Radical: Dícese del extremoso, tajante, intransigente, dícese también del partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático. En España el mero hecho de evolucionar y hacerte radical (esa es la acusación: «Se radicalizó») provoca graves problemas. Por cierto, si seguimos al pie de la letra la teoría del señor ministro, cabe preguntarse ¿dónde están el asesino del antifacista gallego Jimmy? ¿Donde está ese radical que no oímos su palpitar? En la calle. No es musulmán.
El Correo.- El hombre de nacionalidad marroquí detenido ayer en Pamplona por la Guardia Civil por su presunta intención de integrarse en el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) hizo vida normal hasta hace dos años, cuando comenzó a radicalizarse a través del consumo masivo de propaganda terrorista en Internet.
Según fuentes de la lucha antiterrorista, una vez que se convirtió a la versión más radical del islamismo utilizó la tetería que regentaba, situada en la calle Simonena del barrio pamplonés de San Jorge, para organizar tertulias en las que que hacía proselitismo del Estado Islámico.
Según las fuerzas de seguridad, el detenido llevaba clientes y amigos a la trastienda de su negocio y allí les mostraba las grabaciones que habitualmente utiliza el Estado Islámico para atraer adeptos hacia su causa. En este sentido, en el interior del local los agentes del instituto armado se han incautado de abundante material informático que está siendo examinado. (¿Proyectaría también películas del Far West como El bueno, el feo y el malo?)
El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, ha resumido la evolución del arrestado al asegurar que en los últimos años se había «autoradicalizado» Cuéntanos una de indios, Jorgito.
En la imagen, el ministro español de Interior. Ignoramos si estaba abriendo una fosa común de las miles que hay en las cunetas españolas, o radicalizándose con la Iglesia Católica. Ora Pro Nobis.