Los procesos electorales deberían ser la expresión de la voluntad popular y, por tanto, un reflejo de lo que piensa la sociedad o las trabajadoras y trabajadores de una empresa si las elecciones son sindicales.Estas elecciones sindicales son lo más parecido a una democracia obrera a la que podemos aspirar en el sistema capitalista. En las elecciones parlamentarias vemos cómo poco a poco el índice de abstención se consolida y va del 20 al 30%, llegando en estas últimas europeas al 50.78%. Sin embargo, en las elecciones sindicales, la abstención había sido residual, ya que, cuanto más cerca tenemos la toma de decisiones, más implicación hay del colectivo. Y la realidad sindical históricamente estaba muy ligada al centro de trabajo, a las asambleas. La delegada o delegado estaba junto a sus compañeros, pero esta realidad cada día es más lejana. Hoy la mayoría de los representantes de los trabajadores son sujetos extraños en el colectivo obrero, son liberados que solo pisan las empresas en elecciones y se reúnen antes con el Jefe que con la plantilla.Llegado el conflicto negocian al margen de obreras y obreros.