Las ideologías seudoecologistas tienen dos claves de bóveda y ambas son falsas. Una es la generalización “ley de los rendimientos decrecientes” que inventó el economista David Ricardo para la agricultura, y la segunda es la explosión demográfica del reverendo Malthus.
La extrapolación de la primera “ley” dice que todo va cada vez peor y una de las muestras de ello es el “crecimiento incontrolado”, que es la segunda “ley”.
Los medios están repletos de este tipo de previsiones apocalípticas. El aumento de la población mundial está provocando un agotamiento de los recursos fósiles y agrícolas, el empobrecimiento de los suelos, el aumento de la pobreza, las hambrunas, la escasez de agua y, por supuesto, aumento de la contaminación y de las emisiones de “gases de efecto invernadero” que, a su vez, provocarán catástrofes climáticas y meteorológicas de todos los colores.
No cabe duda de que el mundo está presenciando un importante cambio demográfico sin precedentes en la historia de la humanidad, que es justamente contrario a lo que afirman los alarmistas: un descenso de la población mundial.
La tasa de crecimiento anual de la población alcanzó un máximo del 2,1 por ciento en 1975, es decir, una duplicación cada 33 años, y luego comenzó a disminuir. En 2065 llegará al 1 por ciento. A partir de entonces la población mundial comenzará a disminuir, según el demógrafo austraco Wolfgang Lutz.
Las tasas de fertilidad están disminuyendo en todos los países del mundo, incluida África. En 40 años Brasil ha pasado de 6,5 a 1,7 hijos por mujer. Los dos países más poblados, China e India, están experimentando un rápido descenso de la fertilidad. En India ya es de 2,3 hijos por mujer y en 23 de los 36 estados está por debajo de 2,1. En China el abandono de la política del hijo único en 2017 provocó un ligero aumento, que desde entonces ha remitido por completo.
Sin embargo, la reducción demográfica llega con retraso. China, por ejemplo, no experimentará un descenso de su población hasta 2032.
La población de Japón era de 128 millones en 2010 y se redujo a 126 millones el año pasado. Actualmente, la población de Japón disminuye en 300.000 habitantes al año y el declive se acelerará. En 1946 hubo 3,6 millones de nacimientos en Japón y este año se esperan 770.000, casi cinco veces menos.
Es verdaderamente inaudito leer exactamente lo contrario a cada paso, como si trataran de que comulgáramos con ruedas de molino.