Sobre lo que muchos piensan pero pocos dicen porque la moda es no molestar, por si acaso, a quienes hacen el payaso folkórico subidos en una carroza, en lugar de luchar en otros frentes.
En 2013, Rusia adoptó una ley que prohíbe la promoción de las relaciones homosexuales entre la infancia.
Dicha ley, aprobada en 2013, se aplicó a nivel municipal en San Petersburgo (Leningrado), antes de ser sancionada en todo el territorio ruso por el Ministerio de Justicia, previo informe y debate en la Duma.
Tal norma y sus apartados incluyen multas por violación de esta prohibición en los medios de comunicación, así como el veto a organizar fiestas LGTB entre menores y niños, ya que algunos psicólogos y expertos consideran que esa clase de festejos suponen “un paso previo a la legalización de la pedofilia”.
A finales de 2015, dos diputados del Partido Comunista presentaron una moción que contenía una prohibición adicional sobre todas las manifestaciones públicas de homosexualidad, pero el proyecto de ley fue rechazado por el Parlamento.
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«Hace unos años, tras el escándalo que se armó en el Reino Unido (hipócritamente, porque era de dominio público) sobre las decenas de casos de presentadores, periodistas y discjockeys de la BBC que se habían pasado 30 años violando niños y niñas, con la connivencia y silencio de los máximos directivos de la cadena, salió un psiquiatra para explicar, con argumentos de peso y la ironía más volteriana, que las tendencias sexuales del ser humano defendidas como tales y por tanto protegidas por las leyes occidentales (homo, hetero, trans, bisex) encerraban un desprecio notorio hacia otras como la pedofilia, la zoofilia e incluso la asexualidad, que deberían, dijo, formar parte de los desfile de las sectas LGTB que hay por el mundo, y que por tanto, deberían ser tan legales como las otras.
Naturalmente, los asistentes al programa saltaron de sus asientos llamando al experto de todo, menos bonito. Y resulta notorio y demostrado científicamente y con datos en la mano respecto a condenas por agresiones sexuales a menores, que los violadores salían de entre los predicadores (curas, etc,) cristianos, protestantes, musulmanes (pero no entre los de la iglesias ortodoxa y no me preguntes por qué), de las comunidades gays más ricas y de barrios elegantes, como en mucha menor medida entre las comunidades de lesbianas. Los gobiernos occidentales ordenan a sus servicios policiales que no proporcionen datos sobre violencia doméstica en esos ámbitos, como ocultar la condición sexual de los pedófilos y agresores (solamente si fueran heterosexuales) PARA NO DAÑAR LA IMAGEN DE esas comunidades.