Utilizo el plural de forma consciente. Al títere venezolano hay que sumar el colombiano, el paraguayo, el brasileño, el de la OEA… todos con cara de imbéciles ante el fracaso del tan anunciado día D contra el gobierno legal de Maduro. Y el titiritero mayor alucinando: ¿cómo es posible que el dictador haya resistido? Porque no es eso lo que les contaron sino que iba a caer como fruta madura en poco tiempo. El caso más patético, además del títere venezolano, es el del presidente de Colombia que se la ha tenido que envainar aceptando la decisión de Venezuela de expulsar a los diplomáticos colombianos en 24 horas tras la ruptura de relaciones políticas y diplomáticas. Se justifique como se justifique, el títere colombiano ha tenido que reconocer que Venezuela tiene un gobierno, el de Maduro, y no es el del títere venezolano al que respalda.

El títere venezolano, Juan Guaidó, el “presidente interino” reconocido por EEUU y sus vasallos, puso toda la carne en el asador del 23 de febrero por una razón: porque es el plazo máximo que la constitución de Venezuela otorga a quien asuma el cargo de presidente. Os he dicho en numerosas ocasiones que el derecho internacional le importa una mierda al muy “democrático” Occidente y que sus mismos valores tienen el olor de la mierda. Hay cientos, miles de casos, pero ahora con Venezuela hay otro más.

El títere venezolano apeló al artículo 233 de la Constitución de Venezuela para usurpar el poder y autoproclamarse “presidente interino”. Así fue reconocido por los demócratas habituales, por los vasallos de EEUU. Entre otros, por el gobierno español. Pero ¿qué dice ese artículo? Pues esto: ”
Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia, o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia; su incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; el abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato. Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional. Si la falta absoluta del Presidente o la Presidenta de la República se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva. En los casos anteriores, el nuevo Presidente o Presidenta completará el período constitucional correspondiente. Si la falta absoluta se produce durante los últimos dos años del período constitucional, el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva asumirá la Presidencia de la República hasta completar dicho período”.

Nada de lo que hay en él es justificado para lo que se ha hecho, pero aún dando por bueno algo de ello no sé si os habéis fijado en algo crucial: “se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. El títere dio el golpe el 23 de enero, por eso dijo que el 23 de febrero sería el día clave. Y por eso fue el día elegido para el show de la “ayuda humanitaria” que, recuerdo, dijo que “sí o sí” entraría en Venezuela. Si hasta ese día no tenía “mando en plaza”, quería tenerla haciendo pasar los camiones y demostrando tener algo de poder dentro de Venezuela. Por eso Maduro le retaba a que convocase elecciones, porque lo dice la constitución. Pero no han pasado los camiones, el títere no ha entrado en Venezuela con ellos y no ah proclamado ningún “territorio liberado” no ha entrado en Venezuela. Nada de nada. No ha sido “sí o sí”, ha sido no o no y se ha puesto de manifiesto el rol patético de los títeres.

El títere venezolano ha salido de Venezuela desoyendo al Tribunal Supremo, luego ahora no puede volver a entrar y si lo hace tiene que ser detenido incluso legalmente aunque el gobierno no quisiese. La gran movilización “por la libertad” que se había anunciado dentro y fuera de Venezuela no ha ocurrido y el gobierno legal, el de Maduro, está claramente reforzado. Por el contrario, el títere está claramente desprestigiado aunque siga contando con el apoyo exterior que, tras este fiasco, va verse ahora poco a poco mermado y hasta cuestionado.

Eso obliga a un último intento de derrocar a Maduro, pero utilizando excusas que van mucho más allá de Venezuela. Por ejemplo:

¡Guau! Los cubanos directamente involucrados y atacando a la gente. Hace un par de semanas eran los de Hizbulá, ahora son también los cubanos. ¿Y por qué estos remedos de Goebbels repitiendo una y mil veces la mentira? Responde uno de los medios de propaganda de cabecera de la burguesía, The Economist: “en el extranjero se tiende a minimizar el compromiso ideológico de las FFAA” y, sobre todo, “hay muchas armas en manos de las milicias pro-régimen” que hace que la cosa sea peligrosa porque “Venezuela tiene una tradición de guerra de guerrillas”. Por lo tanto, hay que ocultar todo esto, la respuesta del sector más consciente de Venezuela que no dudará en responder a cualquier agresión, externa o interna, aunque “por ahora” están conteniéndose, o están siendo contenidos, para no arremeter contra la reacción.

Está claro que la estrategia del gobierno de dejar pasar el tiempo le está dando resultados, por ahora, y que la invasión se aleja un poco más pero es otro el peligro al que se enfrenta: más sanciones. Frente a ellas tienen que acelerarse las nacionalizaciones. Y siempre está pendiente el factor Trump, si ve que insistir en el tema de Venezuela le refuerza o es indiferente de cara a las elecciones de dentro de un par de años.

La provocación ha fracasado, el títere venezolano llama de forma abierta a una invasión y la campaña de odio vuelve a sus orígenes fascistas y sólo hay que ver cómo han reaccionado tras el fracaso del sábado. Por ello hay que felicitar, por ahora, al gobierno venezolano y alabar la coherencia del Ejército. Ha sido una victoria, si se quiere parcial, pero victoria en una guerra que va a ser larga.

El Lince

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