Las fuerzas de misiles de Rusia forman uno de los arsenales más sofisticados y tecnológicamente diversos del mundo, combinando el legado de ingeniería de la era soviética con innovaciones de vanguardia, desde misiles balísticos intercontinentales hasta sistemas de nueva generación.
Las Tropas de Misiles de Designación Estratégica
Las Tropas de Misiles de Designación Estratégica son el componente principal de las fuerzas nucleares estratégicas rusas. Establecidas en 1959, su objetivo es la disuasión nuclear ante posibles agresiones y la destrucción de instalaciones estratégicas enemigas.

Actualmente, el complejo estratégico Yars, equipado con un misil balístico intercontinental, constituye la base de la agrupación terrestre de la tríada nuclear rusa. El misil, que entró en servicio en 2009, es la versión modernizada de Topol-M, dotado con múltiples vehículos de reentrada con objetivos independientes. Cada misil puede transportar de tres a seis ojivas con potencias que oscilan entre 100 y más de 300 kilotones, recoge en un artículo para RT el experto militar Dmitri Kornev, fundador y autor del proyecto Military Russia.
El más reciente armamento desarrollado ha sido el misil balístico de alcance intermedio Oréshnik, utilizado a finales de noviembre de 2024. La novedosa arma tiene una velocidad de hasta Mach 10, es decir, casi tres kilómetros por segundo, y la temperatura de los elementos atacantes alcanza los 4.000 grados centígrados.
La potencia de un ataque masivo con Oréshnik puede ser equivalente a la de un ataque nuclear: todo lo que se encuentra en el epicentro de la explosión se divide en fracciones y se convierte en polvo. Según el presidente ruso, Vladímir Putin, «no hay ninguna posibilidad de derribar estos misiles», cuyo alcance llega hasta 5.500 km.

Rusia fue el primer país en adoptar armas hipersónicas, luego de que en 2019 el sistema de misiles Avangard fuera entregado a su Ejército. Es capaz de volar en las capas densas de la atmósfera hasta una distancia intercontinental a una velocidad superior a 20 veces la velocidad del sonido (casi 25.000 km/h).
Cuando se desplaza hacia el objetivo, el Avangard realiza las llamadas maniobras profundas, tanto laterales, a lo largo de varios miles de kilómetros, como en altitud. Esto lo hace absolutamente invulnerable a cualquier defensa aérea o antimisiles.

En abril de 2022, Moscú probó con éxito el misil balístico intercontinental Sarmat, que tiene un alcance de 18.000 kilómetros y una masa al despegue de 208,1 toneladas, con una carga útil de alrededor de 10 toneladas. El cuerpo del proyectil, de 35,5 metros de largo y 3 metros de diámetro, permite alojar hasta 178 toneladas de combustible líquido. La producción en serie de este sistema de misiles hipersónicos se inició en 2022 y entró en servicio en el Ejército ruso en 2023.
La ojiva del misil, denominado Satan-2 según la clasificación de la OTAN, es de reentrada múltiple y cuenta con un sistema de guiado individual de cada munición. El misil se puede desplazar hacia su objetivo a velocidades hipersónicas —superiores a Mach 17— cambiando de trayectoria en rumbo y de altura para que ningún sistema de defensa antimisiles pueda interceptarlo.
Tras una serie de pruebas, se dio a conocer que el misil de crucero Tsirkón es capaz de llegar a velocidades equivalentes a Mach 9 y tiene un alcance de más de 1.000 kilómetros. Alcanza una velocidad máxima de 2,65 kilómetros por segundo a una altura de 20 kilómetros, es decir, más de 10.000 kilómetros por hora.
La velocidad del misil es tan alta que no permite a los sistemas de defensa aérea y de guerra electrónica del adversario «repeler su ataque en ninguna circunstancia«. Gracias a sus tecnologías de baja detectabilidad, se sabrá que se ha lanzado un Tsirkón solo cuando este alcance su objetivo, mientras que su trayectoria variable lo oculta de los radares enemigos.

Desde 2017, se están realizando también las pruebas del misil de crucero de propulsión nuclear Burevéstnik, que tiene un «alcance global con dotación nuclear, un equipamiento nuclear de propulsión».
Componente Naval de las Fuerzas Estratégicas
La disuasión naval rusa se basa en dos tipos principales de misiles balísticos lanzados desde submarinos: el R-29RMU, más antiguo y de combustible líquido, y el Bulavá, de combustible sólido.

El R-30 Bulavá cuenta con tres etapas y tiene un alcance de más de 9.000 kilómetros. Asimismo, puede transportar en su ojiva de 6 a 10 bloques de combate dirigidos individualmente con una capacidad de 100 a 150 kilotones cada uno. El peso de lanzamiento del misil es de unas 37 toneladas.
El Bulavá forma parte del sistema de armas de los submarinos nucleares estratégicos del proyecto 955/955A Boréi y Boréi-A. Las flotas del Norte y del Pacífico de la Armada de Rusia ya cuentan con varios submarinos de este tipo, cada uno de los cuales porta 16 misiles Bulavá.
Componente aéreo de las Fuerzas Estratégicas
La aviación estratégica rusa forma parte de la tríada nuclear del país, capaz no solo de lanzar ataques de largo alcance, sino también de proyectar su poder mucho más allá de las fronteras nacionales. Su arsenal incluye misiles balísticos, aerobalísticos y de crucero.
Un misil que entró en servicio en Rusia y se convirtió en la primera arma hipersónica utilizada en el campo de batalla en 2022 fue el sistema de misiles aerobalísticos Kinzhal. Acelera a 10 velocidades del sonido, ataca objetivos a más de 2.000 km de distancia con una ojiva de 500 kg y maniobra en vuelo, lo que dificulta su derribo por los sistemas de defensa antimisiles. Se lanza desde un interceptor supersónico MiG-31K.

En 2023, Vladímir Putin anunció que aviones rusos armados con sistemas de misiles hipersónicos Kinzhal realizarían patrullas en el espacio neutral sobre el mar Negro. En 2024, la revista estadounidense Popular Mechanics otorgó al Kinzhal el primer puesto en la clasificación de los misiles hipersónicos más peligrosos. La publicación señala que el Kinzhal y misiles similares «están en la cúspide de una revolución tecnológica en el desarrollo de armas».

Asimismo, la flota de bombarderos estratégicos rusos incluye el bombardero portamisil estratégico Tu-95MS y el supersónico Tu-160. Ambos aviones sirven como plataformas de lanzamiento para diferentes misiles, incluidos los misiles de crucero X-101, un arma moderna de largo alcance de hasta 5.000 kilómetros, capaz de alcanzar objetivos prácticamente en cualquier lugar de la Tierra.
Sistemas de defensa aérea
El sistema de defensa antimisiles A-135, conocido también como ‘Amur‘, empleado para contrarrestar los misiles enemigos dirigidos a la capital rusa o a sus alrededores, entró en servicio en 1995. Este complejo es el resultado de largos años de trabajo de científicos, diseñadores e ingenieros soviéticos y rusos.

Esta gigantesca estructura, con una altura equivalente a la de un edificio de 12 plantas, es capaz de detectar objetivos balísticos a una distancia de hasta 3.700 km, rastreando simultáneamente hasta 100 objetos. Busca, detecta y reconoce objetivos balísticos, además de guiar antimisiles hacia ellos. Para destruir las ojivas de los misiles balísticos intercontinentales, el A-135 utiliza antimisiles 53T6 con ojiva nuclear, basados en silos. Son capaces de interceptar objetivos a altitudes de hasta varias decenas de kilómetros y a una distancia de hasta 100 km.
Mientras, el arma antisatélite A-235 Nudol está diseñada para satélites en órbita terrestre baja. Sus pruebas se realizaron durante la década de 2010. Su misión es destruir satélites enemigos que proporcionen orientación, reconocimiento o comunicaciones a las fuerzas estratégicas enemigas.
«A día de hoy, la proporción de armas modernas en las fuerzas nucleares estratégicas es del 95 %«, declaró a finales de 2024 el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, el general Valeri Guerásimov. Rusia sigue apostando por la tríada nuclear en sus esfuerzos por garantizar la seguridad nacional, subrayó.