El viernes se produjo una grave incidente marítimo junto a las costas de Filipinas que da la medida de la extrema tensión actual entre las grandes potencias, en este caso entre Estados Unidos y Rusia.
Un crucero de misiles de la clase Ticonderoga Chancellorsville (CG-62) trató de cerrar el paso a un destructor ruso, que tuvo que hacer valer su derecho a la libre navegación marítima cerca del Mar de China Oriental, donde la Armada de los Estados Unidos reivindica ese mismo derecho frente a China.
El destructor ruso Udaloy I DD 572 se acercó peligrosamente al crucero estadounidense para reafirmar su derecho y, como resultado, el Mar de Filipinas se estrechó demasiado para los dos buques.
Tales incidentes fueron muy frecuentes entre los buques de las armadas estadounidense y soviética en tiempos de la Guerra Fría y, aparentemente, las cosas no han cambiado nada.
El capitán del destructor ruso tuvo que demostrar a la Armada de Estados Unidos que los marinos de su país no son tan educados como los chinos.
La maniobra que llevó a cabo por detrás y luego por el lado derecho del crucero Chancellorsville mientras esperaba el regreso de un helicóptero fue el único saludo que intercambiaron en los mares del Extremo Oriente, y no fue nada amistoso.
Los derechos no son tales porque vayan escritos en un papel con muchos sellos oficiales sino porque su titular demuestra que está dispuesto a utilizar la fuerza para hacerlos valer. Es lo que en el siglo XVII enseñaba en España Juan de Mariana y se llama derecho a la resistencia.