Los comunistas y la guerra: 108 años de experiencia

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CJC.— Como comentábamos en el editorial, no se puede comprender la realidad actual sin atender a la agudización de las contradicciones imperialistas y al estallido de la guerra en Ucrania. Desde hace más de un siglo, el tema de la guerra y la posición de los comunistas ante ella ha sido una cuestión de intenso debate. Se ha escrito mucho al respecto, y el movimiento comunista internacional tiene una rica experiencia sobre cómo posicionarse en una amplia variedad de conflictos que se han dado desde la Primera Guerra Mundial.

 

Discurso de K. Liebknecht frente al Ministerio del Interior. Berlín, 4 de febrero de 1919.

La guerra es la continuación de la política por otros medios. Es más, a día de hoy se generaliza lo que se llama la guerra híbrida, que abarca toda una serie de acciones de desestabilización interna del enemigo, por lo que la frontera entre la guerra y la política es cada vez más difusa. Y la política no es más que la expresión de los intereses de las clases sociales, en este caso, de la burguesía (control de mercados, rutas de transporte, materias primas, etc.). La misión de la clase dominante es ocultar los verdaderos intereses detrás de la guerra para que el pueblo defienda sus acciones, rebajando la lucha de clases y garantizando la unidad interna que la burguesía necesita para lanzarse a la ofensiva contra las burguesías vecinas. Por ello, la guerra siempre se vende como humanitaria o defensiva.

¿La intervención de una potencia capitalista en un Estado ajeno puede mejorar la vida de ese pueblo? Temporalmente, sí. En el momento en que todo se trata de un conflicto entre piratas por el reparto del botín, cambiar de esclavista puede, en algunos casos, mejorar las condiciones de vida. Un ejemplo de ello es la victoria del ejército sirio y ruso sobre el Estado Islámico en Siria estos últimos años. Sobre esa base se justifican las guerras «humanitarias» y se trata de generar la confusión sobre qué deberían hacer los comunistas ante la guerra, buscando siempre que se tome una posición subsidiaria a una de las burguesías en liza. Los argumentos siempre son los mismos: 1) bajo el paraguas de mi burguesía el pueblo viviría mejor; o 2) mi burguesía sí que cumple con el derecho internacional y sólo se está defendiendo.

En el fondo de este argumentario hay o bien un interés oscuro para congraciarse con un sector de la burguesía, o bien un profundo desconocimiento del imperialismo. En el campo de los primeros encontramos a toda la socialdemocracia, cumpliendo su papel histórico de traidores a la clase obrera. El mundo entero se está militarizando y avanzando peligrosamente por encima de un polvorín, y en este contexto nuestro Gobierno progresista decidió albergar la cumbre de la mayor organización terrorista del mundo, la OTAN. Tras la estela del Gobierno se sitúan todos aquellos que, sabiendo de los márgenes estrechos de posibilidad que permite la dictadura capitalista, deciden alinearse siempre con la OTAN, o al menos ponerse de perfil, para poder seguir comiendo de las migajas que les reparte el sistema.

En el campo de los segundos encontramos a los maniqueos que tratan los conflictos entre potencias como si fueran partidos de fútbol. Asumiendo ya de antemano la imposibilidad de que la clase obrera levante su alternativa, su visión del mundo se basa en elegir al imperialismo menos malo. Desde esta concepción del mundo, el imperialismo es una actitud agresiva endémica de algunas potencias. Se reduce, por lo tanto, el imperialismo a su aspecto militar, desvinculándolo de su base económica. No es que se niegue que la actitud agresiva parta de intereses económicos, obviamente, pero no se explica por qué otras potencias, que también tienen esos intereses, no tienen, supuestamente, esa actitud agresiva que se achaca a los países de la OTAN. Se daría a entender que potencias como Rusia o China tienen un apego innato por el derecho internacional y el pacifismo y que por lo tanto no están dispuestos a tomar lo que no controlan por medios que no sean respetables; por el contrario, los países de la OTAN serían potencias avariciosas sin respeto a la legalidad internacional. Así pues, el reforzamiento político y militar de potencias que hagan oposición a EEUU sería una buena noticia que garantizaría la paz. De esta manera, la invasión rusa de Ucrania se convierte en una gran noticia, puesto que refuerza el contrapeso a los EEUU y la UE y garantiza el bienestar de la población del Donbass. La lucha antiimperialista queda convertida solamente en una lucha antiyankee.

Y es que ponerse debajo de la bandera de una potencia imperialista con la que crees que se vivirá un poco mejor no es sólo renunciar a levantar un proyecto anticapitalista propio, también es lanzarse un tiro en el pie confiando en supuestos tigres vegetarianos. Porque cuando la potencia imperialista a la que se defiende se haya asentado, ¿cuál se cree que será su actitud con la clase obrera? O aún más allá, cuando Rusia y la OTAN se sienten para reconfigurar el tablero de Europa, ¿alguien piensa que entre las prioridades de alguna de las potencias en la mesa de negociación estará el bienestar de los ucranianos, los habitantes del Donbass o la desnazificación de algo? De lo único que se hablará es de reparto de mercados, rutas de transporte y distribución, control de materias primas, etc., y los muertos de cada bando sólo servirán para inclinar la balanza hacia un lado u otro de las burguesías del mundo.

Los comunistas nos enfrentamos a todas estas visiones recogiendo los análisis de Lenin sobre el imperialismo y bebiendo de todas las experiencias históricas de las que el movimiento comunista internacional ha formado parte. El imperialismo no es una política agresiva, es una fase del desarrollo en la que el mundo capitalista se encuentra inmerso desde hace más de un siglo. El imperialismo lleva a la guerra y la rapiña, pero no como actitud de uno u otro líder o de uno u otro país, sino que es el desarrollo natural producto de la concentración de capital y la competencia entre los principales monopolios del mundo.

No hay que confundir el supuesto respeto a la legalidad internacional de tal o cual país con una renuncia de este a acciones más agresivas. La legalidad internacional existe, formalmente, para defender al débil, aunque en la práctica sea papel mojado. Es obvio, por tanto, que los países que tienen más fuerza se salten continuamente esa legalidad con total impunidad, mientras que los más débiles tratan de aferrarse a ella para defenderse. Pero cuando las cosas se tornan, y ponemos los ojos en otras latitudes donde se intercambian los papeles, veremos cómo el que antes era débil y hacía constantes apelaciones al derecho internacional, ahora impone su voluntad por medio de la fuerza. No hay unos mejores que otros, simplemente hay correlaciones de fuerzas que van cambiando.

Obviamente, es preferible un mundo donde se respeten ciertos acuerdos internacionales que uno donde impere la ley de la selva, pero la historia ya nos ha enseñado suficientes veces que al imperialismo no se lo puede atar a la silla de la paz. Y también nos ha enseñado que el equilibrio militar entre potencias, lejos de garantizar un equilibrio pacífico, es el preludio de los principales desastres. Ya advirtió Lenin sobre la teoría de la multipolaridad cuando expuso que no puede haber equilibrio estable en el mundo imperialista porque el desarrollo desigual de la economía de las distintas potencias hace que continuamente las potencias emergentes llamen a las puertas de la guerra para ir reconfigurando los repartos en virtud de sus nuevas capacidades, mientras que las potencias decadentes se aferran a la fuerza para mantener el status quo que se habían ganado con su anterior predominio. El capitalismo es incapaz de mantener la paz, la paz duradera sólo puede nacer con el poder proletario.

Si la paz sólo la garantiza el poder de la clase obrera, a las falsas dicotomías hay que responderles con proyecto propio. ¿Con EEUU o con los talibanes? ¿Con Rusia o con Ucrania? La respuesta es, siempre: con la clase obrera y contra todo dominio capitalista. Al reformismo esto le parece poco práctico porque ha aceptado los márgenes de posibilidad que le impone el sistema, y en ese margen de posibilidad sólo hay dos opciones. El cortoplacismo y el reformismo mantienen engrasadas las máquinas de la guerra. Es obvio que en estos momentos la posibilidad de que los soldados rusos y ucranianos giren sus fusiles contra sus Gobiernos y decidan construir un futuro socialista hermanados está muy lejos, pero la mejor forma de que este horizonte siga lejano es tirar arena en los ojos de la clase obrera apoyando a alguno de los dos lados del conflicto, generando odio en el contrario y rompiendo el internacionalismo proletario.

El Partido Comunista de los Trabajadores de España y el Partido Comunista de Grecia se manifiestan en Madrid contra la guerra imperialista de Ucrania. Junio de 2022

El internacionalismo proletario es un principio que nace de la unión de intereses de todos los obreros del mundo, considerados como una única clase. A nivel material, en una guerra o un conflicto entre países, si hay una sola clase ello implica que sólo hay una posición justa para los comunistas, y esta posición debe ser válida a uno y otro lado de la frontera. Si la posición que los comunistas defienden en un país no se puede defender en el país de al lado, es la señal inequívoca de que es una posición que rompe con el internacionalismo proletario. ¿Cómo se podría estar defendiendo el bombardeo ruso en Ucrania o Siria siendo un comunista ruso consecuente que tiene como misión derrocar a Putin?

En otro plano está la adaptación del análisis a las necesidades de la clase obrera de cada país. Esta adaptación táctica, que en ningún caso implica la negación del análisis principal, busca encontrar las mejores formas para llegar al objetivo propuesto en función de las características locales. Si lo que buscamos los comunistas del mundo es contraponer nuestro programa por la paz socialista a la propaganda de guerra del capitalismo, ¿se debe actuar igual allí donde la propaganda de la OTAN es hegemónica que en aquellos lugares donde lo es la propaganda de otras potencias? Obviamente que no; es por ello por lo que, debiendo tener todos los comunistas del mundo un mismo análisis y objetivo, la presión que deben ejercer en cada país depende del papel que desempeña la burguesía de ese país en el conflicto. La misión principal de los comunistas españoles es luchar contra la OTAN, las bases militares en nuestro país y nuestra intervención en la guerra. A pesar de que aceptamos y denunciamos la corresponsabilidad rusa en la guerra de Ucrania, nuestro papel principal no consiste en reforzar el discurso dominante, sino precisamente en resaltar lo que en España todos ocultan, a saber, la responsabilidad de la OTAN, de nuestro país y de nuestro Gobierno en la última guerra de Europa.

2 COMENTARIOS

  1. Un texto que parecería brillante, si no fuera tan falto de dialéctica y, sobre todo, de análisis de la situación actual del mundo.

    Equiparar a la OTAN, organización militar del capital financiero de EEUU con China y Rusia, países que ni siquiera poseen capital financiero formado (en China es directamente imposible y en Rusia no ha dado tiempo), significa la falta de comprensión de los fundamentos del concepto mismo del imperialismo desde el punto de vista de economía política, como fusión del capital industrial con el capital bancario, bajo el control del capital bancario.

    El proletariado de cada país debe luchar contra sus burguesías. Efectivamente. Pero también deberían luchar contra el capital financiero que les coloniza, como sucede en los países europeos transformados en verdaderas colonias del régimen estadounidense. Hace tiempo ya que desde las Embajadas de EEUU en Europa se aprueban los nombramientos de ministros de defensa y principales jefes militares de los países europeos. Ahora el Imperialismo yanqui se permite incluso realizar actos de terrorismo internacional en los territorios avasallados sin que ningún “líder” europea pueda decir ni mu. ¿Cómo si no se explica el vergonzoso silencio en Europa sobre la destrucción de los gasoductos rusos en su territorio?

    Hablar de la guerra a secas también indica cierta falta de formación. Es evidente que solo con el comunismo se podría hablar del fin de todas las guerras y, teniendo en cuenta que las revoluciones proletarias no pueden llevarse a cabo en todo el mundo a la vez, precisamente por el desarrollo dispar de los países capitalistas, las guerras son inevitables hasta que la Revolución gane en todo el mundo. ¿Por qué entonces el discurso político comunista debe renunciar a la concepción de diferentes tipos de guerra?

    Cuando era pequeño, recuerdo que mis maestros me contaban que existen diferentes tipos de guerra: guerra de agresión, guerra defensiva y guerra civil. Mientras las guerras de agresión y defensivas comprenden Estados como sus actores, la guerra civil se entiende sobre todo como guerra de clases, aunque no siempre, si nos fijamos en la guerra civil española como ejemplo.

    El ninismo del artículo podría llevar a condenar el apoyo de la clase obrera soviética, por ejemplo, al gobierno republicano español, pues ese provenía de una revolución democrático-burguesa de 1931, no de una revolución proletaria y el proletariado no ejercía su dictadura en España de aquella época. También se podría condenar la alianza de la clase obrera soviética con los regímenes burgueses de Estados Unidos y Reino Unido contra los nazis durante la segunda guerra mundial.

    El proletariado Ruso apoya a su clase dominante en la lucha contra el fascismo estadounidense en Ucrania. Sí sí, no me equivoco. El fascismo en Ucrania es producto del fascismo en política exterior de EEUU, está impuesto directamente por el capital financiero estadounidense, ya que al igual que Rusia, Ucrania no cuenta con el capital financiero propio, no ha podido desarrollarse. El mismo fascismo que hace décadas el capital financiero estadounidense imponía en Latinoamérica. El mismo fascismo que se impuso en Afganistán, Irak y Libia y al que no se le permitió expandirse en Siria, precisamente por la burguesía rusa. El mismo fascismo que va creciendo y tomando forma en la Unión Europea.

    Claro que la lucha de la burguesía rusa contra el fascismo estadounidense no significa que sean pacifistas o que no luchan por mantener su poder, sus capitales, amenazados por el fascismo global que pretende instaurar el capital financiero yanqui. Claro que la burguesía rusa es enemiga directa de la clase obrera de su país. Pero no por ello hay que pasar por alto que existe una alianza circunstancial, táctica entre la democracia burguesa y el proletariado en su lucha contra el fascismo. Es interés objetivo de la clase obrera ucraniana es deshacerse del yugo del nazi-fascismo para poder desarrollar su trabajo y organización para la lucha de clases. Hoy, el único aliado de los obreros ucranianos en este sentido, es el régimen ruso. La solidaridad de los obreros alrededor del mundo también cuenta, pero no liquida a los nazis.

    Y es interés objetivo de la clase obrera rusa mantener la independencia de su país para no sucumbir ante el fascismo yanqui, como ha hecho la Unión Europea y otros países de la OTAN. La Unión Europea no tardará en prohibir a los partidos comunistas y al sindicalismo de clase. En Ucrania ya son prohibidos y en la parte oriental de la UE eliminados de hecho. Todo está listo: la Unión Europea hace tiempo equiparó al nazi-fascismo con el comunismo, condenó a Hitler igual que a Stalin y empieza a rehabilitar el primero como luchador contra “la lacra comunista”, agresivo y malo, pero con “buen objetivo”, liquidar a los comunistas y esclavizar a la clase obrera.

    El mundo vive hoy una guerra global entre el capital financiero estadounidense que consiguió “comerse” a los capitales de sus satélites y un grupo de países burgueses y socialistas que se unen para resistir ante la dictadura global, el fascismo global. Ya no quedan capitales financieros que luchan entre sí, hay uno que expande su poder globalmente y por todos los medios.

    Es un nuevo paradigma que aun no está bien estudiado y descrito por marxistas-leninistas. Y hay que ponerse manos a la obra, pues el tiempo apremia.

    • Señoras y señores: esto es comprender y aplicar el materialismo dialéctico y las enseñanzas de Lenin y otrxs……enhorabuena a “Vagabundo” por su brillante análisis….hacen mucha falta……de “análisis” ultraizquierdistas y dogmáticos ya estamos muy saturadxs……

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