El presidente de Eritrea a Sputnik: “Rusia se defiende en nombre de todos los pueblos”

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El presidente de Eritrea, Isaias Afwerki, abordó en una entrevista exclusiva con Sputnik los programas de cooperación con Rusia, las relaciones bilaterales, la guerra declarada por EEUU y la OTAN contra Moscú, así como el rechazo del país africano de la hegemonía de una nación.

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—El 24 de mayo de este año, Rusia y Eritrea celebraron 30 años de relaciones diplomáticas. ¿Cómo ve Eritrea las perspectivas de las relaciones bilaterales en la actualidad?

 

—La relación se remonta a más de 30 años. Durante este período hemos pasado por una historia muy larga. El final de la Guerra Fría, los años 90, y luego los últimos 30 años hemos vivido Eritrea, Rusia y otras naciones. Era una época en la que las ideologías humanistas estaban ahí para controlar el mundo entero. Tras la Guerra Fría, que era bipolar, llegaron las ideas e ideologías unipolares, y a lo largo de los últimos 30 años hubo una transición en un orden global en y las relaciones bilaterales entre Eritrea y Rusia dentro de este contexto.

Ahora estamos entrando en una nueva fase, en un nuevo orden mundial. Estamos decididos a trabajar juntos para ver cómo es el futuro y cooperar en todos los campos para que nuestras relaciones bilaterales dentro de un contexto multilateral avancen para promover un nuevo orden mundial.

—Esta es su primera visita oficial a Rusia en muchos años. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, visitó Eritrea en enero. ¿Qué significa esta intensificación de los contactos para las relaciones entre nuestros países?

—No es solo bilateral. Como he mencionado antes, Serguéi Lavrov estuvo de visita en la capital eritrea, Asmara. Mantuvimos un debate muy fructífero sobre el cultivo de la asociación a largo plazo, y tuvimos que evaluar la experiencia de los últimos 30 años. (…) Como continuación, hubo una reunión en la que nuestro ministro de Exteriores visitó Rusia, y fue en la reunión en la ciudad de Sochi donde seguimos debatiendo una serie de cuestiones sobre cómo promover los programas de cooperación bilateral. Eso debe basarse en un entendimiento común sobre cómo se mueve el mundo.

Esas dos discusiones fueron la base para diseñar, conjuntamente, un programa para el futuro, y fueron muy fructíferas. Esta visita es el resultado de las consultas celebradas en Asmara y Sochi.

—El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo eritreo, Osman Saleh Mohammed, identificaron la energía, el desarrollo de infraestructuras de transporte, las tecnologías de la información y la comunicación y la agricultura como áreas prometedoras para la cooperación. ¿Qué planes tienen para llevar a cabo proyectos conjuntos en estos sectores? ¿Y en qué otros campos se prevé aumentar el comercio entre nuestros países?

—Los programas de cooperación bilateral son muy amplios. Tenemos programas de infraestructuras, puertos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, teleféricos, programas energéticos que incluyen energías renovables, energía térmica de bajo consumo, agricultura, gestión del agua, programas sociales, educación, sanidad, minería, transporte, comunicaciones e incluso cooperación diplomática y con los medios.

Es un programa de cooperación integrado. Cada sector, cada industria está implicada, hemos estado desarrollando proyectos y programas para cada ámbito y cada industria. Con el potencial de Rusia y dado el reto, el desafío actual, existe el entendimiento de que Moscú podría hacer enormes contribuciones en todas estas áreas de cooperación.

Nuestro objetivo bilateral, las discusiones sobre todos estos temas, fueron muy útiles para identificar las necesidades o evaluarlas, pero también para movilizar los recursos. Establecer o poner en marcha mecanismos de implementación y seguimiento, e incluso de movilización de recursos, hará balance de un enfoque integrado. En este enfoque no se puede separar un programa de otro, están interrelacionados. La sinergia es muy crítica.

Una vez más, las discusiones de Asmara y Sochi y ahora han sido un proceso dinámico en el que pudimos entender claramente hacia dónde vamos. Es un enfoque interesante y, dadas las circunstancias, estamos trabajando juntos para promover programas bilaterales o compartidos. Ellos probablemente conducirán a una mayor asociación estratégica entre Eritrea y Rusia.

—Moscú ha señalado en repetidas ocasiones que África está emergiendo como uno de los nuevos centros de la multipolaridad. ¿Es justo afirmar que la unipolaridad quedó obsoleta? ¿Cómo ve Eritrea su lugar y el del continente en un mundo multipolar?

—Es muy obvio que tenemos este desequilibrio global, en el que África sigue siendo un continente marginado a pesar de su patrimonio: sus recursos naturales. Se supone que África posee no menos del 60% de la dotación mundial. Pero aun así, África está marginada, dejada atrás. África es un continente de economía de subsistencia. ¿Cómo puede salir de esta situación? ¿Desarrollarse hasta un nivel en el que la asociación sea equilibrada y las generaciones futuras disfruten de programas de cambio?

Con la implicación de Rusia en África en una serie de subregiones, todas las naciones africanas quieren crear una sinergia de estos programas de cooperación. Es muy importante. No es una opción. Es una necesidad actualmente.

Es una creciente asociación entre Rusia y todas las naciones soberanas de África, más el enfoque colectivo de intentar encontrar un terreno más amplio para la cooperación multilateral. Posiblemente, celebremos una cumbre en Moscú en las próximas semanas o dos meses para que continúen estos debates, para ver cómo puede Rusia relacionarse con la situación del continente y cómo podrían los gobiernos y las naciones de África comprometerse con el fin de promover esta asociación.

Ella cambiará la calidad de vida y permitirá a los pueblos africanos disfrutar de los recursos que tienen, diseñando e implementando programas para el desarrollo. Así que, como he dicho antes, no es una opción, es una necesidad. Todo el mundo es consciente de ello. Y Rusia desea que esta asociación avance con éxito.

—En julio se celebrará la segunda cumbre Rusia-África. ¿Planea asistir?

—No necesito invitación. Estoy allí. No necesito que me sensibilicen porque, aunque digo que hay una necesidad, esta no es una cuestión de publicidad. Es una ocasión en la que habrá que construir una asociación basada en un entendimiento mutuamente compartido.

—Eritrea fue uno de los países que se abstuvo en la votación de la resolución de la Asamblea General de la ONU que condenaba las acciones de Rusia. En 2022, Eritrea condenó las sanciones impuestas a Rusia. ¿Siente presiones de Occidente por su postura? ¿Detecta presiones en relación con determinados proyectos de cooperación con Rusia? En caso afirmativo, ¿cuáles?

—No nos abstuvimos. Estábamos en contra de la imposición de sanciones antirrusas. Esto no se debe a que estemos haciendo ningún favor a Rusia. Es una guerra declarada a Moscú, dirigida por Washington y la OTAN. Está muy claro, es algo muy simple. Y como he indicado antes, esta guerra se declaró hace 30 años, probablemente.

Tras el final de la Guerra Fría, surgió esta idea de hegemonía. Controlar todo, influir en el mundo, dividirlo en áreas de influencia. Y no fue solo expansión de la influencia. Fue una declaración de guerra, porque había un concepto desarrollado por estos tipos para contener a aquellos que pueden competir, o al menos que pueden compartir algo en el sistema global. Eso no estaba permitido. Y debido al trasfondo de la época de la Guerra Fría, esta obsesión de contener a Rusia se mantuvo durante los últimos 30 años. No es nada nuevo.

Si estás conteniendo a una nación para que no crezca, para que no compita, para que no pueda hacer sus aportaciones, entonces le estás declarando la guerra. Yo no estaría aquí sentado esperando a que alguien me contuviera con sanciones, con obstrucciones, con confusión. Esto es una declaración de guerra.

Nuestra posición fue muy clara. No ayer ni anteayer, pero dijimos que este no es el tipo de orden mundial que necesitan los pueblos de todos los continentes. Nadie necesita este tipo de políticas, hegemonía, control y no permitir que la gente crezca y trabaje duro para intentar cambiar su calidad de vida.

Esta noción de guerra en Ucrania o guerra entre Rusia y Ucrania no es cierta en absoluto. Es una guerra declarada por la OTAN y Washington contra Moscú desde hace 30 años, y ha continuado durante estos 30 años. ¿Cómo se puede contener a Rusia, no permitir que compita económicamente, en tecnología, en industrias, no permitir que tenga siquiera influencia en todas partes? Si se declaró esta guerra, entonces la guerra está ahí.

En ese aspecto, nuestra posición quedó clara. Estábamos en contra de este llamado orden global u orden mundial. Hemos sido víctimas de sanciones. No se trata de grandes naciones o naciones potentes como Rusia o China o cualquier otra. No obstante, incluso aquellos que no se inclinan o arrodillan ante esta ideología de hegemonía, tendrán que ser castigados. Sanciones, sanciones, sanciones.

Esta declaración de guerra tendrá que acabar. Esta no es una guerra entre Rusia y Ucrania. Es una guerra declarada por la OTAN, dirigida por Washington. Y Rusia tiene derecho a defenderse. No está sola. No es una Rusia aislada. Es una cuestión global. Y necesitamos un orden, un orden global o un orden mundial que permita a todos compartir, cooperar. La complementariedad ha de estar ahí.

No se puede contener a una nación. No se puede forzar o incluso utilizar la fuerza, todo tipo de coacción para someter a las naciones. Es inaceptable. Es la ley de la selva. Necesitamos salir de esta ley y la gente deberá ser libre para vivir como seres humanos. Ninguna nación tiene derecho a venir e imponer su voluntad a otra. Y Rusia tiene derecho a defenderse. Rusia se defiende en nombre de todos, de todos los pueblos, en todas partes.

Así que surge la pregunta: ¿cuál es la posición de cada nación en cuanto a la imposición de sanciones a Rusia o incluso la declaración de guerra contra Rusia? Nuestra posición es muy clara. Estamos en contra de la contención. Estamos en contra de la dominación o la hegemonía de una nación. No podemos aceptarlo.

No se trata solo de nosotros. Es un asunto para todos; cada nación, cada pueblo ha de dejar clara su posición. Y nuestro apoyo a Rusia contra estas políticas hegemonistas fue un fenómeno natural o el fruto de lo que hicimos juntos. Así que no es cuestión de abstenerse o apoyar o no apoyar. Es una cuestión de adoptar una posición ante este fenómeno, que ha existido durante los últimos 30 años, y no es aceptable una declaración de guerra mediante sanciones o incluso la contención.

Ahora, la política de contención se traslada a China. China tendrá que ser contenida. De nuevo, todos los que estén en contra de esta ideología hegemonista tendrán que ser contenidos. ¿Cómo podemos vivir en un orden mundial que contiene, contiene y proporciona a un grupo?

—Hoy vemos también otro formato que está emergiendo, no solo el mundo multipolar, sino también el formato BRICS, que está emergiendo. Y muchos países africanos también han expresado su interés en él. ¿Qué piensa usted al respecto? ¿Cuáles son sus consideraciones? ¿Cree usted que es un formato prometedor en términos de cooperación económica?

—Debemos ser claros sobre las necesidades allí. Necesitamos un nuevo orden mundial. Su necesidad es obvia. Es una exigencia de todos los pueblos, de todas las naciones del mundo. Necesitamos salir de este ciclo de contención, contención actual, contención de Rusia, contención de China, contención de Eritrea.

Tenemos que sentar los cimientos para crear un nuevo entorno. Ese nuevo entorno tendrá que ser para todos. Que prevalezca la justicia. Que las naciones y los pueblos puedan progresar. Tienen que elaborar un acuerdo. Ha de haber un foro. Ha de haber una plataforma en la que todos se unan para el futuro. Un orden global habrá de estar ahí para habilitar a todos a desarrollarse, habilitar a todos a trabajar y movilizar recursos y cambiar la calidad de vida aquí y allá, pero también crear complementariedad, cooperación, trabajar juntos, respetar el derecho, respetar el derecho internacional. Respetar la soberanía de las naciones.

Es necesario que trabajemos juntos para ir más allá de la contención que vemos, más allá del desafío al que nos enfrentamos. Así que cualquier acuerdo, cualquier nombre para ese acuerdo en el contexto de un nuevo orden mundial, que permita a todos hacer sus aportaciones, participar, cooperar, trabajar juntos y respetarse mutuamente y respetar el derecho internacional.

Ese nuevo orden debe proceder de consultas que serán bilaterales, multilaterales, continentales. En última instancia, llegaremos a un entendimiento, y los fundamentos están muy claros.

Cómo estructurar esta asociación mundial es lo que se está debatiendo ahora, y veo que es una forma muy saludable no solo de afrontar los retos actuales, sino también de ir más allá para crear un entorno favorable para las generaciones futuras a escala mundial.

—Moscú ha declarado que está dispuesta a aumentar el número de becas para que los estudiantes eritreos estudien en universidades rusas. ¿Cuáles son sus expectativas de cooperación en el campo de la educación? ¿En qué punto se encuentra actualmente un acuerdo entre Eritrea y Rusia sobre el reconocimiento mutuo de diplomas?

—Lo he abordado con todo el mundo, pero lo he discutido exhaustivamente con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. No se trata de si estas becas son suficientes o no. Se debe partir de una evaluación o valoración de las necesidades. ¿Cuáles son las necesidades? Contamos con todos estos programas sectoriales e industriales, y nos referimos a los recursos humanos para aplicar estos programas, formar, educar a jóvenes ingenieros, profesionales, capacitados para venir a aplicar este programa.

¿Cómo podemos crear un entorno para su formación? ¿Cómo formarlos? ¿Cuántos necesitamos? No se trata de juicios emocionales sobre la buena voluntad que tenemos. No es el asunto. Hay que evaluar proyecto por proyecto las necesidades de competencias y características que permitirán a nuestros jóvenes ciudadanos beneficiarse de las instituciones de enseñanza en Rusia.

—En su opinión, ¿podrán nuestros países volver a abordar estos temas durante la Cumbre Rusia-África que se celebrará en julio?

—Esta cumbre deberá discutirlo todo. Si no resulta suficiente, podrán celebrar otra cumbre, ya sea una cumbre al año o una cumbre de tres meses. Hay que considerar de forma exhaustiva todas estas cuestiones y llegar a un entendimiento común y compartir programas. El límite no consiste en una conferencia o un lugar. Esta es la tarea. Se trata de una misión. Tenemos que cumplir la misión organizando reuniones que permitan a todos hacer aportaciones. Y las consultas conducirán en última instancia a la consolidación y el fortalecimiento de la asociación que debe evolucionar.

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