De entre todos los enemigos a los que Estados Unidos ha declarado como tales, no figura el que podría poner en jaque no solo al país, sino a todas las democracias occidentales, advierte Foreign Policy. Desde la revista señalan que si Estados Unidos no hace frente al cambio climático Occidente se sumirá en una ola migratoria que no podrá superar.

Si bien es cierto que el alcance de los efectos del cambio climático en el mundo es difícil de medir, lo cierto es que a nadie se le escapa que acabará por convertirse en un problema para la seguridad de Estados Unidos. Es una amenaza que no solo tendrá consecuencias en sectores como el de la agricultura o en el nivel del mar, sino que las olas migratorias que se derivarán de él acabarán golpeando a las naciones más ricas del planeta.

Así, el cambio climático es el principal enemigo de Estados Unidos, como mínimo, a largo plazo. Y lo es más porque ninguna de las cuatro últimas administraciones estadounidenses se ha hecho cargo de afrontar el problema por no molestar a la élite estadounidense, que no ve ninguna amenaza y que incluso niega su existencia. La Administración Trump dio un paso más allá que sus predecesores y lo eliminó de un plumazo de la lista de amenazas nacionales para Estados Unidos.

Así las cosas, “la tarea más urgente para aquellos activistas comprometidos con el cambio climático es convencer al ‘establishment’ de la seguridad nacional estadounidense de los errores en las decisiones que ha tomado en lo que concierne al cambio climático”, señala Foreign Policy.

Si no se consigue inculcar el temor por el cambio climático en la Administración Trump, los esfuerzos se deben dedicar a conseguir en la siguiente, indica.

Entre la élite estadounidense bien es cierto que han comenzado a surgir voces que creen en la importancia de esta cuestión. Lo es tanto como que son un grito en el desierto que queda sepultado por aquellas que se empeñan en señalar los retos que son realmente importantes para la seguridad del país, como Rusia y China.

“Pero lo que se haga con el cambio climático desempeña un papel importante en la seguridad nacional del país. Y solo el liderazgo de los departamentos que se encargan de ella tiene el potencial necesario para movilizar los recursos necesarios. Solo ellos, se dice en el artículo, pueden relacionar la amenaza del cambio climático con la seguridad nacional”.

Esos mismos recursos ahora se dedican a la lucha contra el terrorismo, contra las armas nucleares y contra los ataques informáticos.

Uno de los obstáculos que impiden, según Foreign Policy, un enfoque racional al problema del cambio climático es el hecho de que este siempre ha estado estrechamente relacionado con una cuestión cultural y social de la sociedad estadounidense. “Además, en los últimos años, han sido muchos los conservadores estadounidenses que han comenzado a negar que el calentamiento global exista”, no tanto debido a las pocas evidencias de ello como a causa de sus creencias culturales.

Pero los países occidentales sí experimentarán sus consecuencias, opinan en Foreign Policy, en forma de migraciones masivas hacia Occidente “que pondrán en jaque las democracias liberales de los países desarrollados”, incluyendo Estados Unidos y sus aliados. Algo que, a estas alturas, ya es evidente:

“En Estados Unidos la inmigración ilegal y el rechazo que genera han desempeñado un papel importante en el hecho de que Donald Trump salga elegido presidente. Igual que en Europa el mismo factor ha hecho que se ponga en duda el buen futuro de la Unión Europea”.

Las consecuencias del calentamiento global serán mayores, si cabe, en Oriente Medio. La sequía en Siria durante los años 2006 y 2011 fue en gran parte el motivo del aumento de las tensiones sociales y, en última instancia, de la guerra civil. Un conflicto que llevó a una oleada de refugiados que huyeron a Europa, lo que alimentó el sentimiento nacionalista.

En el mejor de los casos, los países europeos recurrirán a brutales medidas de control interno y externo de sus fronteras, “algo que pondrá fin a la democracia liberal”, se dice en el artículo.

“En el peor de los casos, Europa se sumirá en el abismo de un conflicto étnico y religioso que destruirá las bases de la alianza geopolítica, económica e ideológica más importante de Estados Unidos”, concluye Foreign Policy.

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