El gas de la discordia

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El presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky ha recibido la orden de ir a Washington el 30 de agosto de este año, ni antes ni después. El 23 de julio, en una rueda de prensa, el líder ucraniano finalmente recibió la tan esperada invitación, envuelta en el bonito, pero no vinculante papel de la secretaria de prensa Jen Psaki. En realidad, fue una orden, ya que la visita se ha retrasado más de un mes, lo que enfureció a Kiev.

El mes pasado, el ministro de Asuntos Exteriores, Dmitro Kuleba, afirmó que se discutía una nueva fecha, el 26 de julio. Así lo confirmó sin gran entusiasmo la Embajada de Estados Unidos. Y después llegó el agravio. El actual comportamiento de la élite en el poder puede calificarse de rebelión, que no solo se debe a que la llamada de Washington se haya producido de una manera tan descuidada, sino a las noticias del acuerdo alcanzado por Estados Unidos y Alemania sobre el Nord Stream-2.

El significado del acuerdo alcanzado es que la administración estadounidense retira sus reclamaciones a la construcción y desarrollo del gasoducto a cambio de una serie de no muy claros compromisos de Alemania: inversiones en “energía verde” en Ucrania, la intención de llegar a un acuerdo con Gazprom para extender el tránsito de gas por Ucrania otros diez años y volver a las sanciones en caso de que Rusia “use la energía como arma” o recurra a la agresión militar en territorio ucraniano. En ese caso, Berlín impondrá inmediatamente sanciones contra el Nord Stream-2.

Kiev ya ha calificado este acuerdo de marco sin contenido concreto y los ministerios de Asuntos Exteriores de Ucrania y Polonia han publicado un comunicado conjunto afirmando que los términos del acuerdo y la compensación propuesta son absolutamente inaceptables.

Ahora está ocurriendo en las publicaciones en la red e incluso a nivel oficial algo indescriptible: diputados, politólogos y periodistas compiten por escribir sobre la traición a Ucrania y a la democracia por parte de Occidente y sus propios intereses egoístas. Una verdadera psicosis. En realidad, la rebelión comenzó hace mucho tiempo, pero estaba dirigida a Europa, fundamentalmente a Alemania. Pero ahora se ha añadido a Estados Unidos a la lista de mentirosos y traidores.

El gasoducto iba a ser el principal tema de los ruegos de Zelensky en la capital estadounidense si la visita se hubiera realizado cuando estaba prevista, a finales de julio. Zelensky iba a hacer duras peticiones tanto a la Casa Blanca como al Congreso para que no solo no se levantaran las sanciones contra el Nord Stream-2, sino que se endurecieran e impidieran la compleción y construcción por todos los medios posibles. Una apelación directamente a los congresistas del Partido Republicano podría haber tenido un efecto positivo, ya que entre ellos hay un activo grupo de oponentes al tránsito de gas ruso a Europa a través del casi terminado gasoducto. Pero para el 30 de agosto, todos los planes del presidente de Ucrania se han ido al traste.

En primer lugar, para ese momento la construcción del gasoducto estará completada y, en segundo lugar, el Congreso estará de vacaciones, por lo que ya no será posible utilizarlo contra la actual administración. Hablando francamente, Zelensky ha sido engañado.

Por cierto, la publicación Politico, cercana al Partido Demócrata, publicó un artículo en el que afirmaba que la administración estadounidense, consciente de las intenciones de Kiev de apelar a los congresistas contra el proyecto, recomendó en duros términos contención a las autoridades ucranianas para no causar un escándalo con este tema. Parece que Zelensky no ha aceptado el consejo.

El presidente del Parlamento de Ucrania, Dmitry Razumkov, públicamente apeló al Congreso para impedir que el gasoducto entre en funcionamiento. Envió una carta abierta a la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, en la que utiliza los clichés favoritos de oficiales y políticos sobre cómo el gasoducto es una amenaza para todo el mundo occidental. Había que escribir “civilización occidental”, al menos la palabra habría tenido algo de novedad en esta fórmula que se ha repetido un millón de veces.

Además, el director ejecutivo de Naftogaz, Yuri Vitrenko se encuentra actualmente en Washington haciendo exactamente eso que la administración estadounidense ha pedido que no se haga para no dañar las relaciones bilaterales. Vitrenko está negociando con congresistas y escribió en Facebook que todo va extremadamente bien: “A consecuencia de las numerosas negociaciones, tenemos un fuerte apoyo bipartito y bicameral. Nuestros socios americanos en el Congreso comparten completamente la postura de que el Nord Stream-2 amenaza la seguridad de Ucrania. Así que estamos preparados para seguir la lucha juntos contra el proyecto ruso. Las herramientas siguen ahí”.

Se puede asumir que la Casa Blanca debe de estar molesta por el comportamiento de sus representantes en la élite ucraniana. Normalmente, los preparativos para las visitas se realizan en una atmósfera amistosa y constructiva.

Por cierto, los congresistas republicanos han llamado la atención al retraso de la visita de Zelensky y han acusado a Joe Biden de ceder ante Rusia. recuerdo que los demócratas hicieron la misma acusación contra Donald Trump.

Lo que ocurre no es que el fantasma de la pérdida del tránsito recaiga sobre Ucrania, aún quedará volumen, sino que el sistema de tránsito ya no representará, a partir de 2014, un activo económico y se convertirá en lo que potencialmente es: una pila de hierro oxidado que acabará vendiéndose como chatarra, ya que es preciso invertir mil millones de dólares al año para mantenerlo en condiciones.

Sobre las promesas de Merkel de exigir a Gazprom que prorrogue el acuerdo con Kiev diez años más, en ese caso Moscú podrá plantear sus propias condiciones. Los detalles se pueden encontrar en la demanda de Rusia contra Ucrania presentada ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Para Zelensky, la situación del acuerdo del gas se ha convertido en un desastre interno. Es evidente que tanto Estados Unidos como la Unión Europea están perdiendo interés en Ucrania. Hay circunstancias objetivas para ello, pero sus enemigos no pierden la ocasión de acusar al presidente por el deterioro de las relaciones con Occidente.

El líder ucraniano tiene una salida a esta situación, pero se arriesga a un conflicto abierto con los radicales de extrema derecha. Si ahora comienza a mejorar las relaciones con Rusia, construidas sobre la base del beneficio mutuo, y trabaja hacia la paz en Donbass, será fácil llegar a un acuerdo con las autoridades rusas y prorrogar el acuerdo de tránsito de gas e incluso aumentar el volumen transitado. Pero algo me dice las cosas no van a ser así.

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