Luanda, 17 jul (Prensa Latina).— Desde tiempos legendarios, una y otra vez despiertan el interés público por las máscaras y los atuendos que portan en festejos y ceremonias luctuosas, pero los bakama de Cabinda, en el norte de Angola, conservan sus secretos.
Los registros sobre el origen, significado y poder simbólico de estos grupos provienen de la historia oral, indican expertos como Miguel Raul Mazissa, cuya tesis de doctorado versó sobre las formas de representación de la cultura tradicional de Cabinda.
Sin embargo, ninguno revela el contenido interno de los rituales, en los que solo pueden participar los iniciados, acotó el investigador.
Integrantes de la agrupación intervienen en actos fúnebres, fiestas de purificación, acciones de gracias y otras celebraciones, siempre tapados con caretas, hojas secas de plátano y retazos de telas, sin revelar nunca la verdadera identidad del portador.
El surgimiento de la tradición está asociado a la etnia bawoio, coinciden pesquisas etnográficas con la colaboración de miembros de las organizaciones bakama de Tchizo, Susso y Pueblo Grande, y los zindunga de Chinzazi y de Ngoio.
Según Mazissa, el vocablo “bakama” proviene de la simbología étnico-lingüística de los woio de Cabinda, en la que para designar a una mujer en el sentido de pertenencia a un hombre era necesario utilizar el término “nkama”, en singular, y “bakama” para el plural, ambos de origen bantú.
Los fundamentos mitológicos de la asociación parten de la deidad Lusunzi, representada por 11 máscaras femeninas; sin embargo, la entidad no prevé la integración de mujeres como miembros efectivos: las adultas solo cumplen el rol de cocinar para las ceremonias y educar a los hijos en las reglas culturales.
De acuerdo con la leyenda, la sirena Lusunzi vivía dentro de un bosque y no en el mar. Tenía dos caras, una negra y otra blanca, y era hija de Mbonze, quien habitó en las aguas de un pequeño lago llamado Luozi, en la llanura de Yabi, al sur de la ciudad de Cabinda, explicó el historiador João Cláudio do Nascimento Gime.
Desde el punto de vista jerárquico, la máscara principal es la Mabóbolo, aunque solo lidera los rituales del baile de fiesta; en los demás puede intervenir, pero la primacía queda en manos de otras representaciones. Por ejemplo, Mampana conduce los actos funerarios, y Benvu Li Muava los asociados al agradecimiento por la lluvia.
Consultado por el Jornal de Angola, Gime defendió la necesidad de una mayor divulgación de los hechos históricos y culturales de los antepasados en la “famosa aldea de Tchizo”, debido a su relevancia como patrimonio inmaterial de la nación.
En la colina de Tchizo radica el santuario de los bakama, cuyos ritos denotan su condición como guardianes de las leyes tradicionales y los principios éticos y morales de la sociedad local, resumió el historiador.
(Tomado de Orbe)
https://www.prensa-latina.cu/2022/07/17/los-bakama