El pasado mes de septiembre, el Parlamento Europeo aprobó una resolución “sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa”, con la que la ultraderecha, la derecha y el social-liberalismo, coincidían en equiparar al comunismo con el nazismo, bajo la denominación de “totalitarismos”. Dicho de otro modo, desde el Parlamento Europeo lo que plantean es equiparar la objetividad del genocidio nazi, de los testimonios gráficos y documentados de sus atroces crímenes, de la realidad de sus campos de exterminio, con las mentiras, bulos y manipulaciones vertidos sobre el comunismo ya incluso antes de la Guerra Fría.
Cualquier historiador o intelectual honesto que se haya preocupado mínimamente por la investigación historiográfica, la contrastación de fuentes primarias y no en regurgitar pura y simple propaganda anti-comunista, sabe que los “cien millones de asesinados por el comunismo” es una pura y simple mentira, como lo son los millones de ucranianos muertos en el proceso de colectivización del campo a principios de los años 30 o los millones de asesinados en las famosas “purgas” o que el Estado soviético fuera el culpable de los asesinatos de los oficiales del ejército polaco en Katyn.
La ultraderecha nacionalista filo-nazi ucraniana, junto a sectores prozaristas blancos, los que alimentaron las mentiras de las hambrunas en Ucrania durante el proceso de modernización y colectivización del campo. Una mentira que a continuación instrumentalizó el Estado nazi, que deseaba convertir a Ucrania en su granero particular y por las agencias informativas occidentales, para combatir la influencia del comunismo entre las masas obrero-campesinas. ¿Qué mejor propaganda anticomunista podía existir en aquel tiempo que denunciar las “hambrunas” del primer Estado obrero-campesino de la historia?
Está demostrado, y no precisamente por furibundos estalinistas, sino por historiadores liberales que se han preocupado por investigar, que las fotografías que circularon en los medios de comunicación occidentales, sobre matanzas de campesinos y niños y niñas muertos de hambre en Ucrania, eran burdas manipulaciones, dándose por buenas fotografías de la guerra civil e incluso de cadáveres del ejército austro-húngaro.
Dentro del terreno de las falsificaciones históricas, vayamos al punto 2 de la resolución del parlamento europeo que reproduciremos textualmente, porque esto no es “memoria histórica”, sino simple y llanamente reconstruir la historia al servicio de los intereses del poder.
“La Segunda Guerra Mundial fue el resultado directo del infame Tratado de no agresión nazi-soviético de 23 de Agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbendrop, y sus protocolos secretos que permitieron a dos regímenes totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia”.
Hemos reproducido estas líneas, porque es uno de los pilares fundamentales sobre el que se asienta gran parte del discurso que trata de equiparar nazismo y comunismo y una de las mentiras que han llegado a convertirse en “verdad” tras ser repetidas un millar de veces, incluso desde el academicismo al servicio del poder.
1º Debemos recordar que en fechas de la firma de dicho Pacto, Gran Bretaña era la principal potencia imperialista del mundo, teniendo sometido a su poder colonial, expoliando, robando y asesinando, a gran parte de Africa y Asia. Francia también mantenía numerosas colonias, así como Holanda y Bélgica. ¿Acáso no compartían con el “régimen totalitario” nazi el objetivo de conquistar el mundo? En el caso de Gran Bretaña, su objetivo era el de seguir teniendo conquistado gran parte del mundo y el de Francia, una porción del mismo.
2º Incluso los “historiadores” empeñados en regurgitar propaganda anticomunista, saben que la política del Estado soviético a lo largo de los años 30, era la de construir y consolidar el socialismo “en un solo país” y que la carrera armamentística restaba recursos y esfuerzos en este objetivo, de ahí las continuas apelaciones de los representantes de la Unión Soviética en las diferentes conferencias internacionales al desarme y a la paz internacional que permitiera consolidar las bases económicas del Estado soviético.
3º El acuerdo entre la URSS y Francia firmado en 1935 para frenar al expansionismo del Régimen nazi alemán fue saboteado por Gran Bretaña que, al considerar como enemigo principal de sus intereses imperialistas a la URSS, prefirió negociar con el Régimen nazi garantías y seguridad de sus intereses y encauzar el expansionismo nazi hacia el este.
4º Las potencias “democráticas” occidentales, fueron las que vendieron a la República española al fascismo, haciendo “la vista gorda” sobre las ayudas financieras, materiales y militares que el fascismo italiano y el nazismo alemán otorgaron al bloque reaccionario español en la Guerra Civil, promoviendo los 40 años de dictadura franquista en el Estado español, con millares de muertos por la represión. Debemos recordar que el principal apoyo internacional hacia la República, fue de la Unión Soviética.
5º Frente a las quejas y advertencias soviéticas, las potencias “democráticas” occidentales guiadas por el filo-nazi Chamberlein y el imperialista Churchill, entregaron Checoslovaquia envuelta en papel de regalo al Régimen nazi para apaciguar a Hitler en la Conferencia de Munich.
Vamos a ser claros, vamos a hablar sobre “la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa” a la que alude la resolución del Parlamento Europeo. Desde 1934, la URSS tiene como uno de los objetivos fundamentales de su política exterior frenar al fascismo, algo que las potencias”democráticas” occidentales no toman en consideración en tanto que la expansión ideológica y política del comunismo amenaza directamente sus intereses y prefieren alimentar al fascismo y hacer que la Alemania nazi se convierta en el ariete anticomunista.
El acuerdo entre la URSS y la Alemania nazi, fue producto de la necesidad por parte del poder soviético de ganar tiempo ante la inevitable invasión nazi, anunciada ya por Hitler en su manifiesto “Mi lucha”. El acuerdo con el régimen nazi, fue producto de la apuesta de las potencias “democráticas” occidentales por Hitler y su ideología anticomunista que compartían.
Hay que ser muy miserables para despreciar los más de 25 millones de ciudadanos y ciudadanas soviéticas que dieron su vida resistiendo al fascismo y finalmente derrotándolo.
Hay que ser muy miserables para despreciar a los millones de partisanos comunistas muertos en lucha sin cuartel contra el fascismo en Europa. Hay que ser muy miserables para falsear la historia y no reconocer el 8 de mayo de 1945 como la victoria del Estado soviético sobre el nazismo y su deuda de sangre.
El Socialismo sigue siendo la única alternativa a la barbarie capitalista y fascista. Estos intentos de equiparar a la democracia socialista, al movimiento comunista que aspira a la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los y las que no tienen nada con el nazismo, no son más que la confirmación de que estamos en la línea correcta y así seguiremos.
¿Errores? Por supuesto que los hemos cometido, los cometemos y los cometeremos, pero mientras haya un oprimido u oprimida, un explotado o explotada en el mundo, como comunistas nuestro objetivo fue, es y será la democracia más radical pese a quien pese.
Este no es un artículo “académico” de carácter historiográfico. Ya hay otros ámbitos para ello, en los que hay notas a pie de página, bibliografía y referencias historiográficas, siendo nuestro objetivo revindicarnos como los más radicales defensores de la democracia, de la libertad y de la igualdad, como comunistas que somos y seremos.