¿Por sus tropezones lingüisticos quizás? ¿Por eso nada más? Creemos que sí.
Cañamero es un campesino que, siendo niño, apenas acudió a la escuela porque tenia que trabajar en el campo para comer. No pudo, pues, formarse y pese a ello dice grandes verdades que otros adornan con verbo elocuente para ocultarlas.
En el Parlamento, Diego sólo ha tenido, que sepamos, «detalles gráficos» como mostrar al enemigo camisetas reivindicativas y poco más. No decimos que ello esté mal pero ¿para eso lo han dejado?
Vemos a Diego fuera de sitio, como un pez fuera del agua, de su agua, «¿qué pinto yo aquí?», parece preguntarse en muchas ocasiones. Basta con mirar su rostro.
¿Qué ocurre, entonces?. Que el Congreso de los diputados es exclusivo para élites universitarias, empresarios, ladrones de guante blanco y raleas similares, en consecuencia él no puede hablar para que el grupo donde está integrado «quede bien»? La imagen cuenta mucho en el sistema burgués. Pero que mucho.
Añoranza de parlamentos obreros como el cubano donde abundan artesanos, campesinos, plomeros y electricistas. Claro que en Cuba, cualquier campesino aislado en la montaña tiene mil veces mejor oratoria y nivel que la de muchos universitarios españoles que no saben ni donde está el río Sil.