Para los antiimperialistas afganos, como para todos, la venganza se sirve fría. Sobra tiempo para volver a brindar; por tanto hemos procedido a meter nuevamente el champán en el refrigerador.
Al menos diez de personas, entre ellas cuatro extranjeros, han perdido la vida en un ataque llevado a cabo por un avión teledirigido estadounidense (dron) en la provincia oriental afgana de Nangarhar.
El portavoz de la policía provincial, el coronel Hazrat Husein Mashraqiwal, ha declarado este domingo que el dron atacó el sábado la zona de Gorgori, en la provincia de Haska Mina, a más de 150 kilómetros al este de la capital, Kabul, cerca de la frontera con Paquistán, según publica la cadena de noticias iraní Press TV.
El pasado 5 de agosto, otro asalto aéreo contra el escondite de los milicianos talibanes en la misma región de Nangarhar, mató al menos a 26 personas.
De mismo modo, otro incidente similar tuvo lugar a finales de julio, en la misma región, donde unas 15 personas perdieron la vida.
Los Estados Unidos han estado llevando a cabo asesinatos selectivos a través de drones armados controlados por remoto en Afganistán, Paquistán, Somalia y Yemen.
Washington dice que los ataques aéreos apuntan a los integrantes de Al-Qaeda y otros extremistas, pero según los funcionarios y testigos locales, en la mayoría de los casos, los civiles han sido las víctimas de estos ataques.
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