El silencioso proceso de la privatización sanitaria, 20 años después

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Varios eran los títulos candidatos a encabezar este artículo: Privatizar la sanidad con anestesia o, por ejemplo, el célebre Silencio, se privatiza que aparecía en muchas movilizaciones y carteles contra la privatización sanitaria hace ya 10 años. Entonces se hacía una pregunta retórica sobre si éramos conscientes de que nuestra Sanidad Pública estaba sufriendo un intenso grado de privatización desde hacia más de una década. Probablemente la respuesta, excepto en pequeños grupos que venían denunciando la situación, era un NO rotundo. Hoy, tal vez, la respuesta tras el doloroso aprendizaje social sea distinta. Pero hoy ya no es suficiente con saber que las privatizaciones sanitarias matan sino que hoy, si no queremos ser sacrificados y sacrificadas cuando enfermemos, toca luchar a brazo partido y organizadamente por revertir todo lo privatizado y lograr una sanidad pública gratuita (sin copagos), de calidad y universal al servicio del pueblo trabajador y las capas populares.

Siempre presumiendo de nuestra sanidad pública, hemos descubierto que no era más que propaganda. Excelente personal sanitario y de otros servicios no sanitarios, pero pocos medios humanos y con menos recursos materiales. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Conviene recordar que desde hace más de dos décadas sucesivos gobiernos británicos, tanto conservadores como laboristas, les enseñaron a sus colegas en los diferentes gobiernos centrales y autonómicos del Estado español la receta mágica para privatizar en silencio. Sin mucha oposición y pasito a pasito hasta dejar el sistema sanitario público reducido a la mínima expresión, hecho unos zorros. Si usted quiere privatizar un sistema sanitario, hasta ahora muy eficaz y eficiente, como era nuestro Sistema Nacional de Salud, sólo tiene que seguir estas sencillas indicaciones:

1) Deteriore progresivamente el sistema público estrangulándolo económicamente (la consecuente descapitalización de la Sanidad Pública imposibilitará afrontar las obligaciones contraídas en gasto farmacéutico, pago a proveedores,…), reduciendo el número de camas hospitalarias, externalizando servicios fundamentales que funcionaban correctamente (limpieza, mantenimiento, cocina, lavandería,…), concertando cada vez más intervenciones quirúrgicas con hospitales privados, reduciendo plantillas e incrementando listas de espera.

2) A continuación transfiera al sector privado el dinero que le detrae al sistema sanitario público (la Comunidad de Madrid es un “buen ejemplo”, ya que el traspaso a manos privadas de dinero procedente del presupuesto para la sanidad pública, incluido el gasto farmacéutico, pasó del 30% del total de dicho presupuesto en 2001 al 60% en 2010).

3) Llene el Parlamento de partidos y diputados burgueses dispuestos a votar favorablemente una norma tan antisocial como la Ley 15/97, de 25 de abril, sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud. Esta Ley de artículo único y que apenas ocupa una página en el BOE dice, entre otras cosas: “La prestación y gestión de los servicios sanitarios y sociosanitarios podrá llevarse a cabo, además de con medios propios, mediante acuerdos, convenios o contratos con personas o entidades públicas o privadas, en los términos previstos en la Ley General de Sanidad”. La Ley 15/97 abre, por primera vez en nuestro país, la posibilidad de que empresas privadas gestionen hospitales financiados con fondos públicos. Fue aprobada con los votos a favor de PP, PSOE, CiU, PNV y CC (en contra sólo IU y BNG).

4) Ya tiene preparada una base firme para perpetrar su nuevo modelo sanitario: ceda gratuitamente suelo público para la ejecución de los proyectos de construcción de nuevos hospitales, inicialmente financiados por empresas privadas (generalmente, Uniones Temporales de Empresas). Si además de cocer quiere enriquecer, añada más terreno público gratuito alrededor de los hospitales para que las empresas concesionarias lo exploten con total libertad y sin ningún tipo de control público (parking, centros comerciales, centros de ocio,…).

5) Ahora ponga a disposición de las empresas a todos los pacientes del Área Sanitaria correspondiente. No olvide adicionar los Centros de Salud de la zona para asegurar el éxito lucrativo ya que, en caso contrario, podría quebrar como inicialmente le ocurrió al Hospital de Alzira.

6) Finalmente, hipoteque a la Administración Sanitaria durante un plazo de entre 30-60 años en que deberá pagar un arrendamiento al grupo de empresas propietarias del hospital en concepto de gastos de construcción, alquiler del edificio, gasto de servicios de soporte y los muy teóricos “riesgos” transferidos al sector privado.

El resultado es un “sabroso” hospital modelo PFI (Iniciativa de Financiación Privada) cuyo coste final para las arcas públicas puede ser hasta 4 veces superior al del modelo tradicional de gestión pública directa. Todo un entramado para acabar entregando la gestión de nuestra salud a empresas sin ninguna experiencia en el sector sanitario, fundamentalmente grandes constructoras (Dragados, Sacyr, Acciona, FCC,…) y financieras (¡como la extinta CAM!), las mismas que ya se habían lucrado en la finiquitada fase expansiva del capitalismo mundial. Hoy algunos nombres pueden ser otros, pero los entramados de empresas y fondos buitre detrás del negocio sanitario siguen estando ahí y son la causa de miles de muertes evitables.

La crisis del COVID-19 ha puesto de manifiesto que tal vez en su momento no fuimos conscientes de esa silenciosa privatización. Ahora el pueblo trabajador ha pagado caro, en términos de muertes evitables, el desmantelamiento de la sanidad pública. Sólo hay una forma de que no se repita un drama similar, pero es necesario movilizarse y exigir una sanidad pública universal y sin copagos. Una sanidad donde todo lo privatizado vuelva a ser público y de gestión pública directa, sin intermediarios que la parasiten, donde desaparezcan las empresas privadas. Sólo el pueblo organizado salva al pueblo y, por ello, es urgente transformar los aplausos de los días de confinamiento en movilización y organización del pueblo en la exigencia de una sanidad pública y de calidad para la mayoría social, empezando por la derogación inmediata de la Ley 15/97 y por la vuelta al sector público de todo lo privatizado. Sin eso, no seremos sino carne humana que desechar en la próxima crisis sanitaria. Tu Lucha decide.

Firma: Redacción UyL

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