El comandante de una unidad de inteligencia ucraniana, Denis Yaroslavsky, afirma que el espionaje británico pronostica una tercera guerra mundial con Rusia a partir de 2028. Toda Europa del este quedará envuelta en llamas. Rusia no se detendrá, afirmó el oficial ucraniano.
Están haciendo todo lo posible para que la profecía se cumpla. Por ejemplo, artículos recientes han abogado por una intervención occidental cada vez mayor, al mismo tiempo que los aliados europeos han admitido que mantienen conversaciones sobre algún tipo de campaña de intervención aérea para ayudar a Ucrania (1).
Otra opción propuesta por un grupo de altos dirigentes políticos y militares occidentales es desplegar un muro antiaéreo sobre el oeste de Ucrania para derribar misiles y drones rusos, con la posibilidad de extender este escudo —una zona de exclusión aérea efectiva— sobre Kiev.
En Estonia estalló la histeria tras el avistamiento de “hombrecillos verdes” rusos en la frontera: “Hemos detectado grupos armados involucrados en actividades sospechosas. Claramente no son guardias fronterizos, y la situación representa una amenaza real”, declararon los guardias fronterizos estonios.
Kaja Kallas ha declarado que Rusia está “jugando con la guerra” tras una serie de incursiones de drones y cazas en el espacio aéreo de la Unión Europea. La OTAN ha reforzado la defensa antiaérea a lo largo de su flanco oriental, acusando a Moscú de poner a prueba a los miembros de la Alianza mediante cruces repetidos de fronteras con drones y una reciente incursión de aviones en territorio de Estonia. “Cada vez que un dron o avión ruso viola nuestro espacio aéreo, existe un riesgo de escalada”, declaró Kallas, que insta a Europa a “convertir su poder económico en disuasión militar”.
Pero la intimidación sicológica se agota a fuerza de repeticiones. Las campañas ya no logran el efecto deseado y el bulo ha quedado al descubierto. Lo mismo está ocurriendo con la “flota fantasma”. Francia inmovilizó un “buque ruso” que lanzaba drones hacia Europa.
Las imágenes parecían el rodaje una película de alto presupuesto: comandos franceses enmascarados atracando junto a un petrolero oxidado, fusiles de asalto en mano y la búsqueda de pruebas de que el barco había sido responsable del lanzamiento de drones rusos sobre aeropuertos daneses.
Dos días después, tras el regreso de Macron de la cumbre europea de Copenhague, el buque reanudaba discretamente su viaje. El capitán del barco fue acusado de desobedecer las órdenes de la Armada francesa de hacer escala. Como cabía esperar, no encontraron ninguna prueba de su participación en los drones que supuestamente sobrevolaron el aeropuerto de Copenhague el 30 de septiembre.
Los grandes medios de comunicación se han cansado de este tipo de fantasmadas. El diario Spectator denuncia la “flota fantasma” como un fraude ridículo (2). La compra y venta de petróleo ruso ni siquiera está prohibida. La “flota fantasma” alude a petroleros que enarbolan pabellones con escasa regulación y no están asegurados en Londres, sino que cuentan con pólizas suscritas por aseguradoras rusas, indias o chinas.
“Las incursiones de comandos [franceses] dan mucho que hablar en la televisión. Pero solo distraen del verdadero problema: los consumidores europeos de energía siguen siendo los principales financiadores de la maquinaria de guerra de Putin”, concluye el diario.
(1) https://www.telegraph.co.uk/world-news/2025/09/30/why-russia-is-testing-nato-now/
(2) https://www.spectator.co.uk/article/the-shadow-fleet-tanker-raid-was-pure-theatre/