Anticomunismo: base de la política ideológica de la Ucrania post-Maidan

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Hace cuatro años, el Parlamento de Ucrania aprobó la discriminatoria ley del plan quinquenal de Maidan. El 9 de abril de 2015, la Rada Suprema adoptó un paquete de medidas conocido como ley de la descomunización, que incluía la notoria “condena a los regímenes totalitarios Comunista y Nacionalsocialista (Nazi) en Ucrania y prohibición de la propaganda de sus símbolos”, una ley que, en la práctica es una de las más antidemocráticas y discriminatorias de la historia de la Ucrania post-Maidan.

El documento recibió el apoyo de todos los principales grupos políticos representados en el Parlamento ucraniano, incluidos los diputados del Bloque Petro Poroshenko, el Frente Nacional, Samopomisch de Andriy Sadoviy [alcalde de Lviv], el Partido Radical de Oleh Lyashko y Batkivschina de Yulia Timoshenko. Esa unidad no puede sorprender, teniendo en cuenta que el anticomunismo fue desde el principio la base y la condición imprescindible para entrar en la coalición de Euromaidan, que con éxito combinó elementos radicales Nazis con liberales proeuropeos que quizá tuvieran una opinión diferente en temas de género o derechos LGBT, pero que compartían el odio al legado de la etapa soviética.

Por todo ello, la ley de descomunización se convirtió en un punto de clave del programa ideológico del Gobierno. Los políticos ucranianos legalizaron la destrucción masiva de monumentos conmemorativos que había comenzado ya con la destrucción del monumento a Lenin en Kiev el 8 de diciembre de 2013, al inicio de Euromaidan. Los autores de la ley quisieron ir un paso más allá, con la intención de eliminar de la escena política ucraniana a los partidos de izquierdas y, de esta forma, acabar con cualquier ideología de izquierdas en el país. Fue oficialmente criminalizada y declarada nociva y antiucraniana y la lista de la descomunización, publicada por el Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional, estaba compuesta por importantes filósofos y líderes de renombre del movimiento socialista como Karl Marx, Friedrich Engels, Clara Zetkin o Rosa Luxemburgo.

El represivo acto legislativo del Parlamento establecía responsabilidades penales para aquellos que “abiertamente expresen ideas comunistas o nieguen los crímenes del régimen totalitario comunista”. Por ejemplo, interpretar en público La Internacional ahora se puede castigar con la privación de libertad entre cinco y diez años y la confiscación de propiedades, castigos más duros de los que la legislación ucraniana prevé para crímenes tan graves como la violación.

Pese a la referencia a la ideología Nazi, el documento se ha aplicado desde el principio únicamente para luchar contra el “comunismo”. Es suficiente decir que entre los autores de la ley hay personas de ideología abiertamente fascista (como el exmiembro de la Asamblea Social-Nacionalista Ihor Mosiychuk) y que las autoridades nunca la han aplicado contra los neonazis, políticamente de su lado. Famosos abogados inmediatamente apuntaron a la hipocresía de la polémica ley, que no menciona entre las organizaciones prohibidas a las SS, la inteligencia de las SS o la Gestapo, no prohíbe el himno de la Alemania Nazi, símbolos del partido Nazi como la swastika, la cruz celta, el sol negro, el Wolfsangel, las runas de las SS o el eslogan Nazi “1488”. Y el Código Penal de Ucrania específicamente retiró el artículo que prohibía “la negación o justificación” de los crímenes del fascismo. Al fin y al cabo, con él fácilmente se tendría que haber condenado a una gran parte de los activistas patrióticos.

Al mismo tiempo, la Corte del Distrito de Kiev prohibió en 2015 las actividades del Partido Comunista de Ucrania, que desde entonces está luchando contra esa prohibición. Después, las autoridades se negaron a registrar la ya existente organización pública “Marcha de la Izquierda” con el argumento de que su nombre se refiere a un famoso poema del bolchevique Vladimir Mayakovsky. Organizaciones de izquierdas que fueron influyentes en los años noventa han sido apartadas completamente de la escena política y algunas de ellas incluso han sido arrebatadas por este régimen que odia a la izquierda, como ocurrió con el Partido Socialista, ahora en manos del nacionalista [y fan de Mussolini] Ilya Kiva.

El 4 de mayo de 2017, en Lviv, un estudiante universitario recibió una sentencia de dos años y medio de prisión por publicar en la red una serie de citas filosóficas de las obras de Lenin y los criminales lemas comunistas como “Lenin vivió, Lenin vive, Lenin vivirá”. Además, el tribunal de Lviv decidió destruir la edición de El Capital de Karl Marx, los documentos de pertenencia al Komsomol y otros símbolos comunistas -banderas y chapas- que encontró durante el registro. Docenas de activistas de izquierdas de diferentes regiones del país han sufrido, este tipo de persecución en la que no se les acusa de ningún crimen de verdad más allá de una serie de puntos de vista ideológicos que todos estos nuevos disidentes comparten e intentar promover.

En todo este tiempo, Ucrania ha celebrado un masivo proceso de destrucción de monumentos históricos y culturales, bajos relieves, composiciones artísticas o mosaicos que han hecho un gran daño a la herencia cultural del país. Además de eso, los políticos nacionalistas han cambiado los nombres a cientos de ciudades, pueblos, calles y parques ignorando absolutamente la opinión de los residentes locales. Los intentos de resistir a la tiranía han sido sistemáticamente aplastados. Y tras la decisión del Consejo Local de la ciudad de Odessa, que votó por mantener algunos de esos nombres, el Servicio de Seguridad de Ucrania abrió una causa penal por “propaganda de símbolos comunistas”.

“Hace cuatro años, el Parlamento de Ucrania adoptó un paquete de medidas sobre la descomunización. En este tiempo, se ha cambiado el nombre de 987 ciudades, 25 distritos, casi 52.000 objetos han sido renombrados y alrededor de 2.500 monumentos y memoriales que contenían propaganda del régimen totalitario han sido desmantelados”, escribió orgulloso el líder del Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional, Volodymyr Vyatrovich.

La ley ha sido objeto de críticas por parte de activistas por los derechos humanos y periodistas independientes. El profesor emérito de la Universidad de Alberta e historiador canadiense David Marples y un grupo de 68 científicos ucranianos y extranjeros afirmaron que la iniciativa discriminatoria del Parlamento niega derechos políticos básicos que se consideran inviolables en un Estado democrático. Concretamente, la ley “Sobre la condena al régimen totalitario comunista” es contraria a la Constitución, que garantiza la igualdad de todos los ciudadanos al margen de su ideología política, proclama el principio de diversidad ideológica y prohíbe la censura. Están de acuerdo con esto incluso personas leales al Gobierno ucraniano y expertos de Amnistía Internacional, que han criticado [aunque siempre de la forma más amable, molestando lo menos posible al Gobierno de Ucrania-Ed] las detenciones sistemáticas de manifestantes pacíficos por el uso no violento de símbolos soviéticos.

Como es natural, el Gobierno ucraniano ha ignorado completamente todas esas voces, ya que el anticomunismo es el elemento esencial de su política ideológica. Y no puede sorprender que algunos antiguos votantes de izquierdas quieran ahora elegir a otro presidente, con la esperanza de que eso lleve a la liberalización del poder, que permita reanudar el desarrollo del movimiento socialista y comunista. Sin embargo, es prácticamente una certeza que eso no llevará más que a una nueva ronda de crueles decepciones.

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