El episodio de la exhumación del cadáver de Franco y su traslado en Navidades desde el Valle de los Caídos a donde sus familiares decidan (quizás estén dudando entre la sede del PP y C´s), ha reflejado -una vez más- y con meridiana claridad lo que es y a quién sirve la prensa patria. Con el argumento mentiroso de que no hay que abrir heridas (se trata justo de los contrario, de empezar a cerrarlas), han saltado en defensa ni más ni menos que de Franco y el fascismo. Sin cortarse un pelo del bigote. Articulistas, editoriales, entrevistas, debates, desde todos los frentes han saltado como un resorte para que no se tocara al dictador. Esa misma “prensa” es la que habla todos los días de Venezuela, de Nicaragua, de Cuba, con odio de clase. Y hace bien, es su papel, están ahí para defender los intereses de la clase dominante y hacer dudar a todo el que pueda: cada ni-ni conquistado (ni revolución cubana ni Miami; ni contra ni sandinismo; ni chavismo ni guarimberos….) es un logro de su estrategia, y en demasiadas ocasiones lo consiguen.

La prensa también es un escenario donde se desarrolla la lucha de clases, y acercarse a medios que defienden el neoliberalismo o a Franco, sin saber que están al otro lado de la trinchera es de una ingenuidad lastimosa. La presencia de medios alternativos, apoyando, difundiendo, se hace más que necesaria también en esta época.

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