Las contradicciones por encima de las unidades: el Mediterráneo oriental y la Guerra de Libia.

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Ayer el Presidente de Libia, Fayaz Al-Sarraj, estuvo en Estambul charlando con Erdogan y la agencia de noticias Anadolu lanzó una catarata de siete despachos, uno detrás de otro, que ponen de relieve la importancia que el Mediterráneo oriental tiene para Turquía.

Recapitulando, el gobierno de Ankara está presente desde 1973 en una parte de Chipre que nadie reconoce.

Desde este año ha invadido militarmente el norte de Siria (Rojava), resucitando los tampones fronterizos posteriores a la Primera Guerra Mundial.

Ha firmado un memorándum sobre fronteras marítimas con Libia y prepara un despliegue militar en Libia para hacer frente a Haftar, que actualmente ha desatado una segunda ofensiva para capturar Trípoli.

El gobierno de Trípoli es el que la ONU reconoce oficialmente, así que Turquía se siente reforzado y bien alineado, no como en Chipre.

No obstante, la posición de Sarraj es ficticia porque nadie respeta el embargo de armas y en Libia numerosas potencias hacen un doble juego en beneficio de Haftar.

Si Turquía envía tropas a Libia no sólo cambiará la situación de la guerra civil y el norte de África sino de todo el Mediterráneo oriental.

El norte de África fue parte del Imperio Otomano. Hasta el sultán Mehmet Alí, Egipto formó parte de él, lo mismo que Libia (hasta 1911), Túnez (hasta 1956) y, en menor medida, en Argelia, donde la regencia otomana se separó de la Sublime Puerta mucho antes de la caída de Argel en 1830.

El mes pasado Ankara y Trípoli ya firmaron una prórroga del acuerdo militar, al que añadieron la delimitación de las fronteras marítimas, con la mirada puesta en los yacimientos de gas.

Recientemente un barco de la Armada turca expulsó a un barco israelí y a otro chipriota de una zona de exploración, no muy lejos del yacimiento Leviatán.

Libia es un país productor de petróleo ligero muy fácil de refinar y, además, hay una gigantesca capa freática bajo el Sáhara libio, factores que explican la rivalidad de ciertas potencias y su interés en mantener la guerra civil.

Grecia ha expulsado al embajador libio y ha condenado enérgicamente el pacto entre Turquía y Libia. Egipto ha hecho lo propio. Israel se lamenta de no poder meter la cuchara…

Turquía se mueve para que algunos países ribereños se decidan a apoyar a Sarraj de una manera más decidida, entre ellos Italia y Argelia.

Los que son aliados en otras regiones, se enfrentan en Libia y por Libia. No hay una causa común, más allá de la retórica diplomática. Por ejemplo, los países de la OTAN están divididos. Los de la Unión Europea también. En Libia Rusia no se posiciona con Turquía y parece inclinarse por Haftar…

La guerra civil libia pone de manifesto los intereses de los Estados por encima de las grandes superestructuras políticas y militares. Las contradicciones están por encima de las unidades. ¡Sálvese quien pueda!

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