Martes en la Patagonia. Nadie puede decir con exactitud la hora. Santiago Maldonado estaba allí en una manifestación de la Resistencia Ancestral Mapuche por la liberación de su líder Facundo Jones Huala.
No es posible describir el vestuario ni los atuendos que llevaba Santiago ese día, primero de agosto. Solo se puede decir que se dedicaba a la artesanía y apoyaba las causas de los pueblos ancestrales de América. Lo hacía hasta el momento de su desaparición forzada, según la calificó la ONU recientemente en un comunicado cuya intención es descifrar el paradero del joven y que el gobierno de Mauricio Macri tome cartas en ello.
«El Comité contra la Desaparición Forzada del organismo multilateral exigió que el Estado argentino genere acciones urgentes para encontrar a Maldonado, así como para identificar a los responsables de su desaparición, que es objeto de denuncias por parte de familiares y organizaciones de derechos humanos», reportó Telesur.
¿Dónde está Santiago Maldonado?, continúa preguntándose desde hace justo un mes el mundo. El físico y el virtual, donde la etiqueta se ha vuelto viral y se postea a ritmo de liebre; mucho más en la última semana por haberse conmemorado este miércoles 30 el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.
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No solo la Argentina padece hoy la desaparición de uno de sus hijos, otro de tantos que se suman en las canas de las abuelas sin nietos, las madres sin hijos de Plaza de Mayo.
Aquellos no regresaron y se volvieron hijos de los asesinos de sus padres en un singular proceso de adopción durante la dictadura de Rafael Videla.
Ahora, décadas después, Latinoamérica vuelve a sentir sus venas abiertas, y la incertidumbre de su sangre derramada. El mundo espera, no obstante, que Santiago reaparezca con vida. Nadie se acostumbra a la idea de la impunidad. Mucho menos cuando la historia se convierte en una cadena de injusticias.
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En la protesta de la Resistencia Ancestral Mapuche —en el Pu Lof de Cushamen, provincia argentina de Chubut— donde Santiago participaba, se pedía la liberación del líder mapuche Facundo Jones Huala, reclamado por la justicia chilena.
Como respuesta, se produjo una represión. La Gendarmería Nacional, fuerza de seguridad que opera bajo el mando directo de la ministra de Seguridad de la nación, Patricia Bullrich, fue la entidad que la ejecutó. Antes este órgano había detenido a Huala, bajo un pedido de captura internacional por la presunta autoría del incendio ocurrido en el latifundio Pisu Pisué, región chilena de Los Ríos. Además, se acusaba al lonco mapuche por tenencia ilegal de armas de fabricación artesanal e infracción a la Ley de Extranjería.
El conflicto se derivaba de una lucha histórica por la tierra que los colonizadores foráneos ocuparon otrora. Hasta su detención, Huala era el hombre que dirigía la lucha a capa y espada de este pueblo ancestral que ha ocupado las tierras de la firma italiana Benetton, poseedora de unas 900 000 hectáreas en Argentina.
Por apoyar esta causa, parece decirnos el captor de Santiago Maldonado, este joven encontró el camino de la desaparición. Esperemos que esta no sea otra de las nobles causas perdidas que a diario inundan el orbe en secuencias de impunidad. Justicia debería ser la palabra de orden para que la pregunta dónde está Santiago Maldonado no se quede sin respuesta.
Darcy Borrero Batista