“En las últimas dos décadas, Rusia ha modernizado constantemente sus fuerzas de misiles balísticos intercontinentales (ICBM, por sus siglas en inglés), reemplazando los misiles heredados de la era soviética con nuevos sistemas de misiles de una o varias ojivas nucleares”, han afirmado este miércoles varios funcionarios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) durante una rueda de prensa celebrada en la sede del organismo en Bruselas, Bélgica.
Las fuentes han detallado que muchos de estos sistemas de misiles de alcance medio e intermedio de Rusia, que pueden portar ojivas nucleares y convencionales, son móviles, fáciles de ocultar y capaces de llegar a las principales ciudades europeas con poco tiempo de advertencia.
Entre estos citados sistemas de misiles, han proseguido, se puede incluir a los de crucero Kalibr, lanzados desde el mar; los sistemas de misiles balísticos Iskander y el nuevo sistema de misiles crucero Novator 9M729 —denominado SSC-8 por la Alianza Atlántica—.
Con estas declaraciones, la OTAN, liderada por EE.UU., manifiesta su inquietud por el rápido desarrollo de la tecnología armamentística a nivel estratégico de los rusos, viendo este progreso como una amenaza directa a su seguridad, en especial, para sus miembros que comparten frontera con Rusia.
De este modo, el avance de larga data de Rusia en el desarrollo de misiles de alcance medio e intermedio, tanto nucleares como convencionales, y de las armas supersónicas más avanzadas, ha acabado superando las capacidades de la OTAN en el mismo campo.
De hecho, los funcionarios han llegado a admitir ante los periodistas que el desequilibrio regional de las reservas de misiles de alcance intermedio de la OTAN y Rusia es ahora una realidad en Europa, aunque han señalado que este problema no influye en el equilibrio de poder a nivel estratégico.
Las fuentes del ente militar occidental también han indicado que el Kremlin no está en posición de verse obligado a contrarrestar la abrumadora defensa antimisiles de la OTAN, que tiene desplegadas tropas en los países limítrofes con Rusia, como es el caso de Polonia, “por no representar un peligro para la seguridad de esta nación euroasiática”.
Moscú y los países occidentales siguen sin poder atenuar las tensiones en sus relaciones tras la incorporación de la península de Crimea a la Federación Rusa en 2014. Desde ese entonces, Washington ha reforzado su presencia militar en Europa del Este, sobre todo, en los países bálticos y Polonia.
Mientras tanto, Rusia condena el acercamiento de la OTAN a sus fronteras occidentales amenazando con tomar represalias por el militarismo de EE.UU. en la región.