descrita por la Ilíada. También en la «Odisea», se llama «heros» al mensajero Mulios y al cantor ciego Demodoco. En resumen: la palabra «basileia», que los escritores griegos emplean para la sedicente realeza homérica, acompañada de un consejo y de una asamblea del pueblo, significa, sencillamente, democracia militar –porque el mando de los ejércitos era su distintivo principal» (Marx)–.

Además de sus atribuciones militares, el «basileus» las tenía también religiosas y judiciales; estas últimas eran indeterminadas, pero las primeras le correspondían en concepto de representante supremo de la tribu o de la federación de tribus. Nunca se habla de atribuciones civiles, administrativas, aunque el «basileus» parece haber sido miembro del consejo, en atención a su cargo. Traducir «basileus» por la palabra alemana «König» es, pues, etimológicamente muy exacto, puesto que «König» –«Kuning»– se deriva de «Kuni», «Künne», y significa jefe de una gens. Pero el «basileus» de la Grecia antigua no corresponde de ninguna manera a la significación actual de la palabra «König» –rey–. Tucídides llama expresamente a la antigua «basileia» una «patriké», es decir, derivada de las gens, y dice que tuvo atribuciones fijas, y por tanto limitadas. Y Aristóteles dice que la «basileia» de los tiempos heroicos fue una jefatura militar ejercida sobre hombres libres, y el «basileus» un jefe militar, juez y gran sacerdote. No tenía, por consiguiente, ningún poder gubernamental en el sentido ulterior de la palabra [3].

Así, pues, en la constitución griega de la época heroica vemos aún llena de vigor la antigua organización de la gens, pero también observamos el comienzo de su decadencia: el derecho paterno con herencia de la fortuna por los hijos, lo cual facilita la acumulación de las riquezas en la familia y hace de ésta un poder contrario a la gens; la repercusión de la diferencia de fortuna sobre la constitución social mediante la formación de los gérmenes de una nobleza hereditaria y de una monarquía; la esclavitud, que al principio sólo comprendió a los prisioneros de guerra, pero que desbrozó el camino de la esclavitud de los propios miembros de la tribu, y hasta de la gens; la degeneración de la antigua de guerra de unas tribus contra otras en correrías sistemáticas por tierra y por mar para apoderarse de ganados, esclavos y tesoros, lo que llegó a ser una industria más. En resumen, la fortuna es apreciada y considerada como el sumo bien, y se abusa de la antigua organización de la gens para justificar el robo de las riquezas por medio de la violencia. No faltaba más que una cosa; la institución que no sólo asegurase las nuevas riquezas de los individuos contra las tradiciones comunistas de la constitución gentil, que no sólo consagrase la propiedad privada antes tan poco estimada e hiciese de esta santificación el fin más elevado de la comunidad humana, sino que, además, imprimiera el sello del reconocimiento general de la sociedad a las nuevas formas de adquirir la propiedad, que se desarrollaban una tras otra, y por tanto a la acumulación, cada vez más acelerada, de las riquezas; en una palabra, faltaba una institución que no sólo perpetuase la naciente división de la sociedad en clases, sino también el derecho de la clase poseedora de explotar a la no poseedora y el dominio de la primera sobre la segunda.

Y esa institución nació. Se inventó el Estado.

Notas de la edición

[1] G. F. Schömann. «Griechische Alterthümer», Bd. I-II. Berlín 1855-59. (N. de Edit. Progreso).

[2] W. E. Gladstone. «Juventus Mundi. The gods and Men of the Heroic Age». London 1869. («La juventud del Mundo. Los dioses y los hombres de la época heróica»). (N. de Edit. Progreso).

[3] Lo mismo que al «basileus» griego, se ha presentado falsamente al jefe militar azteca como a un príncipe en el sentido moderno. (N. de Engels)» (Friedrich Engels; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884)

Patriotismo unionista de bar y telediario

¡España no se parte! Dicen. Y desde el camarero hasta el vendedor de periódicos se ven en el papel de los Reyes Católicos y muestran una enorme preocupación por la “unidad” de la patria.

Lástima que esos conceptos de los que los ha alimentado esa caterva-caverna dependiente de los banqueros que tenemos en este país,  no  los hayan tenido cuando el “nacionalismo”  castellano, de Madrid y sus centros oficiales, ha hecho o desecho una patria y un país a su completa medida: centralista, ombliguista, nacional-catolicista, rancio, despreciador de la periferia, folclorista, tópico y manipulado y manipulable.

Yo soy andaluz y vivo en Andalucía, no vivo en Catalunya, pero si fuera catalán o viviera allí estaría hasta los cojones de España, los españolistas, los reyes, los Jefes de Estado, los ministros y sus monaguillos.

Es que no paran. Han hecho y han gobernado en beneficio de una minoría: banqueros, empresarios de élite y casta política y funcionarial,  y nadie les ha dicho que estaban troceando España y la unidad nacional y ahora, cuando llevan tres siglos colmando a los catalanes y estos, en legítima y cabreada defensa, inician un proceso separatista más que merecido,  se les vuelve apelar al artículo 155 de la Constitución, a la “legalidad”, a los tanques, a los comandantes en jefe o a los tricornios de la Guardia Civil.

El hábito de la envidia y el recurso al autoritarismo están en los genes de esa entelequia a la que llaman, “nación española” y el asco que produce hoy conectarse a una televisión (en este caso todas son “televisiones oficiales) o tomarse un café en un bar lleno de banderas con unos colores tan cercanos al franquismo asesino, mientras una herencia biológica de especímenes despotrican de Catalunya y los catalanes, reclaman tanques y cumplimiento de la legalidad, a sangre y fuego, a un tiempo.

Le reclaman la “legalidad” a un presidente que días pasados se ufanaba en un medio público de que durante cuatro años y cinco presupuestos le ha destinado cero euros al cumplimiento de una Ley, la de la Memoria Historia, aprobada democráticamente, en un enaltecimiento culposo y culpable del delito de prevaricación.

De seguir en la dinámica que se atisba hoy en cualquier exponente informativo, puede que en este país haya, de nuevo, fusilamientos de separatistas, pero también de nuevo, los cadáveres, las cunetas y los patriotas de opereta estaremos muy “unidos”.

Todo sea por la “Unidad Patria”. O por el vinagre de tinaja.

Lucas Leon Simon

Faluya

En Faluya las parejas ya no quieren tener hijos.

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Recuerda que ese mismo legado también lo dejaron en Hiroshima, Nagasaki y Vietnam. Después… posiciónate. Si quieres. Pero piensa que quizás mañana tú podrás ser la siguiente víctima.

Gracias otra vez, Rusia

70 años tras desempeñar el papel protagonista en la derrota de la bestia nazi (derrotando al 70% del ejército nazi y dejando la vida unos 24 millones de soviéticos para lograr esa empresa sin precedentes), Rusia ha vuelto para terminar con otro monstruo al que Occidente dejó crecer e incluso se podría decir que hay quien contribuyó a su nacimiento y/o lo alimentó.

Mas de un millón de sirios han podido regresar a su hogar tras el inicio de campaña rusa que tuvo lugar el 30 de septiembre. Mas de 1.800 vuelos de combate y mas de 2.000 posiciones terroristas destruidas desde entonces por la aviación rusa. Mientras Estados Unidos y sus aliados no se sabe muy bien a que jugaban, el potencial militar de la Federación Rusa arrasaba con mas objetivos del ISIS en una semana que EE.UU. en todo un año.

«¿Que vienen los rusos?» Si, han ido a Siria a combatir el terrorismo extremista islámico y es algo que, no solo no es agradecido por la comunidad internacional, sino que la nación rusa es ademas objeto de infames ataques y surrealistas criticas sin fundamento. Alguien debería alzar la voz por el «¿Que vienen los estadounidenses?» ya que han ido a 153 lugares y participado en 201 conflictos armados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (con intereses y «razones» realmente discutibles y de dudosa moralidad) ¿A quien deberíamos temer a la luz de los hechos y las actuaciones de uno y otro? Juzguen ustedes. La historia pondrá a cada uno en el lugar que se merece.

 

Huelga general contra un «gobierno del pueblo»

(Reuters) – Los trabajadores griegos se quedaron el jueves en sus casas como protesta contra las medidas de austeridad, en el momento en el que el gobierno de Alexis Tsipras se enfrenta a su mayor desafío doméstico desde que fue reelegido en septiembre, tras su promesa de amortiguar el impacto de años de dificultades económicas.

Muchos vuelos habían sido cancelados, los hospitales funcionaban con personal mínimo, muchas mercancías se habían quedado en el puerto y las oficinas públicas se mantenían cerradas en todo el país, durante la primera huelga general convocada por los sindicatos más grandes del sector público y privado de Grecia en un año.

Tsipras llegó al poder en enero con la promesa de acabar con la austeridad impuesta por sus acreedores internacionales, acabando después por aceptar las impopulares condiciones de un tercer rescate, al chocarse con la posibilidad de una salida de Grecia de la Eurozona.

Las conversaciones mantenidas con la UE y el FMI se reanudaron el miércoles en Atenas como parte de la primera revisión del rescate de Grecia.

Tsipras fue reelegido hace dos meses con el objetivo de cumplir con estos acuerdos y comprometiéndose a trabajar duro para amortiguar el impacto de las medidas de austeridad, particularmente en los griegos más vulnerables.

Angola: Independencia y Paz merecidas para su pueblo

Por Rubén G. Abelenda |

Corría la década de los 90 cuando por primera vez visité Angola, esa tierra fértil y rica que durante muchos años ensangrentó el colonialismo y el neocolonialismo del Norte, además de Estados Unidos y el otrora régimen sudafricano del Apartheid, y que miles de cubanos defendieron desde de su independencia, el 11 de noviembre en 1975, con la llegada al poder de su líder histórico Agostinho Neto, tras 14 años de lucha armada contra la metrópolis portuguesa.

fidel y netoPor entonces se negociaban los Acuerdos de Paz sobre el Suroeste Africano que trillaron el camino hacia el eventual fin de la guerra en Angola, la conquista de la independencia de Namibia, y la muerte del sistema segregacionista en Sudáfrica, acontecimientos en los que Cuba jugó un rol vital, pese a que algunos se empeñen en minimizarlo o esconderlo.

Eran días de esperanzas para el llamado continente olvidado, sometido desde entonces y hasta hoy al saqueo de los países ricos, y especialmente del imperio de Washington, que en la década de los 90 de la centuria pasada estaba más envalentonado que nunca por la desaparición de la Unión Soviética y el desmoronamiento del bloque socialista de Europa del Este.

Gobernaba el hasta ahora presidente José Eduardo Dos Santos, del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), y se preparaban las primeras elecciones multipartidistas celebradas en 1992, en las que venció el partido oficialista frente a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), encabezada por Jonas Savimbi, y financiada por Estados Unidos y la agonizante Sudáfrica del Apartheid.

La victoria del MPLA en las urnas parecía consumar las ilusiones de paz de los angolanos, víctimas del conflicto castrense más prolongado en África Austral, que ocasionó alrededor de un millón de muertos, cuatro millones de personas desplazadas y más de 100 mil mutilados.

Sin embargo, sus sueños se vieron frustrados porque Savimbi, como hacen aun los “opositores” fabricados y entrenados por el Pentágono, no reconoció los resultados de los comicios, e incluso intentó tomar por la fuerza Luanda, la capital de Angola, y otras ciudades.

Los valientes soldados y militantes del MPLA, a quienes vi combatir en Luanda, derrotaron el frustrado Golpe de Estado protagonizado por los más reacios seguidores del jefe de la UNITA, un hombre sanguinario que prefirió seguir apostando por la beligerancia, hasta que fue ultimado en 2002.

Como reza una muy repetida frase popular, “muerto el perro se acabó la rabia”, Angola comenzó a vivir en paz después de más de medio siglo de contiendas por librarse primero del colonialismo portugués, y luego de la conflagración que le impusieron por haber escogido su propio sendero, y por ser una de las naciones más ricas de África y del mundo.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz (D), Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y  José Eduardo dos Santos, Presidente de la República de Angola, durante las conversaciones oficiales en la sede del Consejo de Estado, en La Habana, Cuba, el 18 de junio de 2014. AIN FOTO/Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ/sdl

Al cumplirse 40 años de su independencia, los angolanos avanzan a paso rápido y de manera sostenida, sin que ello quiera decir que todavía tienen mucho por andar y hacer, en beneficio de todos sus pobladores.

Estas escuetas líneas de repaso a una larga historia sobre la cual las nuevas generaciones deben conocer y estudiar a fondo, no podía dejarlas de escribir este 11 de noviembre, y dedicarlas a amigos de Angola y Cuba, muchos ya no entre nosotros físicamente, que combatieron en diferentes trincheras por ver a ese país africano en paz, y con reales expectativas de prosperidad.

La lucha de clases en los tres frentes: el político, económico e ideológico

«Defendiendo estoicamente el punto de vista de que en el socialismo la lucha de clases se desarrollo de una manera integral, entrelazada con sus tres principales frentes –el político, económico e ideológico–, el partido se opone a la tesis de que, con la liquidación de las clases explotadoras, la lucha de clases se desarrollo solo o principalmente en el frente ideológico. La experiencia nos muestra, que en esta etapa, también, la lucha de clases sobre el frente político se mantiene siempre en el centro de la lucha de clases. Esta lucha toma decisiva importancia porque ella es una lucha por el poder estatal, una lucha sobre la cuestión de si la dictadura del proletariado debe ser mantenida y fortalecida, o si ella degenera y es liquidada. Independientemente del hecho de que en las diferentes etapas particulares formas de la lucha de clases se agudizan, la lucha de clases debe ser librada de manera simultánea en los tres frentes: político, económico e ideológico. La decaída en alguno de estos tres frentes encarna una desviación de la teoría marxista-leninista, porque trae consigo el debilitamiento de toda la lucha de clases.

En el pensamiento teórico del Partido del Trabajo de Albania y del camarada Enver Hoxha el argumento sobre el posicionamiento marxista-leninista de la lucha sobre el frente ideológico ocupa un lugar principal. La gran conclusión que extraen de la experiencia histórica es que las victorias de la revolución en los campos de la política y la economía no pueden ser consideradas garantizadas sin el triunfo también de la revolución en el campo ideológico.

El librar con éxito esta lucha tiene una importancia decisiva, ya que, en última instancia, tiene que ver con la cuestión de si el socialismo y el comunismo se construirán y la restauración del capitalismo es evitada, o si las puertas se abren de golpe a la propagación de la ideología burguesa y revisionista y el retorno al capitalismo será permitido.

Los teóricos revisionistas, incluso cuando están obligados a hablar de la necesidad de la lucha ideológica en la sociedad socialista, lo tratan de una manera académica y de forma unilateral, como una lucha que se libra solo en medio del pueblo en contra de algunas sobras sin importancia de ideologías extrañas que no constituyen una amenaza para el orden socialista. Sin embargo, la infravaloración de la lucha contra los restos extraños y su incrustación en la conciencia del pueblo trabajador ha tenido catastróficas consecuencia en la Unión Soviética y en otros países. Nuestro partido y el camarada Enver Hoxha han señalado que este es el frente más amplio y complejo de la lucha de clases, porque se desarrolla en los ámbitos económicos, sociales y políticos, tanto contra los enemigos y como entre el pueblo, tanto en medio de la clase obrera como dentro su partido. La contrarrevolución pacífica revisionista comienza, por regla general, en el campo ideológico y conduce luego al derrocamiento de la dictadura del proletariado y a la degeneración capitalista de todo el orden socialista». (Jorgji Sota; Sobre la dictadura del proletariado y la lucha de clases en Albania, 1983)

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