John Bolton se comportó como un filibustero cuando asomó sus intenciones hacia Venezuela en un bloc de notas ingeniosamente exhibido: “5 000 tropas a Colombia”.

Mientras el presidente Trump retira las tropas estadounidenses de Siria y Afganistán, su secretario de Estado, Mike Pompeo, y su asesor de seguridad nacional, John Bolton, están llevando sus frustrados impulsos intervencionistas al sur de América Latina.

¿Por qué a Venezuela, un país de 32 millones de habitantes en la costa norte de América del Sur? El país no representa una amenaza para los Estados Unidos. Los inmigrantes venezolanos se apiñan en Miami, pero no se encuentran en la frontera con México, donde el presidente dice que hay una crisis. Fuera de Florida y Washington, DC, pocos estadounidenses tienen un interés discernible en el país.

El petróleo es un factor enorme. Venezuela es uno de los mayores productores de petróleo del mundo, aunque ahora la mayor parte de sus ingresos petroleros se destinan a pagar a Rusia. Ahora el gobierno de Trump busca canalizar los ingresos del petróleo a su presidente preferido, Juan Guaidó.

Trump no quiere pelear guerras terrestres en el Medio Oriente, pero sí necesita verse y sentirse fuerte. Un ataque al legado socialista de Hugo Chávez y al gobierno del sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, ofrece una manera de proyectar su yo más viril sin las intolerables exigencias de ser un presidente en tiempos de guerra.

Trump ha estado amenazando a Venezuela desde agosto de 2017, cuando dijo:

“Tenemos muchas opciones para Venezuela y, por cierto, no voy a descartar una opción militar. Estamos en todo el mundo y tenemos tropas en todo el mundo en lugares que están muy, muy lejos. Venezuela no está muy lejos, y la gente está sufriendo, y se está muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar, si fuera necesaria”.

“Filibustero” es el término adecuado para esta postura. Mucho antes de que “filibuster” (en inglés) significara un largo discurso en el Senado de los Estados Unidos, filibustero hacía referencia a un aventurero estadounidense que buscaba fomentar la insurrección en América Central y del Sur en el siglo XIX.

John Bolton se comportó como un filibustero cuando asomó sus intenciones hacia Venezuela en un bloc de notas ingeniosamente exhibido: “5 000 tropas a Colombia”.

En Bogotá, el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, respondió: “No, gracias”, pero por lo demás lo apoyó.

Imagen tomada de Cubaperiodistas.

¿Qué cambió desde hace 15 años? En 2002, el presidente Hugo Chávez, el autoproclamado revolucionario bolivariano, enfrentó un golpe militar apoyado por Estados Unidos. Los gobiernos de América Latina se unieron en defensa del gobierno de Chávez, y el golpe fracasó.

Ahora, América Latina tiene gobiernos más conservadores que se sienten amenazados por el éxodo de unos tres millones de venezolanos en los países vecinos.

Lo que sigue igual es lo que el estudioso latinoamericano Abe Lowenthal llama la “presunción hegemónica” del gobierno de Estados Unidos. La presunción es que América Latina es el “patio trasero” de los Estados Unidos. En esta construcción mental, Venezuela es vista como un dominio privado donde Washington puede hacer lo que quiera, con o sin el apoyo de otros países.

El elenco de personajes no ha cambiado.

El enviado especial de Trump a Venezuela, Elliott Abrams, estaba persiguiendo un cambio de régimen en América Latina por medios ilegales hace 30 años. Condenado por retener información del Congreso en la conspiración Irán-Contra, Abrams fue indultado por el fallecido presidente Bush.

Hay evidencias de que John Bolton favorece el cambio de régimen en Libia, Siria, Corea del Norte e Irán. Por desgracia, el libio Gadafi está muerto. El jefe de Bolton está retirando las tropas estadounidenses de Siria (a lo que Irán da la bienvenida). Trump está hablando de paz con Corea del Norte. Sin Venezuela, ¿qué haría el belicista del gran bigote con su tiempo?

Larga historia

“Si bien no hay pruebas de que la CIA esté involucrada allí, estoy seguro de que sí lo están”, dijo Peter Kornbluh, analista del National Security Archive, en una entrevista. “Estados Unidos siempre ha querido derrocar a Chávez y al chavismo”.

La CIA tiene una historia de 75 años de operaciones de cambio de régimen en América Latina que se remontan al golpe de Estado en Guatemala (1954), la invasión fallida de Cuba (1961), numerosos intentos de asesinato en Cuba (1961–2001), la invasión de República Dominicana (1965), entrometimiento electoral y golpe de Estado en Chile (1964–73), intervención en Nicaragua (años 80), invasión de Panamá (1990) y golpe de Estado en Honduras (2009).

Si bien no contamos con información verificable sobre las actividades de la CIA en Venezuela hoy en día, las operaciones de cambio de régimen de Estados Unidos en América Latina tienen siete características coherentes, algunas de las cuales son visibles en Venezuela en la actualidad.

1 Trabajar con el servicio de inteligencia local.

Las estaciones de la CIA en las regiones han tenido durante mucho tiempo relaciones sólidas con socios locales.

“Cubanos entrenados por la CIA controlaron la DISIP, el servicio de inteligencia venezolano, en la década de 1970”, dijo Kornbluh en una entrevista. Uno de esos cubanos, Luis Posada Carriles (conocido por el criptónimo AMCLEVE-15 de la CIA), jugó un papel central en la instalación de dos bombas en un avión de pasajeros cubano en 1976, que mató a 73 personas. Se había refugiado en Venezuela y se convirtió en un alto funcionario de la DISIP.

Chávez purificó el servicio de inteligencia de oficiales pronorteamericanos, pero la CIA nunca ha dejado el reclutamiento.

“Puede estar seguro de que están utilizando a su gente en el Ejército y en las agencias de inteligencia”, dijo Mel Goodman, un empleado retirado de la CIA cuyo trabajo lo llevó a estaciones de la CIA en los años 70 y 80. “Es un ejercicio básico”.

2 Empaquetar las operaciones secretas como “diplomacia pública”, “promoción de la democracia” y / o “protección de los derechos humanos”.

Cuando Elliott Abrams comenzó a ayudar a montar políticas de cambio de régimen encubiertas en la década de 1980, su título de trabajo formal fue secretario de Estado adjunto para los derechos humanos. Él violó la ley, pero era al servicio de la libertad humana, explicó.

Otto Reich, otro agente del modelo de cambio de régimen de Reagan en la década de 1980, utilizó la Oficina para la Diplomacia Pública del Departamento de Estado como cobertura para las operaciones encubiertas. Según un informe del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, altos funcionarios de la CIA utilizaron la oficina de Reich para organizar una “operación política y de propaganda doméstica” para apoyar la política estadounidense hacia Nicaragua.

Reich nunca perdió el gusto por la intervención. Dos décadas más tarde, en el segundo gobierno de Bush, se convirtió en secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental y apoyó el fallido golpe de Estado contra Chávez.

Más recientemente, el National Endowment for Democracy (NED), una agencia financiada por Estados Unidos, ha canalizado millones hacia los grupos de la oposición de los cuales Guaidó es el protagonista político.

Venezuela ha afirmado que la NED es un frente para operaciones encubiertas; el gobierno de Estados Unidos lo niega.

3 Crear nuevos grupos de apariencia pseudoindependientes.

En 1985 escribí una historia que apareció en New Republic sobre cómo los oficiales de la CIA crearon, guiaron y controlaron el partido Fuerza Democrática de Nicaragua (FDN), que buscó el derrocamiento del gobierno de izquierda del país.

Un oficial de la CIA llamado Tony Feldman le explicó a Edgar Chamorro, director de la FDN, que no debería decirle a los reporteros que el grupo estaba tratando de derrocar al gobierno. “Hizo hincapié en que deberíamos decir que estábamos tratando de ‘crear condiciones para la democracia’”.

¿Qué pasa si alguien pregunta de dónde la FDN obtuvo su dinero?

“Diga que sus fuentes quieren permanecer confidenciales”, aconsejó Feldman, una respuesta inteligente que evoca la verdad.

Los ecos de tales evasiones se pueden escuchar en las negaciones de algunos grupos de la oposición venezolana hoy.

4 Utilizar al Departamento de Estado para apoyar a las partes existentes que se alinean con el cambio de régimen.

Los cables de Wikileaks iluminan múltiples ejemplos de esta táctica.

En 2015 Wikileaks publicó numerosos cables del Departamento de Estado que documentan cómo Estados Unidos intentó socavar a los gobiernos electos cuyas políticas fueron rechazadas por las élites económicas locales y los responsables políticos de Estados Unidos.

Después de que el izquierdista Evo Morales fue elegido presidente de Bolivia en 2005, el embajador de Estados Unidos amenazó de inmediato con cortar la ayuda estadounidense e internacional. Cuando Morales decidió rechazar la asistencia, el Departamento de Estado comenzó a concentrarse en fortalecer a la oposición, que se basaba en la región oriental del país conocida como Media Luna. Un cable de abril de 2007 registra “el gran esfuerzo de la USAID para fortalecer a los gobiernos regionales como un contrapeso al gobierno central”.

Un informe de USAID del 2007 declaró que su Oficina de Iniciativas para la Transición (OTI) “aprobó 101 subvenciones por 4 066 131 dólares para ayudar a los gobiernos departamentales a operar de manera más estratégica”. Los fondos también se destinaron a grupos indígenas locales que se “oponían a la visión de Evo Morales de las comunidades indígenas”.

Cuando la región se rebeló contra el gobierno de Morales en 2007, muchos gobiernos latinoamericanos temían que un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos estuviera a la vista y salieron en defensa de Morales. Su gobierno sobrevivió.

Nicaragua recibió el mismo trato. En marzo de 2007, el embajador de EE.UU. solicitó al Departamento de Estado que proporcionara $65 millones adicionales en los próximos cuatro años “durante las próximas elecciones presidenciales”, cuando el izquierdista Daniel Ortega se presentaría a la reelección.

Los fondos de los Estados Unidos se destinaron al “fortalecimiento de los partidos políticos”, a las ONG “democráticas” y a los “grupos que realizan esfuerzos críticos para defender la democracia de Nicaragua, promover nuestros intereses y contrarrestar a los que nos critican”.

Al revisar los informes de Wikileaks, Dan Beeton y Alexander Main comentaron en Jacobin:

“Cables como este deben ser obligatorios para aquellos que estudian la diplomacia estadounidense y para los interesados ​​en comprender cómo funciona realmente el sistema de ‘promoción de la democracia’ de Estados Unidos. A través de la USAID, la National Endowment for Democracy (NED), NDI, IRI y otras entidades paragubernamentales, el gobierno de EE.UU. proporciona amplia asistencia a los movimientos políticos que apoyan los objetivos económicos y políticos de EE.UU.”.

5 Construir el apoyo doméstico a través de Tanques Pensantes en Washington.

Esta no es una función de la CIA, pero es una característica consistente de las políticas de cambio de régimen de Estados Unidos en América Latina. La intervención en los asuntos internos de otros países requiere de intelectuales sofisticados y argumentos políticos que puedan burlar o abrumar a quienes se oponen a un poder externo “entrometiéndose en nuestras elecciones”.

Basta asomarse al Atlantic Council y al Center for Strategic and International Studies, para ver que han tomado la iniciativa para dotar de argumentos al reemplazo del gobierno actual de Venezuela.

6 Objetivo Cuba

Las operaciones de la CIA en América Latina siempre regresan a su objetivo inicial: Cuba. Desde que la fuerza invasora de la agencia fue derrotada en Bahía de Cochinos (Playa Girón), la CIA quiere venganza. La agencia tramó varias veces el asesinato del presidente Fidel Castro. Protegió a los terroristas que derribaron el avión de pasajeros cubano en 1976. El problema de la agencia es que ha vivido una frustración tras otra.

A fines de la década de 1980, la inteligencia cubana realizó una operación de penetración de la CIA con un oficial cubanoamericano llamado Amado Gayol. El gobierno convirtió esta exitosa operación de contrainteligencia en una serie de televisión de cinco partes que hizo que la agencia pareciera tonta a los ojos del pueblo cubano. Afortunadamente para Langley, los estadounidenses nunca se enteraron de la debacle de este episodio de “cambio de régimen” en particular.

En el camino, Cuba apoyó los movimientos de izquierda en todo el supuesto “patio trasero” de Estados Unidos. Si bien la Cuba revolucionaria no ha logrado prosperidad económica para sus habitantes, lo que hizo muy bien el gobierno de La Habana fue desafiar las políticas de cambio de régimen de Estados Unidos.

Es por eso que Venezuela, Bolivia y Nicaragua acudieron a Cuba en busca de apoyo. Esa es una de las razones por las que Bolton etiquetó a Cuba, Venezuela y Nicaragua como la “Troika de la tiranía”.

7 Desplegar la violencia.

Las políticas de cambio de régimen de los Estados Unidos por lo general han requerido la violencia indiscriminada para tener éxito. Los anales de cambio de régimen son sangrientos, desde el asesinato de altos funcionarios (Cuba, Chile) hasta la invasión y ocupación (República Dominicana, Panamá) y masacres de campesinos y escuadrones de la muerte (Nicaragua, El Salvador, Guatemala).

Qué esperar en Venezuela

Ahora la CIA tiene otra misión de cambio de régimen, dice Mel Goodman.

“A diferencia de Siria y Afganistán, tienen una directiva muy clara del presidente. La (directora de la CIA) Gina Haspel sabe lo que se espera de ella. Toda su carrera ha estado vinculada a operaciones. Puedes estar seguro de que están ahí abajo organizándose. Están llamando a su gente. Están presionando para que sigan la línea de la Casa Blanca”

“Es una situación peligrosa y tensa”, aseguró Kornbluh en una entrevista. “Desde un punto de vista humanitario. Desde un punto de vista militar. Y desde el punto de vista del retorno a la región de un Estados Unidos imperial”.

(Tomado de Cubaperiodistas / Traducido por Dominio Cuba)

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