Alexis Dorta (Unidad y Lucha).— El 9 de mayo de 2025 se cumplió el 80 aniversario de la victoria del ejército soviético sobre el nazi, y la derrota consecuentemente del estado nacionalsocialista en Alemania y el fascista italiano. Este 80 aniversario cobra, en función de la actual lucha de clases, una significativa relevancia. El auge del fascismo, de la extrema derecha, del militarismo y de la reacción burguesa sitúa nuevamente la lucha contra el fascismo como elemento central de la lucha de clases. La crisis agónica y estructural del capitalismo y especialmente del imperialismo estadounidense y de sus aliados estratégicos, el imperialismo europeo, pone en primer orden del día el peligro real de una nueva confrontación interimperialista por el reparto del mundo. Es, por tanto, importante señalar la contribución determinante que tuvo en la derrota del nazismo, por un lado, la Unión Soviética, cuya sociedad en su conjunto realizó un esfuerzo enorme para resistir primero y vencer después a la enorme maquinaria de guerra y agresión de la Alemania nazi. Por otro lado, también fue decisivo en esta derrota histórica del fascismo la resistencia organizada, armada y clandestina del movimiento obrero y de las y los comunistas que en un capítulo especialmente heroico logró en las guerrillas, en los campos de exterminio, en las fábricas, en las ciudades, oponer un frente de resistencia al fascismo. Este papel le correspondió significativamente a los militantes comunistas en el Estado español, que tras una lucha prolongada contra el fascismo y la reacción española siguió combatiendo en Europa contra el nazismo.
Ante este panorama la oligarquía europea, a través de su instrumento institucional; la Unión Europea, ha querido oponer en la lucha cultural una revisión histórica de este episodio de resistencia y victoria del comunismo, una visión “democrática”, “plural”, identificando como totalitarismo al comunismo , a las víctimas como el verdugo, a los vencedores como los derrotados. Por eso cobra especial importancia la necesidad de reivindicar, en este 80 aniversario, el papel protagónico del comunismo en la derrota del fascismo, identificando a éste como el instrumento político principal que desarrolla el capital para, en momentos de crisis, enfrentar la agudización de la lucha de clase. Fascismo y capitalismo es la esencia y la forma de un mismo proceso histórico. Y es ahora donde el capital vuelve a recurrir al militarismo y a la guerra imperialista, esta identificación se vuelve absolutamente esencial para determinar que la oposición a la guerra sólo puede ser consecuente si es a través de su superación en el socialismo y la lucha por el comunismo. Volvemos en términos históricos a la Internacional de Zimmerwald, donde Lenin colocó la necesidad de la independencia de clase, teórica y organizativa, de los revolucionarios y la clase obrera ante la guerra y la crisis capitalista. El papel de sumisión y de renuncia a un protagonismo propio de intereses de la oligarquía europea y de la burocracia de la UE, coloca a ésta en una subordinación absoluta al imperialismo yanqui y a la OTAN. La insistencia del trumpismo en reordenar el status quo internacional eleva la posibilidad real de un conflicto armado, y es, por tanto, vital que el papel de los comunistas sea determinante en una nueva derrota histórica, ésta ya definitiva, sobre el fascismo, el imperialismo y las guerras.