Ayer el Banco Central de Rusia anunció su decisión de rescatar el banco Otkritie, el octavo en tamaño dentro del escalafón de las finanzas privadas. Se ha convertido así en su principal accionista.

Recientemente informábamos de que, en menos de tres años, Rusia había cerrado la mitad de sus bancos pero, como es natural, la crisis del capitalismo es imparable en todo el mundo.

Otkritie se fundó en 1992 y tenía 3,6 millones de clientes. Desde hace dos meses la agencia rusa de calificación bursátil AKPA venía reduciendo la evaluación de sus acciones, hasta el punto de que el banco ya no podía trabajar con empresas públiccas ni con fondos de pensiones.

Lo mismo que en otros países, en Rusia el Estado interviene preventivamente para frenar la crisis de todo el capital financiero en su conjunto porque la banca es como los tres mosqueteros: la crisis de uno es la crisi de todos.

De ahí que el anunció oficial del Banco Central asegure que la medida trataba de “mejorar la estabilidad de la banca”, es decir, no de un banco sino de todos ellos.

El dinero público asegurará que un banco privado pueda seguir funcionando (casi) con toda normalidad, temporalmente, para lo cual hoy ha entrado en funcionamiento un nuevo consejo de administración con más burócratas que “emprendedores”.

El Estado se apodera del 75 por ciento del accionariado recurriendo por primera vez al fondo público de socorro a la banca creado en mayo, lo que ha impulsado al alza los valores cotizados en la bolsa de Moscú.

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