El golpe de Estado ocurrido la semana pasada en Níger no solo obligó a Francia a iniciar la evacuación de sus ciudadanos e instar a la restitución del presidente depuesto Mohamed Bazoum, sino que también deja «en ruinas» la estrategia de París en África, donde buscaba mantener su influencia, informa Bloomberg.
Además de los estrechos vínculos empresariales y culturales entre Níger y Francia, el país africano se convirtió en la principal base de despliegue de las tropas francesas para la lucha contra el yihadismo tras su retirada de Malí el año pasado. La salida del contingente se produjo tras una ola de protestas en contra de la presencia militar gala, un escenario similar que ocurrió también en Burkina Faso.
Según el ex primer ministro maliense Moussa Mara, Francia se encuentra en una situación en la que «cada palabra» que pronuncian sus autoridades «se utiliza en su contra«. Mara destacó que París se ha convertido en una especie de «chivo expiatorio» de países como Malí, donde los actuales gobernantes «ponen en el punto de mira los errores y el comportamiento» de la nación europea «para desviar la atención de los problemas internos».
Expectativas y realidad
Hasta antes del golpe de Estado, el presidente francés, Emmanuel Macron, apostaba por Níger para remodelar la estrategia de París en el Sahel, una zona árida que se extiende por varios países de África Occidental. «La región también ha estado en el centro de la ambición del presidente francés de tender puentes entre las naciones desarrolladas y el llamado Sur Global«, señala la agencia.
Sin embargo, la junta militar nigerina, liderada por el general Abdourahmane Tchiani, denunció horas después de la rebelión que París habría planeado una intervención militar para restituir a Bazoum. Esto podría significar «un retroceso hacia su comportamiento [de Francia] en décadas pasadas», reporta el medio.
Aunque las denuncias de los golpistas fueron rechazadas categóricamente por el Gobierno del país europeo, Macron apoyó la advertencia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que no descartó el «uso de la fuerza» y dio una semana a la junta para restablecer en sus funciones al presidente depuesto.
Otro factor que tiene importancia para Francia es el uranio, que el país europeo importaba para alimentar los reactores nucleares de sus centrales eléctricas. La junta militar de Níger habría suspendido la exportación de este metal que, según algunas estimaciones, abastecía entre el 10 % y el 15 % de las necesidades de las plantas eléctricas francesas.
En comentarios a Bloomberg, el presidente del Centro Internacional de Reflexión y Estudios sobre el Sahel, Seidik Abba, enfatizó que la cooperación entre Níger y Francia no dio los resultados esperados por el país africano, especialmente, teniendo en cuenta la presencia militar. «Los franceses, a diferencia de los estadounidenses, por ejemplo, vinieron aquí a cazar insurgentes«, señaló el experto.
Por su parte, el investigador del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos de París, Rym Momtaz, considera el golpe de Estado significaría un «importante revés para la proyección de poder de Francia en
Fin de la era de Francáfrica
Macron realizó el pasado mes de marzo una gira por varios países africanos en un intento por mantener la influencia francesa en el continente. Entonces, el mandatario aseguró que la época de la denominada Francáfrica —término con el que se suele describir la estrategia de París para defender sus intereses en las antiguas colonias— había llegado a su fin. Además, el presidente francés indicó que su país opta por ser «un interlocutor neutral» en la región y que no tiene planes de «interferir en los intercambios de la política interna» de las naciones del continente.
Por otro lado, Rusia ha ido «ganando peso» en África, que «tradicionalmente» ha formado parte de su esfera de influencia, recoge la agencia. Durante las multitudinarias protestas registradas la semana pasada frente a la Embajada de Francia en Niamey, los manifestantes gritaron consignas antifrancesas y ondearon banderas de Rusia.
Con el derrocamiento del mandatario nigerino se crea una «franja» de países, desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, gobernados por militares y «la mayoría» de estas naciones están «más estrechamente alineadas con Moscú que con Occidente«, concluye Bloomberg.