Manifiesto del PCTE ante el 1º de Mayo

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Trabajadores y trabajadoras, pensionistas y jubilados, estudiantes, trabajadores y trabajadoras autónomas, la lucha de clases no se ha detenido durante la crisis sanitaria y debemos estar preparados para nuevos ataques contra nuestros derechos y condiciones de vida.

En este 1º de Mayo queremos saludar especialmente a todos los sectores de nuestra clase que, durante estas semanas, han estado en primera línea de la lucha contra la pandemia – especialmente el personal sanitario, que tantos ataques ha sufrido en los últimos años- y todos aquellos que han sido obligados a mantener su actividad laboral sin cumplirse las condiciones mínimas de seguridad y protección.

Igualmente queremos expresar nuestras condolencias a todas las familias que han perdido a alguno de sus miembros durante esta grave crisis sanitaria, así como expresar nuestra profunda indignación por la particular situación vivida en cientos de residencias geriátricas, la mayoría privadas o concertadas, donde han fallecido miles de personas debido a la falta de medios y equipamiento.

Este 1º de Mayo se conmemora en unas condiciones muy especiales debido al confinamiento derivado de la pandemia del Covid-19. Esta situación ha hecho que las habituales manifestaciones, concentraciones y actos organizados para celebrar el Día Internacional de la Clase Obrera cambien de formato, pero esta excepcionalidad no supone ningún cambio en la orientación de lucha de esta jornada y en la necesidad de colocar en el debate público que la clase obrera es la generadora de toda la riqueza social de nuestro país.

La terrible crisis económica que ha puesto al descubierto la pandemia es una nueva muestra de la bancarrota del capitalismo, en España y en el mundo entero. No hay precedentes recientes de una crisis económica tan sumamente grave y profunda, y ya estamos viendo cómo se ponen en marcha las primeras medidas destinadas a que seamos los trabajadores y las trabajadoras, las clases populares de nuestro país, quienes la volvamos a pagar.

Hasta el momento, el Gobierno de coalición socialdemócrata ha llevado a cabo una gestión de la crisis sanitaria que deja muy claro cuáles son los intereses que defiende prioritariamente: los intereses de los monopolios, de los grandes capitalistas. Nada hace pensar que, en la gestión de la gravísima crisis económica que se ha desatado, sus medidas vayan a ser de naturaleza distinta.

La sociedad entera ha sido testigo de que, cuando hay que elegir entre la salud y la vida de los trabajadores y trabajadoras o el mantenimiento de la producción para beneficio de la patronal, la elección de los partidos capitalistas siempre es a favor de los capitalistas.
El Gobierno socialdemócrata se ha colocado del lado de los intereses patronales, priorizando el mantenimiento de la producción capitalista a pesar de no cumplirse las condiciones sanitarias y de seguridad recomendadas para otras esferas de la vida social. Cuando la burguesía aprieta, los gobiernos capitalistas se arrodillan.

Las primeras medidas económicas y laborales adoptadas para gestionar las consecuencias de la crisis sanitaria protegieron los intereses de los grandes monopolios, asumiendo el Estado una grandísima parte de sus costes y convirtiendo buena parte de la deuda empresarial en deuda pública.

Posteriormente, las medidas que pretendidamente tenían un “carácter social” se han demostrado tremendamente limitadas e insuficientes. Pero, además, como ha reconocido el propio Gobierno, su objetivo real es tratar de que las familias trabajadoras puedan mantener unos niveles mínimos de consumo que permitan dar salida a la enorme cantidad de mercancías que se acumulan en los almacenes.

El pomposamente denominado “escudo social” es un paquete de medidas destinado, esencialmente, a tratar de limitar el impacto de la crisis de sobreproducción y sobreacumulación sobre los capitalistas, no a proteger y garantizar la vida y la salud de la mayoría obrera y popular. Se pretende que no se paralice la circulación de capital, se quiere favorecer que las mercancías acumuladas retornen en forma de dinero al capitalista para poder reiniciar el ciclo de acumulación.

Ese, y no otro, es el objetivo fundamental de las medidas adoptadas hasta el momento para, supuestamente, ayudar a que la mayoría obrera y popular supere la crisis sanitaria. Y así, y no de otra manera, será como el Gobierno de coalición socialdemócrata pretenda superar la primera fase de la crisis económica generalizada.

Esta situación no es nueva, la socialdemocracia está jugando el mismo papel que ya intentó en la primera fase de la crisis de 2008. Ahora pretenden volver a aplicar las mismas herramientas que ya se demostraron fallidas entonces, ya que no conciben ninguna medida de protección de los trabajadores y trabajadoras que no pase por la salvación de los capitalistas.

En el futuro inmediato vamos a asistir a un fortalecimiento del papel del Estado en la economía, pero advertimos de que esta mayor intervención estatal irá encaminada a salvar los intereses monopolistas. Vamos a ser testigos de la nacionalización de empresas en quiebra o en riesgo de quiebra, vamos a escuchar propuestas sobre supuestos planes de reindustrialización. El caso de Bankia demuestra cómo entienden las nacionalizaciones los gobiernos capitalistas: se pasan a manos públicas las empresas para socializar las pérdidas y, una vez saneadas, se regalan al capital privado.

Que existan empresas públicas sometidas a las reglas del mercado capitalista y que compitan con las empresas privadas no soluciona los problemas del pueblo. Es necesario plantearse, como primer paso, que los sectores estratégicos de la economía no solamente estén exclusivamente en manos públicas, sino que además estén bajo control de los trabajadores y trabajadoras y su actividad se destine a la satisfacción de las necesidades del pueblo, sin estar sujeta a los criterios de competencia capitalista.

Con las propuestas de industrialización, si no atienden a una planificación integral destinada a cubrir las necesidades del pueblo, se acabarán dando todas las facilidades a los monopolios, flexibilizando las condiciones laborales principalmente, para que sigan produciendo en función de sus intereses privados y no de los intereses colectivos.

Este Gobierno, como todos los partidos capitalistas, no puede asumir que la única clase esencial en la sociedad es la clase obrera. Los trabajadores y las trabajadoras, los explotados. Se ha demostrado ya en la Historia que es posible una sociedad sin explotadores, pero jamás podrá sobrevivir una sociedad sin trabajadores.

Con sus propuestas para sostener el capitalismo, sean más agresivas o menos para la mayoría obrera y popular, tanto las formaciones de la coalición de gobierno como el resto de partidos capitalistas unen su destino al de quienes se enriquecen con la explotación del trabajo ajeno. Como gestores de los intereses de los capitalistas, deben ser considerados enemigos de los intereses de los trabajadores. No hay conciliación posible cuando las contradicciones de la sociedad capitalista son más evidentes que nunca y cuando sus esfuerzos se destinan a garantizar que quienes la superen sean los que nos explotan cada día.

Ellos legislan para los dueños de las empresas, nosotros luchamos por los intereses de los que generan toda la riqueza social.

Varias de las medidas adoptadas para abordar la crisis sanitaria, presentadas inicialmente como de carácter extraordinario, han venido para quedarse. No sólo en el terreno económico y laboral, sino también en lo que afecta a los derechos y libertades públicas.

En las próximas semanas y meses vamos a ver cómo muchos de los ERTEs aprobados en este período se amplían durante meses o indefinidamente. Veremos cómo muchos se transforman en expedientes de extinción. Vamos a asistir a un proceso generalizado de desmantelamiento de los convenios colectivos, dejándolos sin eficacia. Vamos a comprobar cómo se generaliza, más allá del período de cuarentena, el teletrabajo y cómo se avanza con rapidez hacia una cada vez mayor individualización de las relaciones laborales.

Gobierno, oposición y patronal están de acuerdo en promover una rápida flexibilización de las condiciones de trabajo en beneficio de los empresarios. Apuestan por un modelo que va mucho más allá del actual pero que ya está anunciado en las últimas reformas laborales, que este Gobierno no quiere tocar más que superficialmente.

La máxima flexibilidad interna en las empresas para beneficio patronal viene presentándose desde hace años bajo el engañoso nombre, apadrinado por las instituciones de la Unión Europea, de “flexiseguridad”. Hasta ahora, estaba ya presente a través de las “bolsas de horas”, de las jornadas irregulares, del recurso a subcontratas y ETTs, de las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo y de toda otra serie de medidas introducidas en las reformas laborales de las últimas décadas.

Los sectores más jóvenes de nuestra clase y de nuestro pueblo sufrirán especialmente esta crisis, como ya ocurrió en 2008. Ellos son hoy quienes más directamente conocen el modelo de explotación que se quiere generalizar: salarios de miseria, precariedad laboral permanente, contratos parciales y a demanda, proliferación de falsos autónomos y un largo etcétera.

Con la excusa de la crisis, los capitalistas aspiran a dar el paso hacia la generalización del trabajo a demanda; el modelo que se ha conocido como la “uberización” de la economía, que viene acompañado de una brutal campaña ideológica destinada a romper la conciencia de clase y el carácter colectivo de las relaciones laborales, para lo cual es esencial la erosión del movimiento sindical.

El papel de las organizaciones sindicales a diario en los centros de trabajo es insustituible. Los cientos de miles de sindicalistas que luchan en las empresas del país conforman la primera línea en la batalla que se está desarrollando, pero para luchar con efectividad necesitan una dirigencia que no se alinee con las tesis socialdemócratas bajo el argumento del mal menor.

El modelo económico, social y laboral que se está planteando es el que necesitan los monopolios para garantizar la rentabilidad del capital. La diferencia entre las propuestas socialdemócratas y las liberales radica únicamente en la rapidez y brutalidad de la adopción de las medidas. No podemos elegir entre asesinos por el simple hecho de que uno nos diga que nos va a matar con menos dolor.

A día de hoy, los derechos de reunión, manifestación y la libertad de expresión han sido limitados de facto bajo el argumento de la protección de la población frente al virus. Pero también se está produciendo una persecución de posturas que, supuestamente, generan un “clima contrario a la gestión de crisis”.

El papel de partidos como el PP o VOX y de sus satélites está siendo clave en el proceso de liquidación de la libertad de expresión: las difamaciones, calumnias y mentiras fabricadas que han estado difundiendo desde que estalló la crisis sirven como excusa para legitimar ante las masas medidas que se van adoptando, que se van a mantener en el período que viene y que, sin duda, el PP y VOX van a utilizar ampliamente en el momento que lleguen al Gobierno.

Las medidas de control social a través de la tecnología se complementan con discursos cargados de referencias bélicas y apelaciones a la disciplina, al sacrificio y a la unidad interclasista. Si el país se encontrase en condiciones de enfrentamiento militar, el clima sería muy similar, si no igual. El “enemigo” hoy en un virus, pero en condiciones de brutal crisis económica el enemigo de mañana puede ser cualquier otro país, cualquier otra alianza de países cuyos monopolios tengan interés en los mismos recursos o en los mismos mercados que los monopolios españoles.

El Gobierno, los partidos capitalistas y la patronal nos quieren disciplinadamente detrás de los intereses de la burguesía española para el futuro que viene. Nos quieren defendiendo los intereses de los empresarios en lugar de peleando por nuestros propios intereses.
Nuestra respuesta es un rotundo NO. Nuestra respuesta es que se puede y se debe construir un país en el que los intereses primordiales sea los de quienes producen la riqueza social con su trabajo, y no los de sus explotadores.

Por ello, en este 1º de Mayo, decimos abiertamente que el PCTE quiere construir un país para la clase obrera.

Este nuevo país no se construirá solo. Este nuevo país no nacerá si no hay una lucha organizada y creciente contra los capitalistas y sus gobiernos. Este nuevo país no nacerá si no hay millones de trabajadores y trabajadoras que quieran poner fin a la explotación y que, reconociéndose como la única clase esencial, quieran tomar las riendas de su propio futuro.

Las luchas que librará la clase en el futuro inmediato serán determinantes. La defensa de los derechos obreros y populares es un primer paso. Ejemplos como la huelga convocada en la Nissan y otras empresas o las acciones de protesta de los “riders” durante las últimas semanas son buena prueba de que la lucha de clases no se ha detenido. Pero la lucha por los derechos más básicos de la clase obrera en los centros de trabajo debe ir acompañada de una propuesta política superior, encaminada a ilustrar cuál es el país que proponemos los y las comunistas.

Por ello, hoy, en lo inmediato, llamamos a afrontar el nuevo ciclo de luchas que viene con las siguientes prioridades.

Paralización de la producción en los centros de trabajo en que no se garantice la seguridad y la salud de las plantillas.

Nulidad de todos los despidos desde el 1 de marzo, con obligación de readmisión y pago de los salarios de tramitación.

Prestación indefinida de desempleo a todos los demandantes de empleo por la cuantía máxima, dedicando a ello las partidas destinadas a financiar los costes empresariales por ERTE.

Plan Urgente para garantizar la salud del pueblo. Expropiación sin indemnización de la sanidad privada, de las residencias geriátricas y de todos los centros de asistencia social.
Plan de Desarrollo del sector público industrial que garantice los suministros básicos en materia sanitaria y en materia energética.

Ampliación de plantillas en sanidad y solución inmediata de la precariedad en el sector. Garantías de protección de la salud del personal sanitario.

Expropiación de viviendas en manos de empresas y “grandes tenedores”.

Oposición a toda medida laboral de flexibilidad interna en las empresas: ni ERTEs ni EREs.
Oposición a la nueva reforma laboral que se están imponiendo a través de las medidas de excepción y derogación inmediata de las reformas laborales.

Estas medidas son necesarias para repeler los primeros ataques de los capitalistas y sus gobiernos, pero es esencial plantear un modelo económico y social que priorice los derechos de la mayoría obrera y popular.

Las medidas inmediatas que plantea el PCTE deben integrarse en un proceso mucho mayor, de lucha por la sociedad socialista-comunista, en la que el Estado ya no sea la herramienta que garantiza la explotación de nuestra clase, sino la herramienta de nuestra clase para poner fin a la explotación.

Queremos construir un país en el que los sectores estratégicos de la economía estén socializados y bajo control obrero, en que la economía planificada muestre su superioridad frente a la anarquía de la producción reinante en todo país capitalista.

Un país en el que la propiedad privada de los medios de producción concentrados no suponga una condena a perder la salud o la vida para los millones de trabajadores y trabajadoras que generamos toda la riqueza social con nuestro trabajo.

Para conseguir este país, para construir nuestro propio país, es necesario reforzar las filas comunistas. Es necesaria la máxima unidad de nuestra clase y de nuestro pueblo frente a los explotadores y sus gobiernos. Es necesario superar toda forma de división entre los trabajadores y trabajadoras que fomentan los capitalistas. Es necesario ser conscientes de que sólo nosotros somos esenciales y que nuestra unidad es la garantía para vencer.

Es la hora de organizarse de nuevo. Es el momento de pisar las calles nuevamente, para hacerlas nuestras, para que este país funcione para quien lo hace funcionar.

Sólo nosotros somos esenciales.
¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Viva el 1º de Mayo!

Buró Político del PCTE
27 de abril de 2020

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