Vladimir Putin ha sacado tantos votos que le permitirían gobernar en innumerables alcaldías.
¿Una línea o dos líneas?; Stalin, 1929
«El problema fundamental, camaradas, es si en nuestro partido existe una línea general común o si tenemos dos líneas.
Rýkov decía aquí, en su discurso, que tenemos una sola línea general, y que si existen ciertas discrepancias «de poca monta», es porque hay «matices» en la manera de concebir la línea general.
¿Es cierto eso? Por desgracia, no lo es. Y no sólo no es cierto, sino que es todo lo contrario de la verdad. En efecto, si tenemos una sola línea y entre nosotros existen únicamente cuestiones de matiz, ¿por qué Bujarin ha acudido a los trotskistas de ayer, que acaudilla Kámenev, tratando de formar con ellos un bloque fraccional contra el Comité Central y su Buró Político? ¿No es, acaso, un hecho que Bujarin dijo allí que la línea del Comité Central era «catastrófica» y habló de discrepancias de principio de Bujarin, Tomski y Rýkov con el Comité Central del partido y de la necesidad de cambiar radicalmente el Buró Político del Comité Central?
Si la línea es una, ¿por qué conspiraba Bujarin con los trotskistas de ayer contra el Comité Central y por qué Rýkov y Tomski le apoyaron en este asunto?
Si la línea general es una, ¿cómo se puede admitir que una parte del Buró Político, si se atiene a esa línea general común única, haga una labor de zapa contra otra parte del Buró Político, que se atiene a la misma línea general?
¿Acaso puede admitirse esa política de tránsfugas cuando existe una línea general común?
Si la línea es una, ¿cómo puede concebirse la declaración de Bujarin del 30 de enero, dirigida toda, ella contra el Comité Central y su línea general?
Si la línea es una, ¿cómo puede concebirse la declaración de los tres –Bujarin, Rýkov y Tomski– del 9 de febrero, acusando descarada, grosera y calumniosamente al partido:
a) de seguir una política de explotación militar-feudal del campesinado;
b) de seguir una política de fomento del burocratismo y;
c) de seguir una política de descomposición de la Komintern?
¿Han desaparecido, acaso, estas declaraciones? ¿Acaso se las considera ahora erróneas? ¿Acaso Rýkov, Bujarin y Tomski están conformes con retirar esas declaraciones, erróneas y antipartido a todas luces? Que nos lo digan, pues, sincera y honradamente. Todo el mundo verá entonces claro que nuestra línea es una y que entre nosotros no hay sino insignificantes diferencias de matiz. Pero no han querido hacerlo así, según se desprende de los discursos de Bujarin, Rýkov y Tomski. Y además denegarse a hacerlo, no tienen el propósito de renunciar en el futuro a esas declaraciones, pues insisten en que siguen manteniendo los puntos de vista expuestos en ellas.
¿Dónde está, pues, la línea general común?
Si la línea es una, y la línea del partido consiste, según el grupo de Bujarin, en seguir una política de explotación militar-feudal del campesinado, ¿acaso Bujarin, Rýkov y Tomski quieren aplicar juntamente con nosotros esa política catastrófica en vez de combatirla? Resulta una estupidez.
Si la línea es una, y la línea del partido consiste, según la oposición bujarinista, en fomentar el burocratismo, ¿acaso Rýkov, Bujarin y Tomski quieren fomentar con nosotros el burocratismo en el partido en vez de combatirlo? Resulta un despropósito.
Si la línea es una, y la línea del partido consiste, según la oposición bujarinista, en descomponer la Komintern, ¿acaso Rýkov, Bujarin y Tomski quieren descomponer con nosotros la Komintern en vez de luchar contra esa política? ¿Cómo es posible creer ese absurdo?
No, camaradas, hay algo anómalo en la afirmación de Rýkov de que nuestra línea es común. Como queráis, pero no resulta eso de la línea común y única, si se tiene en cuenta los hechos que acabo de exponer acerca de las declaraciones y la conducta del grupo de Bujarin.
Si la línea es una, ¿a qué obedece la política de dimisiones de Bujarin, Rýkov y Tomski? ¿Acaso es concebible que, existiendo una línea general común, cierta parte del Buró Político se niegue sistemáticamente a cumplir repetidas disposiciones del Comité Central y durante medio año venga saboteando el trabajo del partido? ¿A qué viene esta desorganizadora política de dimisiones, practicada concienzudamente por una parte del Buró Político, si es que, en efecto, tenemos una línea general común?
La historia de nuestro partido conoce casos de una política de dimisiones. Se sabe, por ejemplo, que, al día siguiente de la Revolución de Octubre, algunos camaradas, capitaneados por Kámenev y Zinóviev, se negaron a aceptar los puestos que se les ofrecían, planteando que se modificase la política del partido. Como es sabido, la política de dimisiones era explicada entonces con la exigencia de que se crease un gobierno de coalición con los mencheviques y los eseristas, contrariamente al Comité Central de nuestro partido, el cual mantenía la política de formación de un gobierno puramente bolchevique. Pero entonces la política de dimisiones tenía una explicación, pues se basaba en la existencia de dos líneas diferentes, una de las cuales consistía en formar un gobierno puramente bolchevique y la otra en formar un gobierno de coalición con los mencheviques y los eseristas. Eso era claro y comprensible. Pero no hay ninguna lógica, absolutamente ninguna, cuando la oposición bujarinista proclama, por una parte, la unidad de la línea general, mientras que, por otra parte, practica una política de dimisiones copiada de la de Zinóviev y Kámenev en el período de la Revolución de Octubre.
Una de dos: o la línea es una, y entonces la política de dimisiones de Bujarin y sus amigos no se comprende ni puede explicarse; o tenemos dos líneas, y entonces la política de dimisiones se puede comprender y explicar perfectamente.
Si la línea es una, ¿cómo es posible que tres miembros del Buró Político, Rýkov, Bujarin y Tomski, estimasen oportuno abstenerse al ser votadas en el Buró Político las tesis fundamentales relativas al plan quinquenal y a la cuestión campesina? ¿Acaso es corriente que la línea general sea una y que parte de los camaradas se abstenga al ponerse a votación cuestiones fundamentales de la política económica? No, camaradas, milagros como ése no se dan en el mundo.
Finalmente, si la línea es una y sólo se trata de cuestiones de matiz, ¿por qué los camaradas de la oposición bujarinista, Bujarin, Rýkov y Tomski, no aceptaron el compromiso que la comisión del Buró Político les proponía el 7 de febrero del año en curso? ¿No es, acaso, cierto que este compromiso brindaba al grupo de Bujarin una salida perfectamente aceptable del atolladero en que él mismo se había metido?
He aquí el compromiso que la mayoría del Comité Central propuso el 7 de febrero último:
«El cambio de impresiones en la comisión ha puesto de relieve que:
1) Bujarin reconoce que las negociaciones con Kámenev fueron un error político;
2) Bujarin reconoce que todas las afirmaciones de su «declaración» del 30 de enero de 1929 acerca de que el Comité Central sigue en la práctica una política de «explotación militar-feudal del campesinado», de que el Comité Central descompone la Komintern y de que fomenta el burocratismo en el partido, las hizo acaloradamente en el ardor de la polémica, asegura que no mantiene ya estas afirmaciones y considera que no tiene discrepancias con el Comité Central sobre este particular;
3) en virtud de ello, Bujarin reconoce que la labor acorde en el Buró Político es posible y necesaria;
4) Bujarin retira las dimisiones, tanto de su cargo en «Pravda» como en la Komintern;
5) Bujarin retira, en vista de ello, su declaración del 30 de enero.
Considerando lo expuesto, la comisión estima posible no presentar a la reunión conjunta del Buró Político y del Presídium de la Comisión de Control Central. su proyecto de resolución, en que se enjuicia políticamente los errores de Bujarin, y propone a la reunión conjunta del Buró Político y del Presídium de la Comisión de Control Central que se retire de la circulación todos los documentos existentes –el texto taquigráfico de los discursos, etc–.
La comisión invita al Buró Político y al Presídium de la Comisión de Control Central a garantizar a Bujarin todas las condiciones necesarias para la normalidad de su trabajo en los puestos de director de «Pravda» y de secretario del Comisión Ejecutiva de la Komintern». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Declaración del Comité Central, 7 de febrero de 1929)
¿Por qué Bujarin y sus amigos rechazaron este compromiso, si en efecto nuestra línea es una y entre nosotros no hay sino diferencias insignificantes de matiz? ¿Acaso es difícil comprender que Bujarin y sus amigos hubieran debido aferrarse con todas sus fuerzas a ese compromiso que les ofrecía el Buró Político, para acabar así con la tirante situación producida dentro del partido y crear una atmósfera de trabaja acorde y unánime en el Buró Político?
Se habla de unidad del partido, de trabajo colectivo en el Buró Político. Pero ¿acaso no está claro que quienes quieren una unidad efectiva y estiman el principio del trabajo colectivo deberían aceptar este compromiso? ¿Por qué, pues, lo rechazaron Bujarin y sus amigos?
¿Acaso no está clara que, de ser una la línea, no se habrían producido ni la declaración de los tres, del 9 de febrero, ni la negativa de Bujarin y sus amigos a aceptar el compromiso que les proponía el Buró Político del Comité Central?
No, camaradas, no resulta eso de la línea común, si se tienen en cuenta los hechos antes mencionados.
Lo que sí resulta es que, en realidad, no tenemos una línea, sino dos: una, la línea del Comité Central, y otra, la línea del grupo de Bujarin.
Rýkov faltaba a la verdad en su discurso al decir que tenemos una sola línea general. De ese modo quería enmascarar su propia línea, diferente de la línea del partido, a fin de sabotear solapadamente la línea del partido. La política del oportunismo consiste, precisamente, en ocultar las discrepancias, en velar la situación real dentro del partido, en enmascarar la posición propia y en impedir que en el partido reine una claridad completa.
¿Para qué necesita el oportunismo tal política? Para encubrirse con la palabrería de la unidad de línea y aplicar de hecho su línea propia, diferente de la línea del partido. Rýkov ha mantenido este punto de vista oportunista en su discurso en el presente Pleno del Comité Central y de la Comisión de Control Central.
¿Queréis escuchar cómo define al oportunista en general el camarada Lenin en uno de sus artículos? Es una definición importante para nosotros, no sólo por su significación general, sino porque le cuadra por entero a Rýkov.
He aquí lo que dice Lenin de las particularidades del oportunismo y de los oportunistas:
«Cuando se habla de lucha contra el oportunismo, no hay que olvidar nunca el rasgo característico de todo el oportunismo contemporáneo en todos los terrenos que se quiera: su carácter vago, difuso e inaprensible. El oportunista, por su misma naturaleza, esquiva siempre el planteamiento concreto y tajante de los problemas, busca la resultante, se retuerce como una culebra entre puntos de vista que se excluyen mutuamente, esforzándose por «estar de acuerdo» con el uno y con el otro, reduciendo sus discrepancias a pequeñas enmiendas, a dudas, a buenos deseos inocentes, etc., etc». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Un paso hacia adelante, dos hacia atrás, 1904)
Ahí tenéis la fisonomía del oportunista, temeroso de la claridad y de la precisión y siempre tratando de ocultar el verdadera estado de cosas, de velar las verdaderas discrepancias en el partido.
Sí, camaradas, hay que saber mirar de frente a la realidad, por desagradable que sea. Dios no quiera que nos contagiemos del miedo a la verdad. Entre otras cosas, los bolcheviques se distinguen de cualquier otro partido en que no temen la verdad, no temen mirar la verdad a la cara, por amarga que sea. Y la verdad es, en este caso, que de hecho no tenemos una línea común. Hay una línea, la línea del partido, línea revolucionaria, leninista. Pero, paralela a ella, hay otra línea, la línea del grupo de Bujarin, que lucha contra la primera mediante declaraciones antipartido, mediante dimisiones, mediante calumnias contra el partido, mediante una labor subrepticia enmascarada contra el partido, mediante cambalaches entre bastidores con los trotskistas de ayer al objeto de organizar un bloque antipartido. Esta segunda línea es una línea oportunista.
Este es un hecho que no podrá borrar ningún discurso diplomático, ninguna astuta declaración acerca de la existencia de una sola línea, etc., etc.» (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)
El talento: no es oro todo lo que reluce
El talento se ha colado de rondón en nuestras sociedades de consumo como el valor añadido por excelencia, un tesoro ideológico que otorga ese plus que marca las diferencias cualitativas entre la mediocridad del común de los mortales y los elegidos para instalarse de forma natural en la cumbre del éxito sin paliativos.
Los mejores tienen talento, el resto son meros trabajadores o profesionales del montón. De esta manera, el capitalismo hace una selección para cooptar a personas en diferentes ámbitos de actividad que representan la crema de la inteligencia creativa y dirigente, despreciando a la vez el mero trabajo y esfuerzo personal como un ejercicio secundario de supervivencia vital.
Aquellos individuos tocados por la varita mágica del talento son expuestos en los anaqueles de la excelencia pública como sujetos con valores intrínsecos superiores a la media, abonando en simultáneo un vasto campo de conformidad y resignación para la inmensa mayoría de los que no llegan a los ratios mínimos para alcanzar la cima de la grandeza intelectual de la elite.
Con este método de premiar ese intangible supremo que es el talento, se fomenta un individualismo competitivo feroz y se crean estatus de privilegiados que se comportan como iconos subsidiarios de los valores capitalistas. Lo habitual es que nadie señalado por el talento en los regímenes capitalistas sea un rebelde político o mantenga ideas críticas y singulares contrarias al sistema que le eleva por encima de la mediocridad o normalidad de la masa. Del talento se ha hecho un sucedáneo sutil del estudio concienzudo, la experiencia acumulada, el mérito, la cooperación, la solidaridad y el trabajo personal y colectivo.
Suelen recaer estas elecciones mediáticas o en ámbitos más reducidos en personas que funcionan como epítomes vivas de lo que las clases poseedoras necesitan para mantener intacto su estructura de dominación financiera e ideológica. Son iconos ilustres y universales de la posmodernidad neoliberal y de la globalización económica Mark Zuckerberg y su Facebook, Bill Gates y su Microsoft y el fallecido Steven Jobs y su Apple.
En los nombres citados se resume el valor por antonomasia del capitalismo popular: empresarios que desde la nada han recorrido una trayectoria fulgurante para alcanzar la jefatura de inmensos imperios privados. En sus personas germina el talento en grado máximo, despreciando la contribución, inteligencia, creatividad y trabajo de miles de trabajadores anónimos. Es el añejo relato del hombre hecho a sí mismo portador de un aura especial que se impone por encima de los avatares clónicos de la anomia general.
Zuckerberg, Gates y Jobs son paradigmas originales con multitud de versiones adaptadas a situaciones concretas de las sociedades neoliberales pero que sirven de faro, impulso e inspiración psicológica y sociológica a todas ellas.
El mito que explica el talento nos dice, así a lo bruto, que cualquier persona que sea capaz de crear valor de la nada absoluta es un elegido para liderar procesos complejos de distinta naturaleza. Estamos ante un milagro, ante la Idea Total, ante una manifestación de la materia inefable, casi religiosa en sus términos vacuos y espirituales.
Ese valor incognoscible siempre porta consigo un aumento de ventas o un incremento de valor de una marca o un rédito político a corto o medio plazo. El talento capitalista debe repercutir en la cuenta de resultados de alguna compañía, sector o ideología hegemónica aunque se camufle bajo indumentarias de moralidad incuestionable. El ropaje ético como valor e inversión a largo plazo es un vehículo imprescindible para construir rutas más fáciles de transitar por el capital puro y duro y el simple beneficio o interés empresarial que suele concitar opiniones críticas en su contra si se expresa de modo crudo y sincero.
Talento es, pues, lo que el sistema define como tal: todo aquello que sirve a sus intereses económicos y convierte o transforma en valor ideológico de referencia y credo de multitudes sus premisas que dan cobertura a la estructura capitalistas de consumo.
El talento es pura seducción para mantener a raya las reivindicaciones políticas y laborales de la clase trabajadora, actuando de acicate para separar a algunos de sus más destacados elementos hacia la clase media y así ofrecer la idea de movilidad social mediante el mérito y la inteligencia creativa.
Nunca se dirá que una asalariada con dos hijos a cargo con 600 euros al mes de nómina tiene talento para superar sus extraordinarias dificultades sociales y económicas. Tampoco se dirá de un ingeniero o filósofo que postulen argumentos críticos contra el sistema capitalista. O de un político que hable de igualdad y de cooperación social y lucha para erradicar o cercar las causas capitalistas que producen la pobreza y la precariedad vital.
No, el talento que procura extender la posmodernidad ancla sus raíces en banalidades ideológicas y valores fútiles sin contenido social: artistas de modas pasajeras y comerciales, deportistas multimillonarios, empresarios de éxito, intelectuales de verbo grandilocuente y fatuo adheridos a las costuras y nimias prebendas de la notoriedad vacía o personajes estrafalarios de quita y pon. También eligiendo a dedo a cuadros intermedios reconvertidos en capataces de control con mando en plaza de colectivos de trabajadores o equipos profesionales muy dispares. No es necesario decir nombres, están en boca de todos, pero sí es preciso señalar que no es oro todo lo que reluce, antes al contrario, la mayor oferta son baratijas de ocasión o coyuntura interesada movidas por los mass media y los hilos del poder a su antojo y conveniencia.
El talento que crea valor desde la nada absoluta es una quimera, solo accesible a los dioses, esos seres divinos construidos por la mente humana para llenar agujeros negros existenciales y miedos ante la ignorancia y el absurdo de vivir flotando en la vida diaria sin comprender las relaciones invisibles que dan sustento al acontecer histórico, social y político.
Todo talento singular ha brotado y crecido dentro de contextos ambientales determinados, aprovechando del trabajo colectivo de innumerables aportaciones previas. En Napoleón, Aristóteles, Einstein, Marx, Saramago, Neruda y tantos otros cristalizó un talento personal gracias a muchos factores individuales, colectivos e históricos. Todos somos fruto de vaivenes y contingencias, la mayor parte imprevisibles o fortuitas.
El talento que nos quieren vender ahora mismo es un comodín instrumental de carácter ideológico para trazar divisiones ficticias entre la inteligencia creativa o especial y el mero trabajo rutinario, entre un arriba y abajo de índole natural, inamovible e insoslayable.
Todos tenemos habilidades propias para desarrollar alguna actividad profesional o arte o ciencia concretas. El valor supremo debe radicar en el trabajo bien hecho, a conciencia, por sí mismo. Rescatar el valor del trabajo de las fauces de la ideología capitalista es una premisa fundamental para edificar un mundo mejor. Dibujar fronteras excluyentes entre el talento y el resto de labores humanas no es más que crear una división interesada entre elites dirigentes por orden natural y la gran masa de consumidores pasivos de la realidad estructural.
Mediante el discriminador talento capitalista la autoestima a la baja inducida a los perdedores sirve de caldo de cultivo para una mejor explotación mental y laboral de la clase trabajadora. Asumir el rol de perdedor lleva a la resignación social y el pasotismo político.
En tiempos pasados, el talento fue la moneda más valiosa en Grecia, Roma, Cartago y Egipto. Dinero, nada más que dinero. El talento actual ha devenido hoy en dinero ideológico, una suerte de moneda fiduciaria o crédito mercenario para crear valores ficticios sin capacidad de uso inmediato. Tu talento tiene precio: aceptar el sistema capitalista sin rechistar.
Apologistas y defensores del régimen explotador; Nesti Karaguni, 1984
«La teoría marxista-leninista argumenta y la práctica ha probado que las transformaciones revolucionarias socialistas en la base económica, es decir en las relaciones de producción, y en numerosos campos de la superestructura, comienzan a operarse únicamente con la instauración de la dictadura del proletariado. Esta, de manera consciente y organizada, bajo la dirección del auténtico partido marxista-leninista de la clase obrera y apoyada en las leyes objetivas del desarrollo social, aplica profundas y amplias medidas revolucionarías para la liquidación del viejo régimen económico-social opresor y explotador y para la construcción de la sociedad socialista sin clases explotadoras, como primera fase de la construcción de la sociedad sin clases, el comunismo.
En oposición a estas enseñanzas sobre la dictadura del proletariado, como primer e imprescindible acto de la revolución socialista, así como sobre su papel determinante para la realización de transformaciones socialistas en la base económica y en la superestructura, los revisionistas soviéticos, en sus teorías sobre la «vía no capitalista de desarrollo» y de «orientación socialista» hacen hincapié principalmente en las reformas económicas.
Con la pretensión de que supuestamente «la lucha de los pueblos por la verdadera liberación social pasa cada vez más por la esfera de la economía», los revisionistas soviéticos tratan de crear una idea de que para pasar al socialismo debemos comenzar no con la instauración de la dictadura del proletariado, sino con transformaciones en el terreno económico, que realizaría gradualmente el Estado existente, a través de una infinita serie de fases o etapas de transición. Este Estado, al que califican de democrático revolucionario y en el que el poder está supuestamente en manos del pueblo trabajador, estaría dispuesto y en condiciones de realizar, según ellos, profundas transformaciones en todos los terrenos de la vida y de crear las premisas imprescindibles para realizar también la «transición al socialismo».
El modo en que tratan el problema del Estado los revisionistas soviéticos es enteramente antimarxista y burgués, tanto en la teoría, como en política. Son numerosos los hechos que demuestran que, independientemente de ciertas reformas de carácter democrático general realizadas en los países ex coloniales y en vías de desarrollo, en ellos predomina la propiedad privada sobre los medios de producción, tanto bajo la forma de propiedad de capitalistas particulares o de grupos de capitalistas, como bajo la forma del capitalismo monopolista de Estado. El poder político en estos países se halla en manos de las clases burguesas y feudales y en muchos de ellos incluso en las de las camarillas más reaccionarias, antes asociadas a los imperialistas, que oprimen y explotan al proletariado y a las masas trabajadoras. Las clases dominantes, en general, están estrechamente ligadas al imperialismo estadounidense, al socialimperialismo soviético o a otros imperialismos, cuyo capital, como evidencian los hechos, mantienen aún importantes posiciones en la economía de dichos países, y, de una u otra forma, se imponen incluso en su política. Es natural que este Estado y toda la superestructura erigida sobre la base económica y que es reflejo de ella, independientemente de los calificativos que puedan merecer, protegen la propiedad privada sobre los medios de producción, las relaciones económicas levantadas sobre aquéllas y está al completo servicio de las clases dominantes.
Es sabido que el Estado, mientras exista, tendrá siempre un acentuado carácter de clase. Naturalmente que entre los nuevos Estados nacionales de los países ex coloniales y poco desarrollados existen algunos que son más progresistas y democráticos que los que han venido a sustituir la época de la dominación colonial. Pero esto no significa que estos Estados se hayan convertido en Estados por encima de las clases o al margen de ellas. Ellos, como cualquier Estado, son Estados de una clase determinada y no en general del «pueblo trabajador», como pretenden los revisionistas soviéticos.
Los revisionistas soviéticos afirman que, en estos países simultáneamente a la realización de reformas en el terreno económico, habría cambiado también gradualmente el propio Estado y que, por tanto, se podría pasar de la dictadura democrático-revolucionaria a un Estado de tipo socialista mediante las reformas que deberían hacerse en el marco del régimen económico-social y político existente, como la creación de:
«Nuevas instituciones democráticas revolucionarias de poder». (Nauchniy komunizm; Nº.3, 1980)
Con la redacción de una:
«Legislación que exprese los intereses de las masas». (Nauchniy komunizm; Nº. 3, 1980)
Con el desarrollo de la lucha contra:
«El burocratismo en el aparato administrativo estatal». (Nauchniy komunizm; Nº. 3, 1980)
Con el reforzamiento:
«Gradual del aparato de Estado con cuadros autóctonos fieles al pueblo». (Pravda; Informe ante el XXVIº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 24 de febrero de 1981)
Y también:
«Mediante la profundización de la democratización del poder y del ejército». (Voprosi fillozofi; Nº.2, 1983)
Esto sería, según ellos este Estado reformado que permitirá, supuestamente de manera consciente, la transición al socialismo.
Puntos de vista semejantes al de los revisionistas soviéticos y pretensiones sobre la reforma del viejo Estado opresor y explotador, los predicaron ya en el pasado los Bernstein, los Kautsky, y demás oportunistas. Pero es sabido que Lenin, al desenmascararlos y demolerlos argumentó que las reformas que puedan hacerse al Estado opresor y explotador burgués no son de tal magnitud que expresen los intereses de las masas, sino que no afectan en absoluto la naturaleza de clase, el régimen económico-social y la dominación de las clases explotadoras. «Cambios» en el viejo aparato de Estado burgués se realizan continuamente, a fin de que el Estado se adecúe mejor a las nuevas situaciones, sobre todo para hacer frente a los movimientos y luchas revolucionarias crecientes que desarrollan el proletariado y los pueblos contra sus opresores. Pero los «cambios» de esta naturaleza en el aparato de Estado no tienen por objetivo crear las premisas para llevar a los países ex coloniales ni a los demás países capitalistas al socialismo, como pretenden los revisionistas soviéticos, sino que se realizan en función del continuo fortalecimiento de la dictadura burguesa o feudal-burguesa, para defender lo mejor posible los intereses y la posición de clase de las clases poseedoras de la sociedad.
Profundizando en sus prédicas antimarxistas sobre el Estado de «orientación socialista» de los países ex coloniales, Estado que supuestamente estaría en condiciones de llevar a cabo profundas reformas económicas y de conducir gradualmente a estos países al socialismo, que estaría supuestamente en condiciones de reformarse y transformarse gradualmente en «Estado de tipo socialista», los revisionistas soviéticos llegan, por consiguiente, a otra conclusión político-teórica: dejan entrever que para pasar al socialismo en tales países no hace falta ni la revolución proletaria, ni la destrucción del viejo Estado burgués, sino que por el contrario sería, necesario conservar y fortalecer el Estado existente. Esta conclusión se halla en flagrante contradicción con lo argumentado por los clásicos del marxismo-leninismo y que ha probado plenamente la práctica revolucionaria, el que para pasar al socialismo es imprescindible la revolución y como su primer acto y victoria la destrucción completa y hasta los cimientos del viejo Estado opresor y explotador.
Engels ha dicho que el Estado burgués es una fuerza especial de represión del proletariado por la burguesía. Por eso, para pasar a la sociedad sin clases, es preciso que esta fuerza particular sea reemplazada por otra fuerza especial, por el Estado proletario, como arma con la que el proletariado y sus aliados aplastarán la resistencia de la burguesía y de las clases explotadoras. Pero esta substitución, ha argumentado posteriormente Lenin, no puede ser realizada con «arreglos» ni «reajustes» del viejo aparato de Estado. Esto es posible únicamente rompiendo y destruyendo este aparato desde los cimientos, lo que solo es posible mediante la revolución proletaria violenta:
«La dictadura del proletariado no puede surgir como resultado del desarrollo pacífico de la sociedad burguesa y de la democracia burguesa; solo puede surgir como resultado de la demolición de la máquina del Estado burgués, del ejército burgués, del aparato burocrático burgués, de la policía burguesa». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)
Atribuyendo arbitrariamente y con fines especulativos al Estado burgués de los países calificados de «orientación socialista» características socialistas, que ni tiene ni puede tener ni en la teoría ni en la práctica, los revisionistas soviéticos le atribuyen al mismo tiempo actos supuestamente consecuentes y socialistas. Afirman que este Estado, después de:
«Liquidar la pobreza y superar el atraso socio-económico del país». (Voprosi fillozofi; Nº.10, 1978)
Adopta medidas y:
«Pone conscientemente obstáculos para que el capitalismo no se desarrolle». (Voprosi fillozofi; Nº.10, 1978)
Liquidando gradualmente las:
«Posiciones de los monopolios imperialistas, de la burguesía y de los grandes feudales nativos, limitando la actividad del capital extranjero». (Pravda; Informe ante el XXVIº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Pravda, 24 de febrero de 1981)
Y creando y fortaleciendo el sector estatal de la economía. Según ellos, en los países de «orientación socialista» se sigue:
«La línea de creación planificada de las premisas materiales y técnicas de desarrollo socialista». (Voprosi fillozofi; Nº.3, 1983)
Basta únicamente con analizar por poco que sea estas declaraciones oficiales de los políticos y de los teóricos revisionistas soviéticos para descubrir su posición antimarxista, antiproletaria, pro burguesa y reaccionaria.
En primer lugar, la creación del sector estatal de la economía en los nuevos Estados nacionales, que los revisionistas soviéticos consideran como el factor más importante para la «limitación consecuente» de las relaciones capitalistas y para el surgimiento de las relaciones socialistas de producción, tal como ha demostrado con innumerables hechos la práctica no aporta ni puede aportar ningún elemento de carácter socialista al terreno de las relaciones de producción. Engels ha subrayado que en los países capitalistas la transformación de la propiedad en propiedad del Estado no suprime el carácter capitalista de las fuerzas productivas ni las relaciones capitalistas, por el contrario, lejos de ser abolidas llegan al límite, a la cúspide.
También Lenin desenmascaró a todos los oportunistas y revisionistas que para evitar la revolución, intentaban embellecer al capitalismo presentando al capitalismo monopolista de Estado como un régimen no capitalista. La creación del sector estatal por la vía de las nacionalizaciones en las condiciones en que la burguesía mantiene el poder político e impone su dictadura, representa una forma particular de la propiedad burguesa, un capitalismo colectivo. Este capitalismo estatal no cambia de ningún modo la naturaleza del régimen explotador existente, no suprime la explotación del hombre por el hombre, ni el paro forzoso ni la pobreza. La posición y la situación de los obreros en las empresas estatales capitalistas es semejante, que la de los obreros de las empresas privadas capitalistas:
«El capitalismo de Estado, tal como ya lo ha probado una larguísima experiencia, es mantenido e impulsado por la burguesía, no para crear las bases de la sociedad socialista, contrariamente a lo que sostienen los revisionistas, sino para reforzar las bases de la sociedad capitalista, de su Estado burgués, para explotar y oprimir aún más a los trabajadores». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1978)
En segundo lugar, los revisionistas soviéticos hablan de una supuesta liquidación de las «posiciones de los monopolios imperialistas, de la burguesía y de los grandes feudales nativos», pero no mencionan en absoluto ni a la burguesía media ni a la pequeña burguesía, sobre todo a la pequeña burguesía urbana. Hablan, al mismo tiempo, de la «limitación de la actividad del capital extranjero», pero no de su liquidación. Según parece, tanto la burguesía media, y la pequeña burguesía nacional, como el capital extranjero, aunque un tanto «limitado», estarían presentes en el futuro régimen «socialista». De este modo –siempre según los soviéticos– los países de «orientación socialista» pasarían gradualmente al «socialismo» junto con la propiedad capitalista de Estado, con la propiedad privada capitalista media y pequeña e incluso con el capitalismo extranjero, es decir, de hecho sin ninguna modificación radical en el terreno de las relaciones de propiedad, con todo capitalista y con nada socialista.
En tercer lugar, los revisionistas soviéticos pretendiendo que desde el triunfo de la revolución antiimperialista de liberación y la proclamación de la independencia nacional en los países ex coloniales y hasta que se produzcan en ellos las premisas que den inicio a las transformaciones para pasar al socialismo, se precisa un período prolongado, niegan de hecho la necesidad de la revolución socialista y sus preparativos, dejando el socialismo para un futuro incierto y lejano. Afirman que el llamado curso consciente y gradual de la orientación socialista:
«Determina el proceso de desarrollo no capitalista, como prolongación en el tiempo del proceso revolucionario». (Leninskaya Teoriya socialisticheskoy revoljucii i sovremyenost; Moskva 1980)
La prolongación en el tiempo de este proceso, según ellos, plantearía supuestamente la necesidad de que el «avance» se efectúe gradualmente, a través de numerosas etapas de transición que permitan evitar que se:
«Fuercen artificialmente las transformaciones sociales». (Mezhdunarodnaya zhisny, Nº. 3, 1981)
Y esto hasta que alcancen un nivel que se acomode al socialismo y el proletariado crezca y se desarrolle al punto de constituir la mayoría de la población.
No es difícil comprender que estas concepciones son idénticas a la teoría oportunista de las «fuerzas productivas» de Kautsky y de otros oportunistas que en el pasado desenmascaró Lenin. Son semejantes a las teorizaciones y deformaciones antimarxistas de los revisionistas yugoslavos en lo referente a las etapas de la revolución, a los momentos y las vías de transición de una etapa a otra, que trataban de imponer a nuestro partido a fin de que fueran aplicadas en Albania. Para no quemar las etapas de la revolución «aconsejaban» que no se hiciera de manera inmediata el paso de la primera etapa democrática a la segunda etapa socialista de la revolución; defendían la idea antimarxista, según la cual, puesto que éramos una democracia popular, la burguesía no debería ser tocada, ya que de lo contrario, según los titoistas, se quemarían las etapas; proclamaban como camino de transición de la primera etapa de la revolución a la segunda la vía de las reformas y sacaban la conclusión de que la transición de una a otra etapa debe prolongarse en el tiempo. Es sabido como Lenin desenmascaró y refutó la teoría de las «fuerzas productivas» y como, al descubrir la ley objetiva del desarrollo económico y político desigual de los países capitalistas en la época del imperialismo, llegó a la conclusión y argumentó que la revolución puede estallar y triunfar también en algunos países, e incluso en uno solo, allí donde el eslabón de la cadena imperialista sea más débil, independientemente de si este país no se halla entre los más desarrollados en lo que se refiere a las fuerzas productivas. El eslabón más débil de la cadena imperialista será el país donde se exacerben todas las contradicciones sociales y de clase y se cree una situación revolucionaria, allí donde el proletariado haya creado su propio partido marxista-leninista y esté preparado para las grandes batallas revolucionarias. Lenin argumentó asimismo que el triunfo de la revolución democrática de liberación puede y debe servir como etapa preliminar de transición al socialismo, porque en el imperialismo se crean condiciones tales que la revolución, teniendo a la cabeza al proletariado y a su partido marxista-leninista, puede desarrollarse de manera que pueda pasar lo más rápidamente posible de la etapa de la revolución democrático-burguesa a la etapa de la revolución socialista, instaurar la dictadura del proletariado y construir el socialismo y el comunismo.
Estas enseñanzas de Lenin las confirmó la práctica de la revolución de octubre de 1917 en Rusia y la construcción del socialismo en la Unión Soviética en su época y en la de Stalin. Esto lo confirma asimismo la revolución y la construcción del socialismo en Albania. Es sabido que la Albania de antes de la liberación era un país relativamente atrasado desde el punto de vista económico-social y cultural. Era un país esencialmente agrario, con una industria casi inexistente y con un bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. La clase obrera era poco numerosa, dispersa, y no formada como proletariado industrial, aún no había alcanzado madurez organizativa ni política. Pero sin embargo este estado de cosas no impidió al Partido Comunista de Albania, organizar y llevar a la victoria la lucha de liberación nacional, preparar las condiciones, organizar y dirigir, simultáneamente la lucha por la liberación nacional, la lucha por el progreso social, instaurando en primer lugar el poder popular, como dictadura de las fuerzas democrático-revolucionarias, pero que cumplía al mismo tiempo las funciones de dictadura del proletariado y que introdujo rápidamente al país por el camino de la construcción socialista. (Nesti Karaguni; La esencia reaccionaria de la teoría revisionista soviética de la «orientación socialista», 1984)
Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Stalin, 1929
Introducción de «Bitácora (M-L)»
Era deber rescatar uno de los documentos de Stalin referentes a la lucha contra la tendencia derechista dentro del Partido Bolchevique, la cual tuvo como actor fundamental a Bujarin. El documento consta de una caracterización del cuerpo ideológico de esta desviación en donde se demuestra la inconexión de estas ideas con el marxismo-leninismo, en un momento de agudización de la lucha de clases y de plena ofensiva socialista contra los elementos capitalistas en el interior del país. Será pues de gran utilidad para el lector interesado en la formación político-ideológica, al tiempo que le permitirá detectar las mismas desviaciones en las organizaciones y luchas contemporáneas. Entendemos pues que un exhaustivo repaso en lo referente a la vigilancia, detección y eliminación de dicha desviación es totalmente necesario para los marxista-leninistas de todo tiempo, no sólo porque el «derechismo» ha causado últimamente más perjuicios que el «izquierdismo», sino porque al estudiar concienzudamente dicha figura, el bujarinismo, se observará que esta es la fuente primaria de inspiración para otros revisionismos: Browder en Estados Unidos, Tito en Yugoslavia, Mao Zedong en China, Gomułka en Polonia, Nagy en Hungría, Sejfulla Malëshova en Albania o el propio Voznesensky años después en la Unión Soviética.
Se podrá apreciar como Stalin comenta y refuta varias de las tesis de los oposicionistas. La lucha se terció:
1) Las teorías que bregaban por el mantenimiento de un campo de pequeños productores privados, en lo que se llamó inicialmente la «teoría del equilibrio» –sin ver el cambio cualitativo que supone el koljoz ni las relaciones que establece con el Estado socialista–;
2) La mutación de estas posiciones antimarxistas en la última resistencia tras comenzar la colectivización a gran escala: la teoría de la «integración de las clases explotadoras» del campo y la cuidad en el sistema socialista –queriéndose por ejemplo otorgar las mismas prerrogativas y trato desde el Estado al kulak que al resto de campesinos por ejemplo en dicho proceso de colectivización–;
3) Contra el intento de aminorar la tasa impositiva al campesinado a la hora de la industrialización, haciéndose eco del «retraso» de la Unión Soviética pero queriendo superar el atraso industrial mediante mecanismos antimarxistas;
4) Contra el peligro que nace de quién no comprende que mientras no exista en su plenitud el sector socialista, el sector capitalista se reproduce aunque sea a pequeña escala y poco a poco engendra burguesía, como es el caso de la reproducción de pequeños productores, pero también por supuesto los concesionarios o el kulak, y por tanto se mantienen la explotación del hombre por el hombre;
5) Contra la absurda idea de que el explotador perderá el ánimo al lucro y entregara su poder económico y político para que el socialismo triunfe –pese a perjudicar a sus intereses de clase–;
6) Contra la idea pequeño burguesa que reniega de la industria y su incidencia en la colectivización impidiendo que el campesino perciba el cambio y beneficio que supone la nueva organización mecanizada;
7) Contra el intento de los oposicionistas de disipar las diferencias de principios dentro del partido y comprenderlas como diferencias insignificantes, contra la idea de la coexistencia de ideas burguesas y pequeño burgueses en el partido proletario y su enquiste en el partido bajo fracciones y líneas. En definitiva, la lucha contra la desviación derechista dentro del partido es la lucha contra la idea liberal de un socialismo que beneficie a explotadores y explotados.
8) En contra de la idea de que el partido es una tertulia familiar o un club de amigos. Con ello se busca fustigar la idea que es normal que en cada militante, a la hora de desempeñar sus tareas puede primar la familiaridad, las amistades personales y otros factores que a la hora de emitir opiniones, críticas y autocríticas sobre temas políticos distorsionan la verdad.
Notas
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La vida de los otros
Respiro hondo, en un principio alucino en colores, luego me digo a mi mismo –Coño lo estoy haciendo bien, estos hijos de puta están ladrando, el puto estado, sus criminales, sus terroristas compinches me vigilan, que enorme satisfacción.
Ahora son parte de mi cotidianeidad, controlan mi vida, la vida de los otros, están presentes, los insulto cuando hablo con algún amigo o amiga y de repente el ordenador se me apaga solo, se me bloquea, están ahí y son tan cobardes que no se atreven a dar la cara, solo miran, quizá se masturben como mirones enfermos leyendo desde sus siniestros cuarteles lo que escribo, lo que opino, lo que hago en mi trabajo de escritor combativo, anti sistema, anti capitalista, revolucionario.
Nunca imaginé que esta España de pandereta, tortura, corridas de toros, hambre infantil y corrupción política y real generalizada pudiera caer tan bajo, espiar a alguien tan humilde como yo, un luchador social que no busca dinero, ni honores, solo seguir combatiendo por un mundo mejor, más justo, más solidario, más humano.
El caso es que ahora me corto menos a la hora de escribir y opinar, se que estos esbirros, estos infelices utilizan, según mi amigo informático, tecnología militar para espiarme, la misma que usan para los terroristas, para ellos soy un terrorista de las letras, alguien que opina libremente, que no se vende, que no entra en el juego de este sistema criminal.
Tapo la cámara de mi portátil no porque me den miedo, solo para que no vean mi casa, mi lugar de descanso y creación, se que están ahí, que no hay programas espías que los controlen, que seguirán mirando desde sus oscuras guaridas mi tranquila vida.
Pero sigo escribiendo, no paro, me dan fuerza, no los odio, no puedo, no me nace, nunca podría experimentar esa rabia que solo habita en mentes criminales, aunque tipejos como ellos asesinaran en el 37 a parte de mi familia simplemente por pensar diferente.
La vida de los otros, mi vida, la vida de millones de personas espiadas por esta gentuza, por unos esbirros que no sirven para nada, que no aportan nada a la madre tierra, que matan en Palestina, en Siria, en Afganistán, en Libia, en Irak, que expropian cada día en España a más de 600 familias, que solo sirven para llenar de sangre los humildes suelos de los hogares pobres de la gente honrada.
Solo quería que lo supieran queridos/as lectores/as, queridos/as amigos y amigas que comparten este espacio de combate. Gracias por estar al otro lado de esta trinchera de amor y ternura.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/
[Chile] Paro del Registro Civil: Síntomas de un Estado débil
El paro del registro civil evidencia síntomas de un Estado débil que va por un mal camino. La clase política y gobernante debería hacer un esfuerzo por recuperar la fortaleza perdida. De nada sirve dar marcha hacia adelante si tarde o temprano la locomotora del Estado podría descarrilarse.
La clase gobernante debe tomar nota de los acontecimientos recientes dados dentro de un ambiente que poco a poco se ha venido enrareciendo.
El Estado no puede dar espacio para que sectores estratégicos paralicen actividades. Los sectores estratégicos deben permanecer «satisfechos». Mantener sectores estratégicos insatisfechos es una mala jugada, ya que abre la puerta a la propia impopularidad o bien al interés privado.
La llegada de la «satisfacción» a sectores estratégicos podría ahorrar un gran dolor de cabeza a la clase gobernante, la cual hoy debe hacer frente tanto a la corrupción como al ambiente de desconfianza.
Si no atendemos la «satisfacción» de sectores estratégicos del Estado estaremos abonando el camino a caminos tortuosos con destinos poco agradables. Eso sí, «engordar la vaca» pero eliminando «malas costumbres» que han permitido actual proceder. No podemos estar al servicio de las «pataletas» de un «niño» malcriado e irresponsable, lleno de comodidades. Hay que educar y poner límites.
Debemos entender que el actual modelo económico neoliberal está en descenso en América Latina porque no han sabido entender la importancia de tener un Estado robusto para la consecución de objetivos trazados en favor de los gobernados.
Si la prioridad es el pueblo, entonces se debiera enfocar en el fortalecimiento del Estado. Llega a ser vergonzoso para el gobierno de Michelle Bachelet tener que hacer frente a «cuentas impagas» dentro de la propia casa y, más aún, cuando existen «dificultades» para asumir responsabilidades.
Chile es un país muy rico en recursos naturales y no debiera desaprovechar la oportunidad que le brinda ello para robustecer el Estado; sería beneficioso tanto para la clase gobernante como para los gobernados. Obviamente sería perjudicial para las elites económicas, pero, si éstas desean preservar un ambiente de estabilidad para sus intereses, deberían estar abiertos a ciertos ajustes al Estado e incluso promoverlos. No querríamos repetir el hastío producido en el continente de un Estado débil junto con la aparición de fuerzas «populistas» ¿verdad?
La autolisis política de Erdogan
Hasta ahora Turquía ha vivido polarizada entre un nacionalismo laico, propio de los sectores urbanos más desarrollados, y un islamismo tradicional en el que se ha refugiado la población rural más desfavorecida y con el afán de refundar la Turquía moderna, Erdogan, nuevo “padre de la patria” (Atatürk), trata de unir islamismo , nacionalismo y europeismo con su entrada en la UE. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi o AKP); a menudo denominado en Turquía Ak Parti”, ya que sus seguidores emplean el vocablo en turco Ak, (que significa blanco, limpio, o intachable) para identificar a su partido) , sería en sus inicios un partido conservador moderado, de tendencia demócrata-musulmán, a la imagen y semejanza de los partidos demócrata-cristianos europeos pero tras el desapego afectivo de Erdogan respecto a Occidente, habría evolucionado hacia un partido islamista-presidencialista con claros tintes autocráticos.
Adhesión de Turquía a la UE
Las discusiones de adhesión, que se iniciaron en octubre de 2005, están prácticamente estancadas y algunos países del bloque como Francia y Alemania se oponen a darle a Turquía el estatuto de miembro pleno y prefieren la perspectiva de una asociación, aunque la cuestión de fondo de la firme oposición franco-alemana es el temor a la pérdida de poder político, pues con el nuevo Tratado de Lisboa, la población pasará a ser un elemento determinante para medir la importancia de cada país en la UE. Así, la gran conquista de Alemania en el nuevo tratado, ( el reconocimiento a su mayor peso tras la reunificación) , se desvanecería a la luz de la bomba demográfica que representa Turquía, pues en la UE vivirían en la actualidad más de 3,7 millones de turcos,( cifra que corresponde casi a la población de Irlanda) y se calcula que en el momento de la adhesión definitiva, la población musulmana de la UE aumentaría del 5% actual a cerca del 20% de la población total. El segundo impedimento para los turcos con vistas a la adhesión es el diferencial de Renta per cápita con respecto a la UE , por lo que existe el temor de que el nuevo socio acapare la mayor parte de los fondos europeos.
Sin embargo, dicha política podría volverse en contra de la UE, pues los procesos de adhesión han funcionado como un instrumento democratizador y reformista del continente y caso de cerrarse el proceso de ampliación, sin Turquía, se corre el riesgo de que los valores democráticos que la UE ha exportado hacia los países de la la extinta URSS, sean reemplazados por los ideales expansionistas de la Nueva Gran Rusia, (con lo que se alteraría notablemente el escenario geopolítico europeo para la próxima década), por lo que el presidente estadounidense Barack Obama apoyó en Praga la candidatura de Turquía a la Unión Europea (UE), al decir que “avanzar hacia la adhesión de Turquía a la UE sería una señal importante de nuestro compromiso con esta agenda y de que seguimos amarrando Turquía a Europa”. pues Turquía era entonces para Obama el paradigma de país islamista moderado y demócrata que desearía exportar al resto de países del Oriente Próximo, por lo que Erdogan contaba con el apoyo incondicional de Obama al convertirse Turquía en elemento de referencia en el laberinto geopolítico de Oriente Próximo.
La deriva autocrática de Erdogan
La autocracia, del griego autos (por sí mismo) y kratos (poder o gobierno), sería la forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres , llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes autocráticos (inflexible, centralista y autoritario), lo que corrobora la tesis de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. Los sistemas autocráticos (gobiernos de facto), serían pues una especie de dictaduras invisibles sustentados en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas) y represión social ( promulgación de Decretos-Leyes que rozarían la constitucionalidad pero que quedarán revestidos por el barniz democratizador del Tribunal Supremo de turno ), síntomas evidentes de una deriva totalitaria
Erdogan tendría como objetivo inequívoco la implementación del Estado Islamista-Erdoganista, lo que supondría el finiquito del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, quien creía que “el secularismo y la europeización de Turquía eran los medios más aptos para transformar su país en una nación industrial moderna”, con lo que el kemalismo dejó como herencia una crisis de identidad en la sociedad turca, (europeizada pero no integrada en las instituciones europeas y musulmana pero extraña al mundo islámico). Así, la implantación del Estado Islamista-erdoganista se plasmaría en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria, restricciones a la libertad de expresión en forma de encarcelación de periodistas opositores (según Reporteros sin Fronteras, Turquía ocuparía el puesto 154 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa en el 2014), la polémica restricción de venta de alcohol y el anunciado despliegue de la policía en los campus y residencias universitarias que podría desencadenar un nuevo Mayo del 68.
Erdogan como obstáculo
El mandato de Erdogan como primer ministro finiquitaba en el 2015 sin posibilidad de reelección por lo que tras su cómodo triunfo en la Elecciones presidenciales (51,8% de los votos), tan sólo le restaba que prosperara la reforma constitucional que el propio Erdogan y el AKP proponían y para lo que necesitaban la mayoría simple en el Parlamento turco con el objetivo de implantar la nueva República Islámica de Turquía en el horizonte del 2016 e instaurar un Gobierno Presidencialista con poderes cuasi ilimitados, con lo que Turquía se convertiría de facto en un régimen autocrático en el que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y a los Hermanos musulmanes y al consiguiente enfrentamiento con Israel y Egipto así como la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD que chocaría con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona. Así, Kemal Kiliçdaroglu, líder del principal partido opositor turco, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha afirmado que los «tambores de guerra» son parte de la estrategia para reforzar la autoridad de Erdogan después de que su Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) perdiese la mayoría en las elecciones del pasado 7 de junio pues la obsesión de Erdogan sería impedir el surgimiento de una autonomía kurda en Siria que sirva de plataforma al PKK por lo que el Congreso turco habría aprobado una ley que permite al Ejército turco (TSK) entrar en Siria e Irak para combatir a “grupos terroristas”, eufemismo bajo el que se englobarían no tanto el ISIS como el PKK y el PYD kurdo-sirio, aliado y hermano del PKK.
Sin embargo, la Administración Obama estaría estudiando implementar el llamado Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, que preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, tendríamos el Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria liberadas por la insurgencia kurda del PYD sirio (región autónoma de Rojava)y el sudeste de Turquía controlado por el PKK. El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan , por lo que Erdogan sería un obstáculo para el diseño de la nueva doctrina de EEUU.
¿Golpe de mano contra Erdogan?
El Ejército turco (TSK) desempeña un importante papel político en la sombra, puesto que se consideran los guardianes de la naturaleza secular y unitaria de la República siguiendo los postulados kemalistas y los partidos políticos juzgados como anti-seculares o separatistas por el Poder Judicial Turco (a instancias del estamento militar), pueden ser declarados ilegales y ya en vísperas de la elección de Abdullah Gül como Presidente de Turquía ( agosto del 2007), las Fuerzas Armadas afirmaron que “intervendrán decisivamente en la defensa del laicismo ante los esfuerzos de determinados círculos de socavar los valores fundamentales de la república que han aumentado claramente en tiempos recientes”, advertencia próxima a la retórica del Golpe Militar de 1.980 y que podría extrapolarse a la situación política actual caracterizada por la inestabilidad política, las masacres de Diyarbakir, Suruq y Ankara contra la población kurda y la guerra declarada contra el PKK. Ante esta situación, no sería descartable que el ejército turco (TSK) protagonice un nuevo golpe “virtual” o “posmoderno” que acabaría con el mandato del Primer Ministro Erdogan, (rememorando el ‘golpe blando’ de 1997, cuando los generales kemalistas arrebataron el poder al Gobierno del presidente Necmettin Erbakanpor, quien lideraba una coalición islamista), golpe que contaría con las bendiciones de Washington al haber dejado Erdogan de ser un peón útil para la estrategia geopolítica de EEUU basada en la implementación de “golpes virtuales o postmodernos“ en los países de la zona (Egipto) con el objetivo de sustituir a los regímenes islamistas surgidos de las urnas por regímenes militares presidencialistas en el marco del nuevo escenario geopolítico mundial surgido tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, quedando Siria y Turquía como portaaviones continentales de Rusia y EEUU respectivamente.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista
Derecha latinoamericana: Una plaga a erradicar en la Patria Grande
A propósito de las elecciones argentinas del venidero domingo, es válido recordar cuánto arruinaron a esa rica nación de la Patria Grande, las dictaduras militares impuestas en Buenos Aires por sectores conservadores, y ejecutivos “democráticos” disfrazados de ovejas, pero lobos al fin, todos al servicio de la oligarquía, y de Estados Unidos.
Unos vestidos de militares y con armas asesinando en las calles, y otros de cuello blanco robando, al igual que los primeros, vendieron y quebraron una y otra vez a esa nación sudamericana, que comenzó a recuperarse y lograr estabilidad con la llegada a la Casa Rosada del presidente Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003.
Fue Kirchner quien consiguió sacar a la Argentina del llamado “corralito”, una de las peores crisis de la historia de su país, que vivió a fines del siglo pasado y primeros años del XXI en un caos económico total, en suspensión de pagos y con altísimos índices de desempleo y pobreza.
A esa problemática tuvo que enfrentarse el entonces nuevo ocupante de la Casa Rosada de Buenos Aires, quien revertió el panorama nacional, al reestructurar la deuda, alcanzar un superávit fiscal, incrementar las reservas monetarias del Estado, y mantener una tasa de crecimiento del 9 por ciento hasta 2007.
Kirchner desafió las recetas venenosas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI), como otra fórmula macabra de dominación de Washington en Latinoamérica, y abogó por la soberanía y la integración regional.
Similar camino y con demostrada valentía ha recorrido hasta hoy la presidenta Cristina Fernández, quien en sus dos mandatos ha superado todo tipo de obstáculos de la derecha tradicional, y sus financistas externos, para asediarla y tratar de derrocarla.
Ningún método les ha servido a los enemigos de los procesos soberanos y unitarios que se escenifican actualmente en Latinoamérica para doblegar a la bella y digna Cristina, ni siquiera el de los parásitos e infames Fondos Buitre.
La mandataria Argentina se va por la puerta ancha, con un proyecto hecho, que de seguro tendrá continuidad por sus sucesores, y ella desde ya figura en la historia como una de las más valerosas mujeres de la Patria Grande.
Los conservadores en ese Estado sudamericano, como en la mayoría de la región, tendrán que conformarse con tratar de estropear los cultivos que a favor de los pueblos riegan los gobiernos progresistas, pero que al mismo tiempo fertilizan con más eficacia para erradicar la plaga que sigue siendo la derecha, quizás hoy más violenta, para Nuestra América.
Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, entre otras naciones, también del Caribe, con destaque para Cuba como ejemplo histórico, sabrán salir victoriosas, junto a la Argentina, ante quienes insisten en saquear a la Patria Grande en beneficio de las oligarquías decadentes como el imperio de Estados Unidos.
El pseudo -estado criminal de Kosovo admitido en la UNESCO
El apoyo ofrecido por el Presidente de Estados Unidos hace unos meses a la propuesta realizada por Albania para obtener representación en la UNESCO ha sido tan previsible como lacerante.
Una vez más los Estados Unidos han impuesto sus decisiones a Naciones Unidas, subvirtiendo, o interpretando torticeramente la legalidad internacional. Pese a que la ONU no reconoce la provincia serbia de Kosovo y Metohija como estado ,así queda fijado por la resolución 1244, Estados Unidos si lo hizo, forzando a su vez y una valoración consultiva por parte de las Naciones Unidas en las que se considera a Kosovo como libre . Washington consigue con este malabarismo jurídico vacío de contenido real imponer con su poder financiero y político su programa geopolítico a la llamada comunidad Internacional y hacer de la ONU, una sucursal de la OTAN.
Que los a primera vista estrambóticos y aislados acontecimientos sucedidos en el Parlamento de Pristina durante los últimos meses, en los que se lanzaron huevos e incluso gas lacrimógeno no son fruto de la casualidad sino de un plan preconcebido; da fe la iniciativa a la que hoy la UNESCO ha dado su visto bueno.
Estamos ante una ofensiva contra las instituciones y población serbo-kosovar. Durante los plenos en los que la división de los otrora amigos del Clan Drenica , hoy enfrentados ,se hizo patente, el mismo objetivo; presionar para minimizar todavía más las funciones y poderes de la asociación de municipios serbios del norte, situados en torno a Kosovka -Mitrovica.
No hay que olvidar que la minoría eslava y gitana de Kosovo-Metohija si bien tiene una presencia mayoritaria en la zona limítrofe con Serbia, presenta un número aún mayor de personas de afiliación no musulmana-albano-kosovar en enclaves totalmente aislados de Serbia, en los que la Eulex no ha logrado erradicar la violencia, acoso, maltrato, discriminación y en definitiva limpieza étnica que se sigue cometiendo en Kosovo desde que las botas de los ocupantes occidentales hollaron el territorio soberano de un país que no pidió jamás su intervención. Y en cuyo demarcación no evitaron la ola de violencia, conocida como el pogromo antiserbio de 2004 que se cobró más de cien víctimas mortales del lado serbokosovar.
Que se hable de los órganos, dependencias y personal estatal serbio en Kosovo como de entes paralelos cuyas funciones debe asumir Pristina tras un diálogo abierto con sus «colegas» serbios tutelado por la UE, evidencia ante qué tipo de proceso afronta Belgrado y la castigada población serbo-kosovar.
La UNESCO que se define como organización dependiente de Naciones Unidas para crear las condiciones propicias para establecer un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos fundado en el respeto de los valores comunes haya aceptado al gobierno Kosovar con destacados miembros a la cabeza implicados personalmente en crímenes de guerra como garantes de un patrimonio cultural que le es totalmente ajeno es inconcebible.

Que el gobierno de Pristina, musulmán, excluyente e islamista deba velar por el arte sacro serbo-bizantino, es uno de los mayores y más descarados actos de cinismo imaginables.
Es poco más que sellar la destrucción del cristianismo en las tierras que vieron nacer a la nación e iglesia ortodoxa serbia, además de constituir una aprobación al genocidio que ha sufrido la población no albanesa en Kosovo y Metohija, desde tiempos de la Yugoslavia tardo-titoista.
Algo que curiosamente fue denunciado por la prensa occidental en los años ochenta pero negado en la asquerosa y criminal campaña de manipulación mediática de los noventa que aplaudió la limpieza étnica, impulsó y financio el islamismo y ayudó a destruir un estado socialista y plural.
Como bien declaró el ministro de asuntos exteriores de Serbia, admitir a Kosovo en la Unesco es como aceptar al estado islámico. ISIS
Según los datos oficiales del gobierno serbio, desde la llegada de la KFOR los albano-kosovares han incendiado o dinamitado más de doscientas iglesias, monasterios, lugares de culto y monumentos de significación cultural, además de la destrucción de 8000 lápidas.
Han sido robados más de 10,000 íconos.
A su vez el primer ministro serbio recordó recientemente la absurdidad de la proposición albanesa ya aprobada:
«Cuatro edificios religiosos medievales serbios -el Monasterio de Decani, El Patriarcado del Monasterio de Pec, el Monasterio de Gracanica y la Iglesia de la Virgen de Ljeviska- son patrimonio de la lista de la UNESCO en peligro.
Los extremistas a uno y otro lado de las bancadas del parlamento kosovar, se vanaglorian de los crímenes cometidos contra la comunidad serbia, y hacen gala de su «evolución» de los valores del .EL.K que se aproximan día a día al fundamentalismo islámico, cada vez más presente y patente en la aparición de grandes y lujosas mezquitas pagadas por el salafismo y wahabismo saudí y emiratí.
Por lo demás la votación no deparó grandes sorpresas, Macedonia y Montenegro rindieron tributo a Tirana y Bruselas y votaron a favor como si estuviéramos en los tiempos del imperio otomano.
La incomprensible pero vasalla decisión de estas dos ex-repúblicas yugoslavas da cuenta de quién es el dueño real del territorio, poder y recursos.
España al igual que Rusia, China, Brasil, Argentina, Angola, Ecuador, Etiopia, India, Marruecos, México, Namibia, Nigeria y Cuba han votado en contra. Probablemente lo hayan hecho por diferentes motivos, pero sin duda lo que les une es su defensa de la humanidad y la justicia.
Veintisiete países han votado en contra y catorce se han abstenido.
Las peticiones de Belgrado a su aliado, amigo y vecino griego no han recogido ningún fruto. El gobierno de Tsipras que prometió a Pristina el pronto reconocimiento de su independencia, ha dado la espalda de forma incomprensible y abyecta al pueblo serbio. Como también a gran parte del griego. Quizá condicionado por la troika o por los ruines principios que rigen a las izquierdas postcomunistas a la caza del poder.
De los cincuenta y ocho países que constituyen el consejo ejecutivo para la admisión en la Unesco treinta y tres reconocen la independencia de Kosovo.
No obstante para que la propuesta sea aprobada en noviembre por la Conferencia General de la Unesco, se requiere el apoyo de dos tercios de los 195 Estados miembros, por lo cual el gobierno serbio sigue buscando apoyos diplomático con encomiable esfuerzo.
El gobierno serbio sigue defendiendo lo obvio; que la entrada de Kosovo en la Unesco no supone un reconocimiento internacional, ya otorgado por Estados Unidos y 100 de sus lacayos. Aunque su insistencia en denunciar el ingreso de Kosovo en la UNESCO puede parecer estéril, no está haciendo otra cosa que defender la dignidad nacional, la del pueblo serbio, condenado a la marginación y sometimiento tiempo antes de un bombardeo del que se cumplen ya dieciséis años. Un ataque que se prolonga y eterniza con otras armas. La desnaturalización, negación y derrota definitiva no forman parte de ninguna apocalíptica teoría de la conspiración, sino de un plan de rediseño geopolítico más amplio, en el que una Serbia con un mínimo de soberanía y de entente con Rusia no tiene cabida.
Mientras la flota de USA en aguas del Adriático bombardeaba Yugoslavia con tomahawks con el fin de destruir un país multiétnico y castigar a sus gentes por votar en contra de la terapia del shock, Rusia hace dos semanas lo hacía contras posiciones terroristas islámicas desde el Caspio para ayudar a Siria a mantener su independencia y sus minorías.
El ingreso de Kosovo en la Unesco es un epitome de las privatizaciones ilegales, de las explotaciones de la riqueza minera kosovar, de la desindustrialización y del empobrecimiento de los Balcanes.
Contra el oprobio y la vergüenza: