Sabemos que la política institucional la llevan a cabo los partidos del sistema, es decir, aquellos que acatan todas las exigencias de aquel. Acatadas éstas, el régimen tiene todas las garantías de su supervivencia. Y es que nunca los responsables del mismo van a ser tan autodestructivos como para dotarse de leyes o reglas de juego que lo pongan en riesgo. En definitiva, toda aquella formación que participe de la orgía “democrática”, por más que anuncie que trata de tumbarlo, lo que realmente está haciendo es apuntalarlo.
Otra cosa son las formaciones políticas que ni participan en dichas instituciones ni tienen intenciones de hacerlo, porque saben muy bien que para acabar con el régimen no deben participar en su tramposo juego.
Ahí está GKS. Los cuerpos represivos del sistema saben muy bien qué son y qué es lo que estxs pretenden, por eso es habitual el hostigamiento que, desde su puesta en marcha, la Ertzaintza ejerce sobre ellxs.
El pasado sábado, por ejemplo, la Ertzaintza acosó a dos militantes de GKS del Bidasoa. Estos colocaban pancartas y carteles en la calle San Pedro de Hondarribia cuando dos ertzainas se les acercaron. La policía de la burguesía vasca les obligó a ponerse contra la pared. Posteriormente les identificaron e inspeccionaron todo el material que llevaban.
GKS del Bidasoa ha denunciado que la Ertzaintza actuó «contra la libertad de hacer política», agregando que el único motivo de la identificación y registro fue el carácter político militante de los identificados. En respuesta al atropello represivo hacen hincapié en la necesidad de una organización (comunista). De igual modo, hacen un llamamiento a secundar la concentración anunciada por GKS para próximo el 13 de febrero en Irún (Gipuzkoa), además de en otras localidades de Euskal Herria. Esta es una campaña que GKS lleva a cabo para denunciar la «respuesta policial a la pandemia de la oligarquía internacional y la catástrofe sanitaria». Igualmente reclaman: “Paremos la ofensiva de la oligarquía”.
