Un raro rasgo de lucidez y una multiplicación por cero

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Algo está pasando en el zombi europeo y tal vez es que algo de lucidez, poca, pero algo, está comenzando a entrar en unos cerebros oscuros, muertos. Puede, tal vez, que esa luz comience un proceso de fotosíntesis en alguna bacteria que sobreviva misteriosamente en esos cerebros muertos de los zombis europeos que sirva para una cierta forma de vida. Porque es raro, muy raro, que en la página de la OTAN aparezca un artículo como este titulado «El equilibrio de poder en la guerra ruso-ucraniana«. Os lo voy a resumir para que saquéis vuestras propias conclusiones. Es largo, así que he usado la traducción automática.

«(…) los europeos insisten en que Rusia acepte condiciones de alto el fuego que ni ellos ni los estadounidenses tienen los medios políticos o militares para imponer. No es sorprendente, pues, que los rusos sigan insistiendo pacientemente en sus propias condiciones, ni que los estadounidenses estén adoptando poco a poco la posición de Rusia. Sin embargo, los dirigentes europeos se sienten ofendidos. ¿Porqué es eso?

En el nivel más fundamental, temo que carezcan de la capacidad de calcular el equilibrio de poder, una habilidad que es esencial en tiempos de guerra. Si los europeos queremos desempeñar un papel inteligente en el fin de la guerra en Ucrania, debemos volver a los principios básicos de la estrategia y calcular el equilibrio relativo de poder. Esto nos permitiría entender la verdadera influencia –o falta de ella– que tiene Occidente sobre Rusia.

(…)  Básicamente, Ucrania comenzó la guerra desde una posición débil. Con el apoyo sostenido de la OTAN desde 2014, había construido un gran ejército, pero su capacidad industrial era limitada y dependía de suministros energéticos externos, incluido el petróleo ruso. Su posición fundamental es ahora mucho peor, luego de que Rusia atacara deliberadamente su infraestructura industrial y energética.

La unidad geopolítica del poder ucraniano también se está disipando. La pasión política por la causa, ya débil en las regiones étnicamente rusas, ahora parece estar erosionándose entre los cansados ​​de la guerra y las víctimas de las bandas de golpeadores del ejército ucraniano. Los ultranacionalistas sin duda permanecerán leales a su causa, tal vez hasta un final apocalíptico, pero aparte de ellos, es fácil imaginar un consenso popular en caída libre a medida que el ejército ruso avanza hacia el oeste.

(…)  Aparte de su belicismo, Europa es fundamentalmente débil. Para acercarse a los niveles de capacidad industrial de la Guerra Fría, los europeos necesitarán duplicar su gasto de defensa para superar el 5% del PIB. (…)

Además, como mayor importador mundial de hidrocarburos, con 12,8 millones de barriles diarios de petróleo, la situación de Europa se caracteriza por una aguda vulnerabilidad energética. La limitada cohesión geopolítica de Europa también está en juego. Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y Serbia siempre se han mostrado escépticas, la postura neutral de Austria se ha mantenido matizada y el apoyo político de otros países, como Italia y España, se está debilitando. A medida que los recursos nacionales se desvían del gasto en capital constructivo o bienes sociales hacia una carrera armamentista imposible de ganar para apoyar una guerra perdida, es difícil imaginar cómo podrían mejorar las cosas.

(…)  Rusia, por su parte, demuestra en el campo de batalla el valor analítico de calcular el equilibrio de poder. Movilizada industrialmente para su «operación militar especial», la producción rusa de proyectiles de 155 mm es mayor que la de Estados Unidos, Europa y Ucrania juntas. El país es también una superpotencia en materia de hidrocarburos, completamente independiente energéticamente, y observa con perplejidad cómo los europeos aceleran su suicidio industrial aplicando sanciones contra la energía rusa, que se vuelven contra ellos como un bumerán. La cohesión geopolítica de Rusia también es clara. Es una gran potencia terrestre y opera sobre líneas logísticas internas que constituyen su activo. Políticamente, los rusos creen que están librando una guerra existencial contra un Occidente expansionista. Ya en 2008, el cable diplomático de Bill Burns «Nyet significa Nyet» explicaba que la expansión de la OTAN era considerada un tema «sensible» por todos los rusos, no sólo por Putin. Así que defienden la existencia de Rusia, y los índices de aprobación política del 85% de Putin reflejan el compromiso de su pueblo con la victoria.

Implicaciones: Rusia está liderando el juego.

(…)  Según este análisis, el equilibrio de poder –en el campo de batalla y en la mesa de negociaciones– favorece en gran medida a Rusia. A pesar de ello, los dirigentes europeos –con poco apoyo de los estadounidenses– parecen creer que corresponde a los perdedores dictar los términos de un alto el fuego o una rendición. Luego protestan en voz alta cuando ni la situación ni Putin quieren seguirles la corriente. En la guerra, son los vencedores quienes dictan las condiciones, y esta guerra terminará en gran medida en los términos de Rusia. Aunque los propagandistas sin duda intentarán presentar esto como algo más que una derrota de la OTAN, no servirá de nada, porque esa será la situación sobre el terreno.

Es mejor reconocer y aceptar esta inevitabilidad estratégica, mostrar cierta humildad política europea y finalmente comenzar a trabajar de forma constructiva con los estadounidenses y los rusos. Para que nosotros, a su vez, podamos abordar la cuestión inmediata que es más importante para todos nosotros. ¿Terminará la guerra de forma más lenta, brutal y costosa en el campo de batalla? ¿O de forma más rápida, humana y a menor coste en la mesa de negociaciones?

Si reconocemos la relativa falta de poder de Occidente y aceptamos las realidades geopolíticas sobre el terreno, los europeos podemos empezar a marcar una diferencia positiva, en lugar de intentar aferrarnos a nuestra narrativa política fallida y retrasar lo inevitable.

(…)  Puede que esto contradiga el pensamiento europeo convencional, pero la historia pronto demostrará que, junto con los estadounidenses, los europeos tenemos una responsabilidad sustancial en esta guerra y en la derrota de la OTAN«.

El autor es un capitán de navío británico retirado llamado Steven Jermy. Tal vez eso explica el escrito, que está retirado y por lo tanto no teme las repercusiones. Lo raro, insisto, es que se haya publicado en la revista de la OTAN. Alguien está preparando el terreno para reconocer lo que es un hecho, la derrota de la OTAN. Y lo curioso es que está publicado el día 12, el mismo día en que tenía que haber expirado el «ultimátum» de los psicópatas de la coalición de la cocaína (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Polonia) sobre otras sanciones del infierno a Rusia si no aceptaba eso de la tregua inmediata de los 30 días y una semana antes de la conversación telefónica entre Trump y Putin con los desastrosos resultados para la coalición de la cocaína que ya he relatado y que, casi, casi, son los que relata este tipo en su escrito.

En contraposición, hay por ahí un documento, dicen que elaborado por el país 404, antes conocido como Ucrania, que se titula «Libro blanco» y en el que se pide al zombi «adoptar una postura más agresiva e independiente sobre las sanciones [contra Rusia], ya que existe incertidumbre sobre el futuro papel de Washington».

Esto no es del país 404, es de Gran Bretaña sin la menor duda. Es este país quien lleva del cuello tanto al zombi europeo como al país 404 y todo tiene el tufo de los servicios de inteligencia británicos. Sobre todo porque se habla de «la aplicación extraterritorial de las sanciones», incluso contra empresas extranjeras que utilicen tecnologías europeas para prestar asistencia a Rusia, así como una propuesta para introducir sanciones secundarias contra los compradores de petróleo ruso. Es decir, se está señalando directamente a India y a China. Y esto no se le ocurre al país 404, hay alguien detrás y ese alguien solo es Gran Bretaña.

Por otra parte, esta «lucidez» no se da en la matanza de Palestina. Estamos, como diría Bart Simpson, multiplicándonos por cero. Hablar y no hacer. Una multiplicación por cero es un absurdo porque siempre da cero, no hay resultado alguno. Quien considere que en el zombi europeo hay «valores democráticos», «respeto a los derechos» y todas esas monsergas por lo que ahora están diciendo sobre la matanza debe hacérselo mirar. Eso por suponer, y ya es mucho, que piensa.

La matanza de palestinos llega a tales extremos, el genocidio es tan en directo que el hecho de que algunos países del zombi europeo, algunos, que no todos, pidan ahora medidas absolutamente insuficientes y tardías contra el IV Reich sionista, antes conocido como Israel, es una multiplicación por cero porque siempre habrá países que, como Alemania, digan que no y que todo lo que se denuncia no existe. De hecho, hoy mismo Alemania ha declarado al movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones al IVRS) como «organización extremista».

El zombi conocido como Unión Europea es responsable, cien por cien, de la matanza y del genocidio de palestinos. El IV Reich sionista puede hacer lo que quiera porque cuenta con el beneplácito, el apoyo y la aquiescencia del zombi y es así históricamente. Aquí tampoco hay nada que rascar aunque, al menos, en el aspecto social sí ha habido reacción.

El Lince

Fuente: El Lince

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