Diez años de guerra en Siria

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Pese a la casi destrucción del país a causa de los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados, el gobierno de Bashar al-Assad sigue consolidándose

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Alberto Acevedo.— La República Árabe de Siria, un país de mayoría islámica, con 19 millones de habitantes, ubicado en una estratégica región del Oriente Medio, con inmensos yacimientos de hidrocarburos, atraviesa por uno de los peores momentos de su historia moderna pues, aunque a nivel militar, la guerra que ha vivido parece estar terminando, sufre una serie de sanciones y presiones externas continuas, lideradas por Estados Unidos, que someten al hambre, las penurias y el exilio a su población.

 

La guerra en Siria ha cumplido diez años de violencia, muerte y barbarie, y la crisis que padece el país no se detiene. Y esto porque la agresión contra el país árabe continúa. El 17 de marzo de 2011 comenzó una intervención armada por parte de los Estados Unidos en el marco de la llamada primavera árabe, que apuntaba de manera especial a derrocar los gobiernos del coronel Mohammed Gadafi en Libia, y del presidente Bashar al-Assad en Siria, las dos únicas naciones musulmanas que, junto a Irán, no se subordinaron a Washington.

En diez años de conflicto, el objetivo principal de derrocar a Al-Assad no se cumplió, su gobierno por el contrario ganó nuevos respaldos, que se expresaron en los resultados electorales, y los invasores se equivocaron al creer que sus acciones desestabilizadoras iban a ser tan fáciles como en el caso de Libia. El parlamento sirio pidió la ayuda de Rusia y China, potencias que acudieron a oxigenar la democracia. A estos apoyos se sumó el del Hizbollá libanés y la solidaridad iraní.

Territorio usurpado

Pese a la guerra y la casi destrucción del país a causa de los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados, el gobierno de Al-Assad sigue consolidándose. el involucramiento de fuerzas de varios países de occidente, por cuenta de Estados Unidos, incluyendo a Turquía, hacen de Siria un polvorín a punto de estallar. Se acuerdan ceses del fuego, que no demoran en ser violados.

Duramente la administración Trump varias veces se prometió el retiro de tropas norteamericanas de Siria, cosa que nunca se cumplió. Washington mantiene un enclave en el norte del país con el apoyo de una fracción kurda denominada Unidades de Protección del Pueblo, YPG, un grupo armado que se opone tanto al presidente Al-Assad, como al mandatario de Turquía, Recep Tayyip Erdogán. La alianza con este grupo le permite a Estados Unidos mantener el control territorial, precisamente en la zona del país donde se encuentran la mayoría de los recursos naturales sirios.

Este mismo espíritu anima a las grandes potencias occidentales que acompañan a Estados Unidos en su aventura intervencionista. La coalición occidental que interviene en Siria, asegura que libra una cruzada contra el terrorismo internacional. En una década desangrando a Siria, no hubo progresos tangibles en esa tarea. Por el contrario, Israel, las potencias petroleras árabes, Francia, Inglaterra, y otros aliados de Washington abastecen de armamento e inteligencia militar a grupos terroristas, pagados por Arabia Saudita y Qatar, para librar una guerra cruel contra el gobierno legítimo de Damasco, aplicando técnicas de tortura y exterminio.

Destrucción total

La guerra de diez años y las sanciones de los países occidentales devastaron la economía del país, sin poder acceder al gas y el petróleo de la región norte, ni reanudar la producción agrícola. Impiden el envío de divisas de familiares. Impiden que Siria pueda exportar grano y materias primas, o alcanzar acuerdos comerciales con otros países. Impiden la reconstrucción del país. Un aspecto cruel de la situación actual es que los bombardeos destruyeron la industria, los campos petroleros, empresas y hospitales.

Siria está fragmentada, saqueada. Es importante entender esto para mirar las dimensiones de la crisis. En este sentido, Estados Unidos, continuando la política de Trump, tiene la intención de mantener su presencia en Siria. Así lo aseguró el pasado 23 de marzo el portavoz del Pentágono, John Kirby, quien en una rueda de prensa dijo que la Casa Blanca mantendrá las tropas en Siria para continuar persiguiendo al grupo terrorista Estado Islámico.

Ya Rusia y Damasco habían denunciado que los bombardeos en el país árabe siguen produciéndose. Que la presencia militar de Estados Unidos en la zona nada tiene que ver con la guerra contra el terrorismo, y de lo que se trata es de una ocupación a un país miembro de las Naciones Unidas, para saquear sus riquezas naturales.

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