Rusia está fortaleciendo su posición como el principal negociador y mediador en el Oriente Medio. Por su parte, Arabia Saudí tiene que admitir que Bashar Asad ha ganado de facto la guerra y que podrán conversar con él solo a través de Moscú, escribe el profesor de la Universidad de Finanzas de Rusia Guevorg Mirzayán en su artículo para Sputnik.

El destino de Daesh —autodenominado Estado Islámico, grupo terrorista prohibido en Rusia y otros países— ya se conoce: no va a sobrevivir, opina el politólogo. Pero tras ser eliminada esta amenaza, aparece de nuevo el problema con la oposición que hoy en día se encuentra en el oeste de Siria. De momento, existe una tregua, se crearon cuatro zonas de distensión, pero esa no es la respuesta al problema, destaca el experto.

El tiempo de distensión acordado es necesario para llevar a cabo negociaciones y alcanzar un acuerdo entre el presidente sirio y la parte menos violenta de la oposición. Al mismo tiempo, la oposición que perdió la guerra civil por alguna razón se considera igual a Asad en las negociaciones y expone demandas exageradas, como cambiar al presidente.

Para resolver este rompecabezas, Moscú necesita la ayuda de los países del golfo Pérsico y los saudíes desempeñan aquí un papel esencial. Han evaluado sobriamente sus posibilidades y han expresado interés en negociar con Moscú.

El propósito de las conversaciones es preservar la influencia de Riad en los asuntos sirios después de la victoria de Asad, cree el politólogo. Por lo tanto, Arabia Saudí está dispuesta a incluir a los grupos sirios que están bajo su control en el proceso de negociación.

Sin embargo, no todo es tan simple, de acuerdo al analista. A Riad le gustaría que Moscú legalizara al grupo terrorista Frente Fatah al Sham (anteriormente, Frente al Nusra), lo incluya como parte de la ‘oposición moderada’ y empuje a Asad a negociar con ellos.

Pero el Kremlin considera a Al Nusra una organización terrorista y critica a todos los que cooperan con ella. En particular, Moscú ya ha acusado a Estados Unidos de intentar legitimarla. Por eso, el proceso de paz en Siria no se puede considerar como algo ya alcanzado, concluye Mirzayán.

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