¿El Almirante Cervera facha? No, mujer, no

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B. – No acostumbramos a escribir sobre estas vainas, pero es la cosa que la “caverna mediática”, o sea, toda si tocamos temas sensibles, ha querido ridiculizar a quien ha proferido ese calificativo -Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, que ha quitado su nombre de una calle para dárselo al gran Pepe Rubianes- sin saber lo que dice. Y no se trata de dar munición gratis a los fachas de verdad.

Es cierto, desde luego, que el Almirante Cervera (y Topete), gaditano él, decimonónico él, nació y murió antes de la aparición del fascismo como tal, pero esto apenas dice nada o tiene poco peso específico (y, sin embargo, es el principal “argumento” del facherío). Más relevante y de más enjundia sería saber que fue este militar naval de los pocos que se desgañitó en las vísperas del llamado “Desastre del 98” (pérdidas de Cuba, Filipinas y la isla de Guam, que de esta última ni los “patriotas” se acuerdan) avisando del potencial naval de un nuevo y emergente imperialismo agresivo y ambicioso, el de Estados Unidos. Cervera se enfrentó a la prensa de entonces, venal y patriotera, que se burlaba del poderío naval estadounidense, una prensa fanática y “hooligan” que daba por hecho la victoria española -con una flota de madera frente a la yanki hecha con cascos metálicos- sobre las pretensiones de un imperialismo advenedizo, novato: no titularon sus primeras planas con un “a por ellos” porque Victoria Prego no había nacido. Igual que ahora si nos vamos al planeta fútbol, único resquicio que queda para dar rienda suelta a los delirios de grandeza patrios donde la victoria de Nadal o “La Roja” es una gesta nacional.

Cervera ni se engañaba ni engañaba. Era consciente de a quien se enfrentaba y de las escasas posibilidades de salir airoso en combate. La prensa, obnubilada,  lo tildó de “derrotista”. El “Desastre” -que no lo fue tal para las colonias, evidentemente- le dio la razón, una razón -era militar- que no hubiera querido tener. Pero de ahí a llamarle “facha” pues va a ser que no, mire usted.

Nos acusan muchas veces de ver fachas hasta en la sopa y de prodigar con excesiva facilidad el término “fascista” cuyo carácter, por ejemplo, adjudicamos al Estado español. Y a su Ejército franquista en absoluto depurado. Bueno, pues aquí nos tienen poniendo en su sitio a un militar español, a Cervera (1839-1909), y no se nos caen los anillos porque no somos populacheros que se apuntan a lo más trillado y facilongo para pasar la mano por el lomo al personal (“Cervera es un facha”). Como decía el gran Pepe Bergamín, “las cosas en su sitio, no como están”.

Nota.- Por cierto, en Madrid, después de Cuba y el desastre, la gente siguió haciendo su vida normal y tomándose sus libaciones como si tal cosa. Lo de “me duele España”, etc., quedaba para otras sensibilidades más refinadas.

Buenos días.

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