Este 16 de septiembre, cuando México celebraba el aniversario 211 del inicio de sus luchas por la independencia, Andrés Manuel López Obrador, el hombre que dirige los destinos de ese país hermano, alzó su voz y reiteró que a «Cuba, por sus 62 años de resistencia, debe concedérsele el premio a la dignidad», y que, por similares atributos, la Isla debía ser declarada patrimonio de la humanidad.
Gesto noble, palabras llenas de valor y emoción por quien identifica en Cuba a un pueblo hermano, atado al suyo por la solidaridad desde los inicios mismos de las luchas por la independencia de uno y otro país, en las filas del Ejército Libertador, en Cuba, o formando parte de quienes, encabezados por el cura Hidalgo, se lanzaron a liberar las tierras aztecas, pisoteadas también por la metrópoli española.
Pero este mismo día, como contraste penoso, el odio y la más vil manipulación se hicieron presentes en el Parlamento Europeo, todavía contaminado por grupúsculos fieles seguidores de lo que dicta EE. UU., quienes aprobaron un documento lleno de mentiras, para acusar a Cuba de supuestas violaciones de los derechos humanos y pedir a la Unión Europea seguir el modelo de Washington y aplicar sanciones contra la Isla.
¡Qué vergüenza para la civilizada Europa! ¡Qué irrespeto a quienes, como México, ven a Cuba como ejemplo de resistencia, de solidaridad, que envía médicos y enfermeras a los más intrincados lugares del mundo, solo para brindar salud, amor y vida!
¿Cómo se puede entender que un Parlamento –supuesto patrimonio de la democracia en cualquier lugar– pueda convertirse, por obra de los ultraderechistas y fascistas, en un vertedero de perversidad?
Solo comparable con ese hecho, el propio día 16 de septiembre, en el estado norteamericano de la Florida –cuna de la peor politiquería y donde viven sectores, abiertamente contrarrevolucionarios, pagados lo mismo por el Gobierno estadual que por agencias federales o grupos convertidos en lobby anticubano–, el gobernador Ron DeSantis otorgó una Medalla de la Libertad a Félix Rodríguez, el exagente de la CIA, autor del asesinato de Ernesto Guevara en Bolivia, y mercenario de Playa Girón.
«Es un reconocimiento bien merecido», dijo DeSantis. El ejemplo es tan abominable que no merece otro comentario.
