Durante su entrevista a mediados de esta semana con Trump en la Casa Blanca, Ramaphosa tuvo que escuchar denuncias sobre asesinatos de blancos a manos de negros para despojarlos de sus propiedades.
Sin perder su talante flemático, el mandatario sudafricano afirmó desconocer los hechos y delegó en miembros blancos de su delegación la respuesta a las formulaciones de Trump apoyadas en sueltos de prensa carentes de confirmación oficial.
En rigor, las formulaciones ya habían sido desmentidas por expertos y entidades de defensa de los derechos humanos del país africano, que las consideraron infundadas.
Pero los testimonios más contundentes provinieron de Ernie Els y Retief Goosen, dos blancos estrellas del golf miembros de la delegación presidencial, quienes desmintieron las informaciones y, junto a otros miembros de la comitiva, presentaron una visión real de la situación en su país.
Todo indica que el jefe de Estado sudafricano estaba al tanto de las intenciones de su anfitrión estadounidense y las tuvo en cuenta a la hora de integrar al grupo de personalidades y funcionarios que lo acompañaron en su visita a Estados Unidos.
Desde su anterior estancia al frente del Poder Ejecutivo estadounidense, Trump se caracterizó por una palpable tendencia racista, demostrada en unas declaraciones en las cuales calificó a los Estados africanos de “países de mierda”.
A pesar de los desmanes de sucesivos gobiernos minoritarios blancos antes y durante la vigencia del apartheid (desarrollo separado de las razas) en Sudáfrica, Nelson Mandela, elegido presidente en los primeros comicios celebrados tras el fin del sistema racista, preconizó la unión de todos los sudafricanos para bien de su país.
La conducta de Mandela, quien sufrió 26 años de prisión por su lucha contra el apartheid, le valió en 1993 el premio Nobel de la Paz, compartido con el presidente blanco Frederik de Klerk por su labor en la transición pacífica hacia una Sudáfrica democrática,
En una entrevista con Prensa Latina a fines de la década de los años 80 del pasado siglo en Lusaka, la capital de Zambia, Oliver Tambo, presidente del Consejo Nacional Africano en ausencia de Mandela, pronosticó el colapso del apartheid so pena de un terremoto político de consecuencias desastrosas para Sudáfrica.