Facebook e Instagram censuran las cuentas del presidente checheno Kadyrov

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Internet ha sido un cebo. Para embarcarnos en él, las multinacionales lo crearon como ese paraíso libertario con el que casi todos soñamos al levantarnos por la mañana: todo está al alcance, es gratis, nadie manda, no hay reglas, no hay prohibiciones… Incluso algunos dijeron que internet era tan neutral como el hilo telefónico.

Cuando casi todos nos enganchamos en el anzuelo, nos dimos cuenta de que el mundo virtual es igual que el real. Empezaron a aparecer los controles, las reglas y prohibiciones. A uno le cierran la cuenta, a otro le sacan su web del buscador, se prohíben las descargas descentralizadas…

A muchos su ideología burguesa les impide admitir que no existe ninguna tecnología neutral y que los usuarios no somos sujetos sino objetos, puras mercancías. Internet nos compra y nos vende como si estuviéramos en una feria de ganado.

El capitalismo no puede entender la “libertad” de una manera diferente y esa “libertad” es sólo para unos pocos; para los demás es censura e imposición.

Al Presidente de Chechenia, Ramzan Kadyrov, le han cerrado sus cuentas en Instagram y Facebook como consecuencia de las sanciones de Estados Unidos. Los monopolios informáticos obedecen, pues, al pie de la letra las órdenes de la Casa Blanca.

A partir de ahora los cretinos de turno podrán lanzar a los cuatro vientos todas las estupideces que tengan por conveniente sobre Chechenia y sobre Kadyrov, sean verdad o mentira, porque los interesados no podrán defenderse en igualdad de condiciones.

La “libertad” es así: sólo conoceremos una única opinión. La de Kadyrov no interesa; pueden seguir haciendo de él un muñeco de feria, como hasta ahora.

Supongamos que las cosas hubieran ocurrido a la inversa, que Kadyrov hubiera cerrado el acceso a Instagram y Facebook en Chechenia… La noticia estaría corriendo como la pólvora por las cadenas de prensa, por los foros y por internet.

La censura sólo es noticia cuando sigue un recorrido unilateral, el que dictan los imperialistas, y los que hablan de “libertad”, de “democracia” y demás, son unos farsantes que siguen los dictados de sus amos.

La experiencia demuestra que, dado que las redes sociales se han convertido en los fetiches de la modernidad, es absolutamente imprescindible que cada Estado imponga sus normas a los monopolios digitales, como ha hecho China, y no al revés.

Luego esos monopolios y sus lacayos informáticos pueden rabiar cuanto quieran acerca de la “censura”. Pero nadie debe olvidar que si hay censura, como la hay, alguien censura y alguien es censurado. Siempre. Eso es lo que interesa analizar en cada caso: el poder de censurar y la obligación de soportarlo (en el mundo real y en el otro).

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