URSS: ¿Qué sucedió realmente en Katyn?

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La perestroika falsifica la nota de Lavrenti Beria, 794/b, que “incrimina” a Stalin en la masacre de Katyn

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Hace ya más de tres décadas comenzó la «Perestroika» y entre fanfarrias y un gran aparato propagandístico se prometió abrir los archivos y revelar todos los secretos de la “totalitaria” URSS, particularmente, en lo concerniente a los sucesos de Katyn.

 

Finalmente, se procedió a la apertura de los archivos soviéticos, pero en lugar de hallar la verdad lo que se encontraron fue un compendio de una de las mayores mentiras prefabricadas sobre la Unión Soviética: la supuesta evidencia documental de la «Carta de Beria Nº 794/B» que incriminaba a Stalin como el supuesto verdugo que autorizó las ejecuciones en masa de miles de soldados polacos Katyn, en la primavera de 1940.

En una época, finales de los años 80 y comienzos de los 90, en que se estaba produciendo una gran involución en la clase dirigente de la URSS, revisionar el pasado soviético formó parte de la tarea liquidatoria de los miembros del Politburó más prominentes: Mikhail Gorbachov, Alexander Yakovlev y Boris Yeltsin.

Cuando se (pseudo)argumenta que “hasta la URSS reconoció la autoría soviética de Katyn”, en realidad estamos hablando de un período anómalo donde había un Estado que era, en la práctica, una parodia socialista del anterior a 1985 y donde el trío de golpistas antes señalados (más otros que participaron directamente en la descomposición del país, como Edvard Shevardnadze o el general Alexander Rutskoy), influenciados por Occidente, estuvieron intrigando y preparando el colapso deliberado del sistema soviético.

La famosa nota base de la culpabilidad soviética sobre Katyn fue “descubierta” en septiembre de 1992 en un «paquete cerrado No. 1» depositado en los Archivos del Presidente de la Federación de Rusia (el antiguo archivo del Comité Central del PCUS).

Esta nota se considera el original de la decisión del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión (Bolcheviques) P13 / 144-op, del 5 de marzo de 1940, sobre la ejecución de 25.700 prisioneros y ciudadanos polacos que habían sido arrestados.

Esta nota fue el colofón a la decisión del presidente de la ex URSS, Mikhail Gorbachov, de transferir, dos años antes, el «corpus de documentos de Katyn del Archivo Especial» al jefe del estado pseudosocialista polaco, Wojciech Jaruzelski (quien ya se había entregado totalmente a los designios de Occidente), durante la estancia del mandatario polaco en Moscú, el 13 de abril de 1990.

Todo ello se hizo sin ninguna revisión judicial de las circunstancias del caso Katyn, y se admitió por la parte rusa “la culpabilidad de los órganos de seguridad del estado soviético por el asesinato en masa” de prisioneros de guerra polacos, antes del “descubrimiento” de la nota de Beria a Stalin.

A partir de ese momento, es cuando comenzó a forjarse con éxito el “síndrome Katyn” en la literatura antisoviética occidental y dentro de Rusia por los llamados “liberales” o (ultra)derecha antisoviética. Tanto que el otrora periódico comunista, Izvestia, en plena fiebre “aperturista” al capitalismo de la Perestroika, publicó una «Declaración oficial de TASS” (la que era agencia oficial comunista de noticias de la URSS) sobre la tragedia de Katyn, con una admisión de culpabilidad en contra (cito textual) de “Beria, Merkulov y sus secuaces por la muerte de unos 15 mil oficiales polacos”.

El 24 de septiembre de 1992, se produjo un hecho que cambió radicalmente la situación en el asunto Katyn. En ese día, en los Archivos del Presidente de la Federación Rusa, el «paquete cerrado No. 1» para Katyn fue «accidentalmente» descubierto y abierto. Los documentos almacenados en el paquete supuestamente contenían:

(1) La decisión del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión de los bolcheviques, con fecha del 5 de marzo de 1940.

(2) La carta de Beria a Stalin No. 794/B, con fecha de marzo de 1940 (sin especificar el día, una omisión un tanto extraña).

(3) La carta del presidente del KGB, Alexander Shelepin, a Nikita Krushchev, N-632-sh, con fecha del 3 Marzo de 1959 y otros documentos que “confirmaban” la responsabilidad del liderazgo soviético en la muerte de prisioneros de guerra polacos.

A partir de ese momento, la culpabilidad de la URSS por la muerte de más de 20.000 prisioneros de guerra polacos comenzó a considerarse “absolutamente probada”.

La nota del jefe del KGB, Alexander Shelepin, al primer secretario del Comité Central del PCUS, Nikita Krushchev, N-632-sh, con fecha del 3 de marzo de 1959, que se considera el documento principal que confirma la muerte de 21.857 polacos en la primavera de 1940, contiene una gran cantidad de inexactitudes y errores evidentes.

En la nota de Shelepin, la mayoría de los párrafos muestran información inexacta. Sin embargo, en contraste con las conclusiones de la comisión Burdenko, los historiadores polacos y representantes del “Memorial Katyn”, el lobby anticomunista que promueve en todos los foros públicos la farsa de la autoría soviética, no tuvieron la menor duda sobre los datos citados en la nota de Shelepin.

En la Unión Soviética, según historiadores rusos como Vladislav Shved, documentos auténticos sobre Katyn fueron destruidos en los años 50, durante el reinado de Nikita Krushchev. Todo esto creó condiciones especialmente favorables para cualquier falsificación posterior y que apareciesen nuevos «documentos» que “incriminaban” a la URSS en la matanza de oficiales polacos en Katyn.

Estos «documentos», inesperadamente descubiertos a principios de los años noventa, y que han sido estudiados por muchos investigadores independientes, mostraron que su autenticidad no era tal.

Sin embargo, Mikhail Gorbachov y el capataz de la Perestroika, Alexander Yakovlev, en 1990, decidieron entonces sacarlos a la luz y apoyar la versión de los hechos del jefe del Departamento de Propaganda nazi, Joseph Goebbels. Ambos, Gorbachov y su hombre fuerte, Yakovlev, antisoviéticos y anticomunistas, presentaron al mundo la tesis de que miembros de la policía secreta soviética, NKVD, dispararon a los oficiales polacos en Katyn.

Gorbachov había recibido un memorándum del jefe del departamento internacional del Comité Central del PCUS, Valentin Falin, en el que se decía que en los archivos soviéticos supuestamente habían encontrado documentos que confirmaban la conexión entre el envío de polacos desde los campos de prisioneros soviéticos al bosque de Katyn en la primavera de 1940 y su posterior ejecución.

A pesar de que Falin expresó sus dudas a Gorbachov sobre el origen de estos documentos, el nuevo hombre de Occidente en Moscú tenía una opinión diferente y las noticias de los «verdaderos culpables» de la ejecución de Katyn se esparcieron por todo el mundo. De hecho, y refutando el texto del Tribunal de Nuremberg, después del mandato de Gorbachov en 1992, Boris Yeltsin entregó a la parte polaca los documentos del llamado «paquete cerrado Nº. 1», que “probaban” la «culpa» de la URSS por lo sucedido en Katyn.

En noviembre de 2010, el diputado de la Duma estatal Viktor Ilyukhin y los expertos historiadores Sergei Strygin y Vladislav Shved advirtieron que la «Carta de Beria Nº 794/B», la cual habría sido presentada en el Politburó del PCUS de marzo de 1940, documento que supuestamente probaba que Stalin había emitido la orden de que se diera muerte a más de 20 mil soldados polacos prisioneros de guerra, en realidad se trataba de una falsificación.

Ilyukhin publicó información de que a principios de los años 90 uno de los principales miembros del Buró Político del Comité Central del PCUS había creado un grupo de especialistas de alto rango para la falsificación de documentos de archivo. El nombre de este miembro de alto rango del partido, que Ilyukhin nombró en el verano de ese año 90, era el que fue, probablemente, personaje más siniestro de aquel período, Alexander Yakovlev, el «arquitecto de la perestroika» y el activo principal de Occidente para instigar la disolución de la URSS y promover el separatismo en las repúblicas soviéticas.

El Grupo Yakovlev trabajó en la estructura del servicio de seguridad del presidente ruso Boris Yeltsin, ubicado en el pueblo de Nagornoye, región de Moscú (hasta 1996), y luego fue trasladado a otro asentamiento: Zarechye.

Cientos de documentos históricos falsos fueron enviados a los archivos rusos desde allí, y la misma cantidad fue adulterada para incluir información distorsionada en ellos, así como falsificar firmas. Ilyukhin exigió comenzar un trabajo a gran escala para verificar documentos de archivo e identificar hechos que desacreditaban la historia del período soviético.

Según Ilyukhin, «En 1943, Goebbels, tratando de destruir la coalición anti Hitler y confrontar a la URSS con Estados Unidos, difundió la mentira de que Stalin y Beria ordenaron la ejecución de 10 mil oficiales polacos». Esta mentira fue apoyada por el gobierno polaco en el exilio, que fue guiado sobre todo por un sentimiento de ira hacia la Unión Soviética por la derrota del ejército polaco en el oeste de Bielorrusia y Ucrania y la anexión legítima de estos territorios a la URSS.

Ilyukhin creyó hasta su muerte, ocurrida repentinamente en el año 2010 (el año en que descubrió las “anomalías” sobre Katyn), que las falsificaciones se hicieron para desacreditar a Stalin «en línea con esa frenética campaña de propaganda de avergonzar el liderazgo soviético, que fue especialmente cínica cuando fue realizada a principios de los años 90 del siglo pasado».

Los investigadores disidentes de Katyn parece que llevan una maldición encima. Si Viktor Ilyukhin murió repentinamente en 2010 después de descubrir la falsedad de la carta de Beria nº 794/B, Sergei Strygin, colaborador en la investigación de Ilyukhin, falleció también repentinamente en 2017 a los 57 años.

Strygin era otro disidente de la “narrativa oficial Katyn” que había sido atacado repetidamente por las hordas que sustentan la mentira de la “masacre soviética de miles de polacos” (en particular, por los integrantes del lobby ultraderechista Memorial Katyn, empeñados en refutar a los que ellos llaman burdamente “negacionistas”, como lo eran Ilyukhin y Strygin).

Strygin luchó por desmontar los documentos centrales en los que se basa la “masacre de Katyn”, es decir, los absurdos errores en el diseño y contenido de la nota de Beria que Stalin habría firmado para dar vía libre a los fusilamientos del campo polaco. Strygin, como otros muchos, planteó serias dudas sobre la fiabilidad de ese documento y estableció, de manera confiable, que la nota 794/B debería estar fechada el 29 de febrero de 1940, ya que el 29 de febrero, se enviaron las notas 793 y 795 desde la secretaría de la policía secreta del NKVD. Sin embargo, por alguna razón desconocida, en la nota 794/B se indica el mes de marzo sin un día específico.

Además, la nota de Beria también se imprimió en un momento diferente y en una máquina de escribir diferente. Esto solo confirma las conclusiones sobre la dudosa fiabilidad de la nota de Beria. Como señala sarcásticamente otro crítico de Katyn, Vladimir Schved (del que hablaremos más adelante): “debemos pensar que en el NKVD, a pesar de que había una enorme oficina con muchas máquinas de escribir, probablemente, por generosidad, debido a la «carga de trabajo» de los mecanógrafos, recibió instrucciones de reimprimir sólo tres de las cuatro páginas de la nota”

Strygin, junto a su colega Schved, se centró en el mandato de Nikita Krushchev en relación con información confiable de que fue durante este período en que se llevó a cabo una limpieza y corrección intensiva de documentos del período Stalin en los archivos de la Lubianka (sede del KGB) y en el propio Kremlin.

El ex Secretario del Comité Central del PCUS, Valentin Falin, dijo en privado que en 1956, en los edificios del Comité Central del PCUS y del KGB, incluso se asignaron salas especiales para el trabajo de los llamados «expertos» que debían “ocuparse” de los documentos “estalinistas”.

Uno de los «expertos» que trabajaba en una de estas oficinas le contó todo esto. Sin embargo, la falsificación de la “nota Beria” sobre Katyn no se hizo en el período Krushchev, sino que se puede argumentar, con un alto grado de probabilidad, que “especialistas” de la administración Yeltsin participaron en la falsificación de los documentos de Katyn y, sobre todo, en las notas de Beria.

Eduard Molokov, un destacado experto del Ministerio del Interior ruso, descubrió que las primeras tres páginas de esta nota estaban impresas en una máquina de escribir y la cuarta estaba en otra máquina diferente. Además, la fuente (tipo de letra) de la cuarta página se encontraba en las letras originales del NKVD de 1939-1940, y la fuente de las tres primeras páginas era nueva. El número saliente, el famoso 794/B, cree Molokov que estaba falsificado

Además, la nota de Beria contiene una presunta propuesta sobre Katyn: «La consideración de los casos y la decisión se asignará a la troika, integrada por el camarada Beria (el nombre está tachado y está escrito a mano «Kobulov», el jefe del principal departamento económico del NKVD), Merkulov y Bashtakov».

El Politburó, supuestamente, discutió la nota de Beria en base a la creación de un consejo de expertos, llamado «troika» (a pesar de que Beria abolió esta forma de “reuniones” a finales de 1938, cumpliendo una resolución conjunta del Comité Central y el Consejo de Comisarios del Pueblo) y toma una decisión: aprobar los planes de ejecución de Beria. La manipulación es tan burda, según Molokov, que dicha “resolución” de llevar adelante la decisión de Beria quedó registrada en el acta No. 144 de la reunión del Politburó, del 5 de marzo de 1940, mientras que el protocolo del Politburó (acta No. 143) está fechada el 6 de marzo.

El 7 de marzo de 1940, Beria supuestamente ordenó una compilación de listas de oficiales polacos detenidos en los campos. Y en noviembre del mismo 1940, le envió a Stalin otra nota, donde decía que en los campos de la NKVD de la URSS estaban detenidos 18.297 polacos, la mayoría de los cuales estaban dispuestos a luchar con Alemania como parte de unidades antisoviéticas, si es que alguna se organizaba en el territorio de la Unión Soviética. Sobre la base de esta nota, el Politburó del Comité Central del Partido Comunista de toda la Unión (Bolcheviques), el 4 de junio de 1941, tomó la decisión de crear una división polaca

Como dato de especial relevancia, y desde una visión ligeramente distinta, el reconocido historiador ruso Yuri Nikolayevich Zhukov solicitó a principios de los años 90 a los Archivos del Presidente de la Federación de Rusia que le proporcionaran material sobre las actividades denominadas «criminales» del PCUS, que se estaban preparando para el Tribunal Constitucional de la Federación de Rusia. En el archivo se le entregó una serie de documentos dispersos sobre diversos temas.

Entre la colección de documentos que fueron aportados a Zhukov este descubrió el «documento clave» del crimen de Katyn. Era una fotocopia de la «nota de Beria a Stalin» con la propuesta del NKVD de fusilar de entre 2.000 a 3.000 mil oficiales polacos capturados que eran considerados culpables de crímenes de guerra y otros delitos.

La página 4 era la conocida como la “nota de Beria” sobre la que se basa la versión oficial y que proponía fusilar a 14.700 polacos prisioneros de los campos de Kozelsk, Starobelsk y Ostashkovsk, así como a 11.000 detenidos polacos que fueron llevados a las prisiones del oeste de Ucrania y Bielorrusia.

Zhukov señaló que en esa nota 4 la esquina superior izquierda estaba ocultada, por lo que dedujo que no había ninguna resolución favorable sobre fusilar hasta 3.000 polacos prisioneros. Zhukov cree que “la resolución de Stalin rechazó la propuesta de fusilar prisioneros polacos, de lo contrario no se habría ocultado la resolución.

Después de todo, era necesario culpar a todos y a todo en nuestro pasado. Todos mis intentos de obtener el original de la resolución fueron rechazados, en aras del secreto de Estado”. Desde entonces, Zhukov no estaba interesado en el asunto de Katyn, no le dio mucha importancia a su hallazgo y solo en relación con la propaganda antisoviética de 2008, con la película “Katyn”, recordó la nota.

Hasta el descubrimiento «accidental» del «paquete cerrado No. 1, el 24 de septiembre de 1992, nadie conocía la nota de Beria y la decisión del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión (Bolcheviques). Sin embargo, en un dictamen pericial elaborado por representantes del presidente Yeltsin para la audiencia del «caso PCUS» en el Tribunal Constitucional el 7 de julio de 1992, se dijo que «existen razones convincentes, aunque indirectas, para creer que la ejecución de oficiales polacos fue sancionada por el Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión de Bolcheviques».

Además de cuestionar el hallazgo de los documentos “incriminatorios” contra los soviéticos, el malogrado Strygin pormenorizó una relación de los testigos y pruebas encontradas que destruían la narrativa oficial en un amplio resumen extractado de dos discursos que el autor dio en una mesa redonda llamada «Katyn, aspectos legales y políticos», en la Duma Estatal de la Federación de Rusia el 19 de abril de 2010 y en una conferencia llamada «Katyn, nuevos hechos y pruebas»

Vladislav Nikolaevich Schved (1944), autor del libro El Misterio de Katyn y co-investigador con Strygin e Ilyukhin en la desfalsificación del consenso antisoviético sobre Katyn, fue miembro del PCUS y del Partido Comunista de Lituania hasta que fue expulsado de este último. Schved ahora pertenece, curiosamente, a un polo ideológico opuesto, el Partido Liberal Democrático de Rusia. Schved formuló una serie de preguntas a los defensores de la versión nazi-polaca de la tragedia de Katyn que difícilmente podrán encontrar una respuesta convincente. Expongo algunas de ellas:¿Como explican los investigadores polacos y representantes del “Memorial Katyn” el hecho de que, a pesar de que la “acción del NKVD” era de alto secreto, enterraran a más de 4 mil oficiales ejecutados con uniforme polaco y otros documentos que les permitía ser identificados?

¿Por qué la parte polaca aceptó incondicionalmente los resultados de la exhumación alemana en 1943 y nunca trató de comparar los informes oficiales alemanes con los testimonios de los testigos oculares que visitaron Kozy Gora 1943? Esto revelaría la manipulación de las tumbas por parte de los nazis y establecería las fechas reales para la apertura de las tumbas.

¿Por qué los investigadores polacos niegan el hecho de que se descubrieron en las fosas de Katyn zlotys (moneda polaca) introducidos por los nazis en circulación en el territorio de la Gobernación General de Polonia después del 8 de mayo de 1940 y que no podrían haber estado en manos de oficiales polacos del campo de Kozelsk, si fueron fusilados en abril y los primeros días de mayo de 1940? Estos billetes fueron vistos y descritos en un artículo del periódico de Vilna «Gonets Zodzenny» de Y. Matskevich (Goniec Codzienny. No. 577, Vilno, 3 de junio de 1943).

¿Por qué se silencia el hecho de que los expertos alemanes en los entierros de Katyn descubrieran los restos de sacerdotes polacos con largas sotanas negras, además de más de doscientos cadáveres de civiles y unos 700 cadáveres con uniformes de soldados polacos, si se sabe que en el campo soviético de prisioneros de Kozelsk solo había oficiales polacos?¿Por qué los representantes del “Memorial Katyn” y los investigadores polacos ignoran a los testigos de la tragedia de Katyn, quienes confirmaron la participación de los nazis en los fusilamientos?

Estos son principalmente Catherine Devillier, Rene Culmo, Karl Johanssen, Wilhelm Haul Schneider y A. Lukin, antiguo jefe de comunicaciones del 136 Batallón de Convoyes del NKVD.¿Por qué los representantes del “Memorial Katyn” y los investigadores polacos prefieren no advertir las declaraciones falsas y las inexactitudes en la nota de Alexander Shelepin a Khrushchev? ¿Puede esta nota considerarse un documento histórico confiable y los datos que contiene confiables?

¿Se puede considerar que la nota 794/B de Beria y los extractos de las actas de la reunión del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión (Bolcheviques) son documentos históricos fiables si están redactados con graves errores en su contenido?

A lo que habría que añadir otro datos críticos que han sido olvidados deliberadamente por los defensores de la versión nazi. Veamos algunos de ellos, ya comentados por el patólogo checo Frantisek Hajek en la entrada anterior:El tiroteo en Katyn se llevó a cabo con pistolas alemanas de calibres 7,65 mm, 6,35 mm y 9 mm. Y se hizo a la manera alemana (recostados sobre la parte posterior de la cabeza).En las excavaciones solo se encontraron cartuchos con marcas alemanas.

Algunas de las carcasas eran de acero y su producción comenzó solo en enero de 1941.Las manos de los polacos asesinados fueron atadas con un cordel de fabricación alemana y los cadáveres fueron colocados cuidadosamente boca abajo.En los cuerpos de los polacos se encontraron documentos que datan del otoño de 1940 e incluso del verano de 1941, lo que contradice claramente de que fueron ejecutados en la primavera de 1940.

Los testigos mencionan una gran cantidad de billetes militares de dos zlotys encontrados; estos son billetes de banco impresos entre marzo y abril de 1940 en la Cracovia ocupada y no se pudieron encontrar en los bolsillos de los oficiales polacos que habían estado en cautiverio desde 1939 y que supuestamente fueron fusilados en abril de 1940.Muchos documentos de los polacos presuntamente fusilados, en particular dos fichas policiales polacas numeradas (el número 1441 pertenecía a Jozef Kuligovsky, el número 1099, de Ludwik Maloveiski), se encontraron más tarde enterradas en la localidad de Volodimir-Volynsky, en 1941.Los residentes locales vieron vivos a los polacos capturados en julio-agosto de 1941, es decir, algún tiempo después de la captura de Smolensk por los alemanes.

Recordemos que, de acuerdo con las instrucciones del NKVD sobre la supuesta orden de ejecución, los cadáveres de los ejecutados no debían tener documentos, prendas de vestir exteriores u otra prueba material que les permitiera ser identificados o la fecha de ejecución.

Schved recuerda que los resultados de la investigación del crimen de Katyn fueron llevados hace ya muchos años a cabo por personalidades como el historiador y periodista de televisión francés Alain Decaux, a mediados de los años 60 del siglo pasado.

En su ensayo, Katyn: Hitler o Stalin, Decaux cita el testimonio de Rene Culmo, un ex prisionero del Stalag II alemán. Culmo, en el otoño de 1941, conoció en el campo al capitán polaco Wenzensky, que acababa de ser traído por los alemanes del Este. Wenzensky informó a Rene Culmo que «los alemanes allí, en el Este, han cometido un crimen monstruoso…Las SS han destruido a casi toda la élite militar polaca».

Alain Decaux también menciona a una testigo francesa, Catherine Devillier, quien parece ser estuvo enrolada en el Ejército Rojo y alcanzó el grado de teniente. Fue una de las primeras en visitar a Katyn después de su liberación de los nazis y habló con los residentes locales sin el control de la NKVD. A Devillier le sorprendió el hecho de que en una de los compartimentos del museo, junto a las pruebas materiales, encontró una fotografía de su amigo Zbigniew Bogutsky y una copia de una supuesta carta enviada a su madre, fechada el 6 de marzo de 1940.

Después de la guerra, Devillier conoció a Bogutsky, que estaba vivo en Polonia, quien afirmó que en marzo de 1940 no pudo escribir esa carta a su madre . «En ese momento, ella (Devillier) se dio cuenta de que Katyn era un caso totalmente fabricado por los alemanes». Decaux también cita el testimonio del noruego Karl Johanssen, un ex prisionero del campo alemán de Sachsenhausen, quien en 1945 testimonió ante la policía de Oslo que en dicho campo los prisioneros falsificaron documentos y fotografías polacos para las víctimas de Katyn.

Para contrarrestar todo este abanico de pruebas incontestables, los militantes antisoviéticos “katynistas”, situados en la órbita del liberalismo y ultraderechismo ruso, como Sergey Romanov o Alexei Pamyatnykh (éste como miembro de la Sociedad Katyn, residente en Varsovia) han llevado el peso de la campaña de culpabilidad de la URSS sobre Katyn, acusando sistemáticamente de propagar falsedades a los historiadores que ellos llaman “negacionistas”.

Romanov, como a la mayor parte de los historiadores rusos u occidentales que exponen los sucesos de Katyn, le puede antes su sentimiento anticomunista que lidiar con la verdad histórica. El fabulador y manipulador Romanov describe profusamente, en la web Katyn Files, a través de varios artículos en los que aporta pruebas aparentemente “verídicas y supuestamente contrastadas” lo que él estima que aconteció en Katyn, es decir, la versión que promovieron los nazis y más tarde los polacos. Romanov, intenta refutar y menoscabar a los críticos de Katyn, Ilyukhin, Strygin y Schved y, por supuesto, culpabiliza a Stalin y al NKVD de las atrocidades cometidas en el bosque de Smolensk contra los oficiales polacos.

Además, sin una prueba que valide sus acusaciones, Romanov califica de testigos falsos a los señalados por el historiador francés Alain Decaux (entre otros, a Catherine Devillier o Rene Culmo) que contradijeron (entre otros muchos) la farsa nazi-polaca. Sin embargo, después del repaso dado por el profesor forense independiente Frantisek Hájek, testigo de primer orden en Katyn, quien desmontó convincentemente en el año de 1945 el bulo de la culpa soviética, es una tarea sencilla refutar la tendenciosidad, saturada de animadversión soviética, de personajes como Romanov.

Pamyatnykh, por su parte, es otro ferviente partidario de la versión germano-polaca del crimen de Katyn y la fomenta activamente en sus artículos, reseñas y discursos. Considera “basura” los argumentos y las pruebas que contradicen su versión y trata de desmentirlos de todas las formas posibles, principalmente en Internet, centrándose en detalles menores, inexactitudes y errores tipográficos.

No es casualidad que Pamyatnykh utilice esta estrategia engañosa. Este propagandista de la leyenda negra antisoviética sobre Katyn trata de darle, de este modo, un sello de “calidad” histórico-científica por el mero hecho de entrar al detalle en lo que para ellos son datos definitivos pero que lo único que hacen es otorgarle más irrelevancia a sus argumentos.

Como muchos otros historiadores que avalan la fábula polaca sobre Katyn, el anticomunista Pamyatnykh centra sus esfuerzos en imponer discusiones pseudocientíficas sobre inexactitudes en detalles de muy bajo perfil, sin cuestionar los principales hechos y conclusiones de investigadores independientes del caso Katyn. Pamyatnykh está mediatizado por su fobia contra todo lo soviético y, por tanto, su investigación es parcial y prejuiciosa.

Un ejemplo de la utilización capciosa que hace Pamyatnykh de Katyn es la siguiente. A principios de 2008, Pamyatnykh publicó en Internet extractos de la grabación de video del interrogatorio del ex jefe del Departamento de Prisioneros de Guerra de la NKVD, P.K. Soprunenko, por la Fiscalía militar rusa en los años 90. El autor considera seriamente el testimonio de Soprunenko como una prueba incontrovertible de la culpabilidad de la URSS en el crimen de Katyn. Sin embargo, de lo visto en el video del interrogatorio de Soprunenko, se observa cómo los investigadores de la Fiscalía Militar “fuerzan” al interrogado a dar las respuestas que necesitaban.

Ningún tribunal que se precie de ser imparcial aceptaría ese testimonio como evidencia confiable. En los medios de comunicación rusos manejaron información de que los miembros del grupo de la Fiscalía de la Federación de Rusia, que trabajaban en los años 90 para aclarar las circunstancias del «caso Katyn», al mismo tiempo recibieron subvenciones y otros tipos de incentivos materiales y morales de la parte polaca. Esto no puede ser ignorado.

Desde Occidente, a excepción del conocido trabajo de Grover Furr, la maquinaria de la propaganda sovietófoba sobre Katyn ha alcanzado niveles de paroxismo y desvergüenza como pocas veces se han visto desde la guerra fría. Tal es el caso de Allen Paul (ex reportero de la agencia de noticias de la CIA, Associated Press, y premiado por el gobierno polaco) con su poco ético y sesgado “Katyn: Stalin’s Massacre and the Triumph of Truth” o el alemán Thomas Urban, la penúltima golfería de un escritor ultraderechista que ha engrosado la nómina de intoxicadores profesionales con un reciente libro llamado pomposamente “La matanza de Katyn: Historia del mayor crimen soviético de la Segunda Guerra Mundial“. Urban, afirma que las pruebas aportadas por la Comisión soviética (Burdenko) que examinó los cadáveres polacos estaban llenas de falsificaciones, no como las suyas sacadas directamente de los archivos de Goebbels.

Para los Romanov, Pamyatnykh, Paul, Applebaum y Urban, los testigos verdaderos son los que citan ellos y todos los demás que contradigan su narrativa son falsos. Que Goebbels señalase en su diario «Desafortunadamente hemos tenido que abandonar Katyn, los bolcheviques sin duda pronto «descubrirán» que disparamos a 12.000 oficiales polacos”, les trae al pairo a estos maestros de la propaganda de guerra fría, solo porque gente tan traicionera y depreciable como el último presidente de la URSS (Gorbachov) y sus gregarios liquidacionistas admitieran la culpabilidad soviética en Katyn con el objetivo de destruir no solo la Unión Soviética sino su historia.

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FUENTES:

Elena Prudnikova e Ivan Chigirin “Katyn, una mentira que se ha convertido en historia” (solo en ruso), Año: 2019, Editorial: Olma Media Group (rusa); págs. 560

Vladislav Nikolaevich Schved, El Misterio de Katyn, Ed. Algoritmo, Moscú (2007, en ruso solamente)

The Mystery of the Katyn Massacre, Grover Furr (libro), Kettering, OH: Erythros Press & Media, LLC, 2018

https://pynop.com/katyn.htm

Mentiras y Verdad (en ruso), de Viktor V. Fostiychuk y Mikhail N. Gavyuk, http://history.snauka.ru/2014/09/1153

http://stalinism.narod.ru/docs/katyn/rasstrel.htm

Evidencia de Katyn. profesor František Hájek. 9 de julio de 1945

http://istmat.info/node/26224

https://katyn.ru/index.php?go=Pages&in=view&id=948

http://www.voskres.ru/army/publicist/shved.htm

http://katynfiles.com/

https://tverweek.com/obshchestvo/katyn-i-mednoe-voprosov-bolshe-chem-otvetov.html

http://www.hrono.ru/libris/lib_sh/shwed03.php

https://berlinconfidencial.com/category/desmontando-los-mitos-de-la-propaganda-occidental/

1 COMENTARIO

  1. Ya tengo canas y sigo pensando que fuerza tenía el PCUS con sus 17 millones de militantes que dejaron caer a la URSS ¿ Eran todos borreguitos como los seguidores de un clud de futbol? Patético que ni un tercio de ellos saliesen a las calles a defender lo que tanto había costado construir. Mucha sangre, sudor y lágrimas va a costar que el capitalismo mundial no se adueñe de Rusia, imponiendo un gobierno sujeto a los intereses de EE.UU. O actuamos con mano de hierro sin contemplaciones o veremos a Rusia como un Brasil. Rusia como el patio trasero del Este en manos yankis.

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