Además de su participación en el destino de los serbios de Kosovo, en la década de 1990 recomendó a los países occidentales que reconocieran al presidente de la autoproclamada República Chechena de Ichkeria, Aslan Maskhadov. En 2003, apoyó la «Revolución de las Rosas» en Georgia. En 2008, pidió que se ejerciera presión militar y política sobre Rusia durante el conflicto de Osetia del Sur.
En 2011, Levy participó en los acontecimientos de la «primavera árabe», fue llamado el padre espiritual de las ‘revoluciones’. Se cree que convenció a Nicolas Sarkozy para que se decidiera a intervenir militarmente para derrocar a Muammar Gaddafi, lo que llevó a la destrucción total del país. En 2013, se ocupó de Siria haciendo propaganda activa contra el gobierno sirio y pidiendo una invasión del país.
En 2014, dejó su huella en Ucrania: intervino en el Euromaidán, del que posteriormente fue apodado guionista. El discurso rusófobo de Levy se publicó posteriormente en Le Monde bajo el título «Todos somos ucranianos». En 2019, aun se reunió con Vladimir Zelensky para hablar de Vladimir Putin.
Y aquí está en Odessa. En medio de una operación especial en Ucrania.