Los refuerzos procedentes de Latakia llegaron y la incursión en Palmira ha comenzado desde el este, el oeste y sur de la ciudad. El EI-CIA tiene escasas municiones y sus militantes se esconden entre la población civil para evitar el destino que tienen asegurado: la exterminación.
El casco histórico está ya bajo el control total del Ejército mientras que miembros de las unidades de Operaciones Especiales buscan, para eliminarlos uno a uno, a los terroristas que huyen, la mayoría de los cuales son iraquíes y turcos.
Unos 40 tanques T-72, han comenzado a moverse por la ciudad atacando objetivos identificados gracias a la colaboración ciudadana y los vuelos de reconocimiento de la aviación rusa. Estos datos son fundamentales para evitar la pérdida innecesaria de vidas inocentes.
El Ejército está dentro de la rotonda central de la ciudad y los miembros del EI-CIA que decidieron quedarse y combatir han tratado de negociar una rendición la cual ha sido rechazada. Lo más probable es que todos sean pasados por las armas.
La única promesa que los comandantes terroristas del EI-CIA hacen a sus sicarios desde Raqqa es que morir mártires significa subir al cielo y de no ser así, irán al infierno. Al carajo todos. Fin de la historia.