Objetivos de la estrategia de tensión

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La ofensiva ucraniana para tratar de recuperar la región de Jerson continúa, aunque con el silencio mediático solicitado por Ucrania para preservar sus éxitos e impedir así que los misiles rusos las localidades liberadas. La discreción periodística no se limita a los medios nacionales, sino que se extiende a los medios internacionales, abiertamente dispuestos a seguir fielmente la línea marcada por el discurso oficial de Kiev. En realidad, las localidades liberadas son escasas, aunque en los últimos días Ucrania ha anunciado la captura de Visokopole. Los próximos días dirán si Kiev consigue consolidar su presencia ahí y utilizar esa zona para avanzar sobre las tropas rusas. El escepticismo responde al desarrollo de la ofensiva ucraniana la semana pasada, cuando el avance más profundo sobre territorio ruso fue revertido en varios días.

 

Aunque Ucrania trata de recuperar territorio -los avances son necesarios por motivos propagandísticos-, el objetivo real de la ofensiva no es capturar toda la región de Jerson, o incluso su capital, por la vía militar. En los últimos meses se ha evidenciado que Ucrania ha adquirido, gracias al suministro militar de sus socios occidentales, una gran capacidad de destrucción, pero la superioridad rusa sigue siendo palpable incluso en los lugares que, como Jerson, sufren de la escasez de tropas. La estrategia de Ucrania pasa por destruir el puente de la presa de Novaya Kajovka, comprometiendo, no solo el paso sino las propias infraestructuras (Ucrania nunca ha tenido escrúpulos a la hora de destruir o bloquear las infraestructuras de suministro de agua, como ya conoce a la perfección la población de Donetsk, que sufre actualmente de falta de suministro, o la de Crimea, que vio cómo durante años Kiev bloqueaba el paso de agua al canal del norte de Crimea) o el puente Antonovsky, uno de los objetivos más repetidamente atacados. El último ataque ha vuelto a dejarlo fuera de uso y las dificultades hacen inviable su uso.

El puente Antonovsky es uno de los pocos accesos a Jerson desde la margen opuesta del río Dniéper, que en gran parte de la región ejerce actualmente de línea de separación entre los dos ejércitos. Hacer la situación inviable a base de constantes bombardeos y eliminando vías de suministros es la base de la estrategia ucraniana para expulsar a las tropas rusas de la ciudad de Jerson. Esa estrategia de máxima tensión es también la misma que Ucrania intenta utilizar en el resto del frente, con diferentes métodos e intensidad dependiendo de las posibilidades. En Crimea, esa estrategia se ha limitado al uso de pequeños drones para causar en bases militares daños que suponen más un éxito para la propaganda que en términos militares reales. En Donetsk, los bombardeos aleatorios de diferentes zonas de la ciudad buscan minar la confianza de la población en la protección que le prometieron las tropas rusas y el lanzamiento de minas antipersona busca ejercer de castigo colectivo contra una población que Kiev nunca tuvo intención de recuperar.

En el caso de Energodar, la situación es aún más clara. El fracasado intento de desembarco de la semana pasada difícilmente buscaba capturar la central o la ciudad y posiblemente no fuera más que un intento de desestabilizar la situación como hacen cada semanas los grupos de sabotaje vinculados al SBU y al adiestramiento que suministra Gran Bretaña. Pese al intento ucraniano de obstaculizar al máximo la visita, que al contrario que el día a día de la ciudad, contaba con la atención mediática, los expertos y el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica llegaron a Zaporozhie y, atravesando el frente -Rusia proponía su llegada desde el lado ruso, pero la visita se celebró según los términos ucranianos-, pudieron acceder a las infraestructuras, donde observaron, no solo la seguridad de la central, sino también los daños causados por los bombardeos de las últimas semanas.

Ya lejos del peligro del frente, el director del Organismo, Antonio Grossi, afirmó a los medios que la presencia de los inspectores suponía una diferencia “entre el día y la noche”. Sin embargo, lejos de calmarse, la situación continúa empeorando. Con la ayuda de sus socios occidentales y de su prensa afín, Ucrania ha instalado en la conciencia colectiva la idea del terrorismo nuclear de Rusia. Ayer por la tarde, informaban de nuevos bombardeos contra la central varios medios rusos. Desde 2014, Kiev ha demonizado, deportado o vetado a periodistas o medios rusos que accedieran directamente a los territorios de la RPD y la RPL y, por lo que actualmente toda información de esos territorios procede necesariamente de medios rusos. Habitualmente caracterizados en Ucrania y en Occidente como medios de propaganda, su información es simplemente ignorada por agencias de prensa y medios occidentales, que continúan simplemente repitiendo los comunicados de prensa o discursos de Volodymyr Zelensky y sus asesores. La voz pasiva o las construcciones verbales impersonales se han convertido en la norma para informar de los bombardeos contra la central o sus alrededores sin mencionar al culpable, aunque algunos medios continúan ajustándose aún más férreamente al discurso ucraniano y hablan de bombardeos rusos sobre la planta nuclear bajo su control, en la que tiene presencia y cuya seguridad es clave para la seguridad de la población bajo su control.

Más duro que en ocasiones anteriores, el bombardeo causó daños en la central -aunque no peligro de radiación, ya que la central, de construcción moderna, está preparada para soportar esa presión- y un incendio que puso en peligro el suministro. Un incendio hizo peligrar el suministro eléctrico del único reactor aún en funcionamiento. Según afirmó ayer Energoatom, la empresa ucraniana que sigue manteniendo el control técnico de la planta, fue necesario desconectar el reactor del suministro eléctrico, con lo que la central quedó aislada del sistema eléctrico ucraniano. No se trata de la primera ocasión en que se produce una desconexión similar -como en aquella ocasión, Energoatom culpó a un bombardeo ruso-, aunque el aumento de la frecuencia de este tipo de incidentes sí es una novedad.

Sumida en una importante crisis energética a causa del boomerang del efecto de las sanciones contra el sector energético ruso, la Unión Europea continúa apoyando medidas para cerrar el mercado al petróleo ruso. En esta ocasión, se trata de la medida de los países del G7 de imponer un tope de precio al petróleo ruso, una medida ya anticipada y a la que Moscú siempre ha prometido responder con represalias. La paralización del suministro de gas a la Unión Europea es la represalia más evidente -Rusia ya ha anunciado que no reanudará de momento el suministro de gas a través del Nord Stream-1-, pero lo es también la desconexión definitiva de la central nuclear de Zaporozhie del sistema eléctrico ucraniano. Una energía que sería necesaria para Ucrania ante la temporada de invierno, pero que posiblemente supusiera un excedente que exportar a la Unión Europea, presentándose así como un socio fiable y un aliado en un momento difícil y obteniendo también valiosos ingresos para las diezmadas arcas del Estado.

La actuación de Ucrania, con demostrativos bombardeos acompañados de acusaciones de auto bombardeos, y el papel de sus socios extranjeros suponen escasos incentivos para Rusia para mantener la conexión de la central con el otro lado del Dniéper, desde donde Kiev continuará atacando la zona con el claro objetivo de hacer la situación insostenible. La visita del OIEA no ha solventado los problemas de seguridad ni el funcionamiento de una central nuclear bajo control técnico ucraniano en un territorio bajo control militar ruso, por lo que es probable que la tensión se mantenga o incluso aumente y con ella el peligro para la población civil a ambos lados del frente. El peligro de perder el suministro eléctrico y el peligro a ser expuestos a un incidente nuclear causado por el intento de crear una situación insostenible en las zonas más amplias posibles del frente. En ese juego, todo objetivo es aceptable, sea un puente sobre el Dniéper o la central nuclear más grande de Europa.

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