Tras más de cinco meses, continúan las protestas en una de las fronteras que divide Polonia y Ucrania, zona en la que los agricultores polacos protestan por la entrada de granos ucranianos que consideran están insuficientemente regulados.
Actualmente, camiones ucranianos que transportan productos hacen filas de 10 kilómetros en el paso fronterizo de Hrebenne-Rava Ruska y algunos de esos operadores llevan semanas esperando a la intemperie para que los dejen pasar.
El medio británico The Economist revela que las protestas han costado a Ucrania cientos de millones de dólares en pérdidas y la situación es aún peor para los conductores que esperan en Hrebenne, puesto que antes de que empezaran las manifestaciones hacían cinco viajes al mes; ahora tienen suerte si hacen uno.
Las protestas de los agricultores, agrega la revista, también son terreno ideal para quienes se oponen o critican la posible adhesión de Ucrania a la Unión Europea (UE), porque sus conductores y exportadores no tendrían que hacer frente a ningún límite.
Aún cuando se pueda alcanzar una solución, The Economist destaca que las protestas ya han causado mucho daño a las relaciones entre los países, pues ahora muchos polacos ven a Ucrania como un país corrupto, o incluso como un peligroso competidor.
En tanto, muchos ucranianos ven a los polacos como un impedimento para su supervivencia, cuando al principio del conflicto estos dos países eran muy cercanos y Varsovia apoyó mucho a Kiev.