Su ataúd y el del mártir Hashem Safieddine fueron transportados en una gran procesión militar, mientras los dolientes cantaban consignas contra Israel a pesar del sobrevuelo de aviones de guerra en el lugar.
A criterio de expertos nacionales y regionales, la ceremonia fúnebre retrasada simbolizó la victoria, después de meses de agresión y frustrar el plan israelí de subyugar a la Resistencia.
La Ciudad Deportiva Camille Chamoun fue el escenario central del evento solemne y entre un mar de banderas y pancartas, los féretros de ambos mártires avanzaron entre la multitud en un emotivo gesto de lealtad y sacrificio.
Frases como «A tus órdenes, oh Nasrallah», «Nunca seremos humillados», «Seguiremos Fieles al Compromiso», «Muerte a Israel», y «El Sayyed, una nación», resonaron dentro de la multitud.
En declaraciones compartidas a medios libaneses y árabes, los presentes mostraron un profundo sentido de orgullo, convencidos de que el legado de los líderes de Hizbulah perdurará en las futuras generaciones.
Después de la oración por los mártires, el cortejo fúnebre llegó hasta la explanada del sepulcro de Hassan Nasrallah en la carretera del aeropuerto, en el suburbio sur de Beirut, donde fue enterrado en su morada final.
Por su parte, Hashem Safieddine será sepultado mañana en su aldea natal, Deir Qanoun al-Nahr, en el sur de la nación levantina.
En paralelo con la actividad en Beirut, ciudadanos de Yemen, Iraq, Irán y Palestina efectuaron funerales simbólicos y enfatizaron que los líderes mártires alimentan la determinación de la Resistencia, y fortalecen su voluntad de lograr la victoria y la liberación.
Un bombardeo israelí sin precedente contra el suburbio sur de Beirut asesinó al líder político y militar Hassan Nasrallah, el 27 de septiembre de 2024.
Jornadas después, a inicios de octubre, otra agresión sionista cobró la vida de Hashem Safieddine, quien en el momento de su muerte ocupaba el cargo de secretario general de Hizbulah.