El presidente de Turquía urge a todos los países extranjeros que no comparten “fronteras comunes” con Siria a retirar sus tropas del país árabe.
En declaraciones ofrecidas el jueves, el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, intentó justificar la ofensiva militar de su país contra Siria, argumentando la lucha antiterrorista y la presencia ilegal de ciertos Estados occidentales en el país árabe.
“Todos querían culpar a Turquía por su presencia en Siria, pero ellos tienen nuestra respuesta, esta es: ¿Dígannos, tienen una frontera común con Siria? ¡Ciertamente no! ¿Entonces, qué están haciendo aquí?”, inquirió Erdogan durante un acto en Londres, la capital británica, donde viajó hace días para participar en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El Ejército de Turquía llevó a cabo el pasado mes de octubre una operación transfronteriza en el noreste de Siria, una ofensiva que causó la muerte de decenas de civiles sirios y el desplazamiento de cientos miles de personas.
A pesar de que Rusia y Turquía, tras la ofensiva, cerraron un acuerdo que estableció la creación de una zona de seguridad de 30 kilómetros de profundidad en el noreste del país árabe, a cambio del cese de la ofensiva militar turca, varios informes indican que las fuerzas turcas y sus facciones aliadas aún siguen violando la soberanía de Siria, atacando a las ciudades norteñas.
No obstante, el presidente turco afirmó que su país seguiría la operación militar en Siria “hasta que sea liberada de los elementos terroristas”, para después alegar que tal operación no violaba la soberanía del Estado árabe.
Este viernes, el portavoz del Ministerio de Exteriores turco, Hami Aksoy, ha anunciado que Ankara podría reanudar su operación en Siria, si no se respetan los acuerdos que firmó con Rusia y Estados Unidos sobre la llamada zona segura en el norte sirio.
“Nos reservamos el derecho a continuar la operación Fuente de Paz, si no se cumplen las obligaciones derivadas de los acuerdos con Rusia y EE.UU.”, ha indicado Aksoy a la prensa.
La ofensiva turca comenzó días después de que EE.UU. diera un giro de 180 grados a su alianza con las milicias kurdas, ordenando la retirada de sus tropas de las zonas norteñas de Siria, una decisión que se interpretó como la luz verde de Washington para la operación turca.
Ante tal conyutura, el Gobierno de Damasco no se quedó de brazos cruzados y desplegó sus fuerzas en las ciudades fronterizas con Turquía, e impidió que Ankara invada más territorios en el norte de país. Además, advirtió que usará “todos los medios legítimos” a su alcance para responder a la agresión turca.
