La contradicción principal

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Carlos Marx, fundador del socialismo científico y de la Primera Internacional, junto a F. Engels.

Situar correctamente las contradicciones principales que se expresan en el seno de la lucha de clases desde un análisis científico, marxista, es un deber de la militancia comunista, que, de otro modo, se perdería en un cenagal de palabrería hueca y adjetivaciones sin sentido, que no llevan a ninguna parte y solo sirven para enmascarar una falta de comprensión correcta de la situación concreta.

Hablando de sindicalismo, es frecuente hacer un inapropiado uso de la dialéctica de los adjetivos, haciendo una falsa división política de las diferentes realidades que se dan dentro del movimiento sindical; situando, como elementos centrales o principales, adjetivos como “”mayoritario”, “minoritario”, “alternativo”, “nacional”, “amarillo”, “revolucionario”, etc. Y, sin querer, o quizás interesadamente, reducimos a formas simples nuestro análisis, nuestras conclusiones y, por ende, nuestras posiciones;, alejándonos de una realidad mucho más compleja y rica en matices.

La lucha de clases no es ajena a esta complejidad, como ya lo expuso Marx en su obra “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”, donde aplica por primera vez el método del materialismo dialéctico al estudio de una serie de acontecimientos contemporáneos a él.

En este sentido, las formas y expresiones en una sociedad donde la ideología dominante es la de la clase en el poder, en este caso, la burguesía, están cubiertas de todo tipo de revestimientos teóricos que dificultan enormemente su comprensión y, más aún, combatir, dada su enorme complejidad.

Situando ordenadamente los elementos ideológicos y teóricos a través del método de análisis marxista, llegamos a la conclusión de que, en la sociedad capitalista con su modelo social de división Capital/Trabajo, la contradicción real en el seno de la lucha de clases, en lo que hace referencia a las organizaciones políticas y sindicales, como en sus planteamientos ideológicos, se resume en reformismo o socialismo, precisando que el reformismo, por su carácter ideológico da lugar al oportunismo, al individualismo, y como no, al anticomunismo.

Así pues, centrándonos en las distintas caracterizaciones que, dependiendo del posicionamiento ideológico de cada cual, se hacen sobre la realidad del movimiento sindical en un momento concreto, podemos observar cómo, en algunos casos, se establecen divisiones arbitrarias entre las distintas organizaciones sindicales, catalogándolas, según sean del agrado o fobia del sujeto en cuestión, en “amarillas”, “alternativas”, “de clase”, etc., sin el menor atisbo de un correcto método analítico que, basado en el materialismo dialéctico, sitúe las premisas necesarias para obtener un resultado correcto, colocando un debate que aleja al proletariado, a la clase obrera en general, de la compresión de la contradicción principal y, por tanto, alejándola de poder abordar con éxito el combate contra la burguesía.

Es indudable que, en la actualidad, el movimiento obrero y sindical se encuentra en una situación de estancamiento momentáneo debido a que la correlación de fuerzas en la lucha de clases favorece a la burguesía. Esta situación de estancamiento momentáneo, se debe a múltiples factores, principalmente, a elementos ideológicos y políticos, que sitúan a la clase obrera en posiciones defensivas y de resistencia en su lucha contra el capital, situación que la aleja momentáneamente, o la imposibilita, de su objetivo de derrotar al enemigo de clase.

Es en esta situación, donde surgen tendencias sindicales cuyo modelo se basa en el llamado “pacto social” y la confraternización entre clases, abandonado, por tanto, la lucha de clases como elemento esencial de su actividad. El ideario que transmiten estas organizaciones sindicales se basa en que, sin salirse de los límites y cauces que establece el orden burgués, se pueden obtener mejoras y derechos para la clase obrera, siendo esta vía la única factible para tal defensa. Naturalmente, el intento de cohonestar intereses tan antagónicos como lo son los de la clase obrera y la burguesía solo pueden tener como resultado la derrota de la clase explotada y el retroceso en todos los frentes que abran en defensa de sus intereses. Por otro lado y como respuesta al modelo sindical del “pacto social”, surgen organizaciones sindicales que, en mayor o menor medida, se reclaman “de “clase”, “alternativas”, etc., pretendiendo ser, cada una de ellas, la verdadera alternativa que tiene la clase obrera para la defensa de sus intereses, calificando de forma simplista y ajena a todo rigor dialéctico, de “amarillos” a aquellos sindicatos que han abrazado el pacto social y que, en el caso de CC.OO. y UGT en nuestro estado, llegan a ser considerados como “agentes sociales”, únicos interlocutores que la patronal reconoce.

No obstante, un análisis correcto y riguroso basado en el materialismo dialéctico marxista nos obliga, como militantes comunistas, a eludir las formas simplistas, por muy en boga que estén, y a llamar a las cosas por lo que son y no por lo que nos gustaría que fuesen. Tenemos el deber inexcusable, los y las comunistas, de dejar de lado aquellas contradicciones, aparentemente insalvables, que se expresan al recurrir a adjetivaciones que no conducen a exponer la verdadera naturaleza de los distintos modelos sindicales, esto es, socialismo o reformismo. Y es en este aspecto, en el que la militancia comunista ha de desarrollar su labor, desenmascarando a quienes, por razones de la lucha de clases, han ido penetrando en la conciencia del proletariado, alejándolo de sus verdaderos intereses de clase,; expresándose este reformismo en múltiples formas, en ocasiones con apariencia de “revolucionarias”, que lo único que persiguen es el desarme ideológico y organizativo del proletariado. Es el abandono de las formas organizativas del proletariado, como lo son las asambleas o el recurso a herramientas de presión como la huelga (o su uso espurio), el caudillismo u otros aspectos, los que habrán de ser tenidos en cuenta a la hora de establecer si una organización sindical es reformista o, en cambio, se ubica en el campo de la construcción socialista.

Es necesario que desde la militancia comunista se intensifique la intervención en el seno de los sindicatos y organizaciones obreras, con el objetivo de hacer llegar los principios marxistas-leninistas a éstas. Para un destacamento revolucionario no puede haber excusas que imposibiliten trabajar en la elevación de la conciencia proletaria. Si hemos asumido el principio de que la contradicción principal es Capital/Trabajo y hemos descifrado y comprendido que no se trata de “amarillos”, “verdes”, o amalgama de colores, sin más dilación pongamos manos a la ingente obra de dirección revolucionaria, elevemos la conciencia de clase; para que con nuestra intervención organizada la clase obrera, nuestra clase, pase de “ser en sí” a “para sí”.

Secretaria de Movimiento Obrero y Sindical del PCPE

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